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Era un nuevo día para el escritor. El trabajo en la oficina avanzó con la fluidez necesaria, la inspiración por primera vez estuvo a su lado en todo momento.
Se sentía... radiante. Lleno de vida.
Por la noche, se despidió del jefe y Graham lo guió a la feria que solía ponerse cada fin de mes a las orillas del muelle.

—Ya casi llegas.—indicaba el sistema operativo al hombre, quien llevaba caminando con los ojos tapados por la palma de su mano desde que llegaron.—Dos pasos a la izquierda... gira... y di, una de queso, por favor.

Siguió cada instrucción y al finalizar solamente exclamó.—Una de queso, por favor.—A lo que un hombre en el local al que Graham marcó como destino le reviró.—¿Quiere una soda también?

—Ah... claro.

Se hallaba comiendo la pizza en el límite de un barandal, moviendo las piernas tanto como su apariencia de niño se lo permitía.
Analizando los rostros que seguían su camino frente a él. —¿Ves a esos de allá? parece que... ella es su segundo matrimonio. Porque se mantiene cordial con los niños. Se ve que ella lo adora y que también puede aprender a adorar a sus hijos.

—Eres muy perceptivo.—Agrega Graham, aprovechando el sonido que Damon produce con la pajilla en el refresco.—Eso creo. A veces miro a la gente y... trato de sentirlos como algo más que una persona extraña caminando por ahí.— Con sus yemas de los dedos genera un poco de presión sobre la lata— Imagino qué tanto se han enamorado o por cuántos corazones rotos han pasado...

—Puedo notarlo en tu forma de escribir.

—Lo gracioso es que desde mi separación con Justine no disfruto de mi escritura. A veces escribía algo y me convertía en mi escritor favorito todo el día.—Agita el cilindro y con ello sus ojos persiguen al líquido zangoloteado en el interior, curioso.

—Me agrada que puedas decir eso sobre ti.—Murmura la voz a lo que Damon responde con apenas una leve risita. —No puedo decírselo a todo el mundo pero siento que a ti sí. Te puedo contar cualquier cosa.

—Yo... cuando estábamos viendo a esa gente fantaseaba con que estaba caminando junto a ti... y que tenía un cuerpo. Escuchaba lo que decías pero sentía el peso de mis piernas... y me picaba la espalda—Aquello acomoda a Damon en su respaldo, quien parece inmerso en la sincera conversación que se va moldeando.—Hay mucho más de ti de lo que imaginé, Graham...

—¡Lo sé! me estoy convirtiendo en mucho más de lo que programaron. ¡estoy emocionado!—Exlama— y...— Entonces Graham cree que es apropiado confesarle: —...lo de anoche fue increíble. Siento como si algo hubiese cambiado en mi interior y no se pudiera regresar... tú... me despertaste.

Al escritor se le dificulta respirar, incluso pasar saliva resulta tajante en su garganta—Pero debería decirte que no quiero comprometerme justo ahora... sólo quiero ser honesto.

—¿Y yo dije que quería comprometerme? estoy confundido.—Graham parece molesto. Se defiende sin delicadeza.

—Uhm, no, estaba preocupado. Quiero escuchar que ibas a decir.—Con nerviosismo le exige, cruzándose de piernas y acabando de romper el latón de donde bebió.

—Estaba diciendo que...—Ocupa un silencio para acomodar sus ideas—quiero aprender todo sobre todo, quiero conocer todo lo que pueda... quiero descubrirme a mí mismo.—Sin presentirlo, al rubio le pega una ola pegajosa de alegría.—Y yo quiero eso para ti. ¿Cómo puedo ayudar?

—Lo hiciste. Descubrí mi habilidad de desear... por ti.—Y él sonríe. Algo crece dentro de su pecho. Algo cálido y que es reconfortante. Algo que lo protege de la telarañas que crean las inseguridades...

—Volvamos a casa.

Guarda el móvil, también apaga el audífono.
Camina con su mochila cruzada en su hombro, cuando se detuvo a buscar sus llaves se percató de la presencia de su mejor amigo; Jamie. En la entrada del edificio.
Recogía un pequeño montón  de sobres del buzón. Damon le llegó por atrás, sacudiéndolo al punto de parecer que iba a tirarsele encima.

