En el edificio de mi cuadra

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En el edificio rojo de mi cuadra, siempre, sin excepción, se escuchaban ruidos no solo muy molestos, si no, incluso escalofriantes.

Mi mamá de niña se acurrucaba junto a mí, y me abrazaba para que yo no le diera importancia a los gritos desgarradores que traspasaban la ventana y no me dejaban soñar tranquila. La mayoría de los intentos de mi madre en dormirme terminaban en fracaso, pues ella en varios casos temblaba más que yo.

Al cabo de un tiempo, me acostumbré, pero no sin antes exigir explicaciones de porque nadie hacia nada al respecto, porque la policía no intervenía. Las contestaciones que recibía eran cortas y concisas, "la policía no hace nada al respecto por qué no tienen que hacerlo"

Tengo en ese momento 17 años, los gritos ya no son tan desgarradores, no tan fuertes, ni tan claros. Pero, siguen diciéndome que necesitan auxilio, que los ayude, que los detenga. No encontré en todo lo que me va de vida una solución al problema, pero mi mamá si la encontró. Me trajo a un lugar muy extraño, varias veces intenté salir, pero es imposible, no quieren que me vaya. Personas extrañas vienen a visitarme a menudo, pero no sé quiénes son, ellos saben mi nombre, pero yo no el de ellos. Mi mamá sigue viniendo de vez en cuando a acurrucarse conmigo, y yo como por arte de magia logro dormirme sin ningún problema, porque los gritos cesan.

Tengo en este momento 23 años y sigo en el lugar extraño, pero creo que lo más extraño es que el edificio del que yo creo que vienen los gritos, fue demolido hace años, y me enteré por una de las personas extrañas que viene a visitarme. Mi mamá ya no viene, pero los gritos ya no cesan, solo cuando la persona extraña que me viene a preguntar todos los días como estoy, me inyecta un líquido extraño en el brazo. 

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