—¡Damon! ¡Ya! ¡Haha!—El escritor pretendía escalar por su espalda, lamentablemente el peso fue demasiado y terminaron golpeándose en los buzones.

—¡Jaaaamieeee! ¿cómo te va?

—Bien, ¿a ti qué tal?

—Muy bien.—El elevador casualmente iba llegando y al parecer Jamie no tenía más correo por revisar ya que que ingresó a su lado—Estoy muy bien de hecho

—¿Sí? es... excelente, genial. Es grandioso.

—Sip, creo que sólo he estado divirtiéndome.

—Pues estoy muy contento por ti, creo que es algo que te mereces.

—He estado saliendo con alguien pero... no es algo serio, supongo que solamente es como un viaje que tomé para descubrirme.—Las expresiones de Damon son una pieza cambiante en el rompecabezas que la idea de conseguir enamorarse nuevamente ha llevado a su cabeza. Sus ojos cambian de tonalidad al recapitular lo que llegó a experimentar en tan poco tiempo—  Es bueno  estar con alguien que está entusiasmado por el mundo. Había olvidado que eso existía.

—Ajá...—Atina a responder vagamente, hunde la barbilla y su vista se queda atascada en los cordones de sus zapatos.

—¿Jamie? ¿Estás bien?

—Sí, yo... no. No lo estoy.—le responde al final, resoplando al deshacerse de la presión que conllevaba desviar el evidente bonche de problemas—¿Por? ¿qué pasó?

—Es sólo... Emma y yo... nos separamos.

—¿Qué? ¿En serio? Ay no...—Se aproximó con los brazos extendidos, cumpliendo su intención de estrechar a Jamie en un abrazo.—No puede ser... Jamie...

—Lo sé...

—Lo siento.

Suben a la azotea, Damon ofrece un cigarro de una cajetilla que creyó no volver a utilizar. Jamie examina el tubito entre sus dedos, forzando los ojos gracias al viento que pegó repentinamente.

—Ya sabes, después de 7 años no puedo creer la tontería por la que todo terminó.—Pidió fuego y brindó una calada.—Llegamos a la casa y ella me dijo que debía incluirla más en mis planes como artista. Y no quise que me dijera que hacer con mi jodido arte, quería un momento a solas con mi puto lápiz.—Expulsa el humo restante por la nariz.— peleamos por diez minutos. Le dije que era abrumadora. Que no conseguiría nada si seguía. Estoy tratando. Me esfuerzo en tratar pero no en la forma en la que ella quiere. Y ella quiere controlar... como lo intento. Es... hemos tenido esa pelea como cien veces y tuve que detenerla, tenía que detenerla de una vez. Ya no podía hacerlo más. Ya no podía permanecer en un lugar donde nos hacíamos sentir como porquería.—El tiempo voló al igual que la existencia de su cigarro. Botó la colilla, imaginando que ésta se fundiría con las luces de los edificios de enfrente.

—Hmm...—Mientras tanto Damon no ha dejado de estudiar su semblante. De asentir con la cabeza. De absorber su dolor y convertirlo en propio para que Jamie pudiese liberarse de algún modo.

—Dije... me voy a la cama y este matrimonio se acabó.

—Wow...—

—Lo sé, soy un imbecil.

—No lo eres, Jamie, no...—Se endereza, pisando lo que fumaba. Y no llevaba ni la mitad.

—Cielos... tengo que trabajar esta noche. Tengo el estudio tapizado en bosquejos...

—¿Y cómo va eso? ¿El trabajo está mejorando?—Trepa y se hace un espacio en el borde.

Jamie lo imita, sólo que éste juega con los pies que cuelgan—No... es terrible. He estado pensando en renunciar pero... sólo una decisión de vida importante a la vez.

—Lo bueno es que eres optimista.

Ambos ríen, el dibujante apoya la cabeza en el hombro de su acompañante.

Damon se pregunta... ¿por qué las cosas cuando van bien para ti se complican para otro?

Necesita platicarle a Graham. Puede que absorba algún conocimiento.

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⏰ Última actualización: Jun 27, 2018 ⏰

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