Capítulo 7.

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(Hola, soy Jaira, y me miro al espejo encontrándome muy sexy)

···

- Bien, Danah. Ahora que ya han pasado los efectos de los calmantes que te administramos ayer, vamos a llevar a cabo un examen neurológico, con tal de ver si tu rodilla reacciona, y tus nervios del peroné están alerta, ¿entendido? - Asiento con la cabeza, con las piernas estiradas en la camilla, y la espalda incorporada en una almohada, respiro profundamente, me encuentro realmente nerviosa, siento que mi corazón se va a salir del pecho. 

El médico tiene una bandeja al lado, en la cuál se encuentran distintos elementos, primero coge un martillo de plástico blanco. - Voy a golpear levemente tu rodilla, si todo está correcto, reaccionará con un reflejo. 

Trago saliva, conmigo se encuentra mi madre, justo a mi lado, observando atento en una esquina Joe, con los brazos cruzados. Parece que esto le ha afectado, se siente impotente por no poder hacer nada por mí. Todavía no he visto a Sam ni a Kiliam, no sé nada de ninguno, aunque, tengo que reconocer, que la ausencia del primero no me sorprende, hace tiempo que dejó de importarme. 

El médico se dispone a ello, acerca el martillo a mi rodilla, y le da un leve golpe, no reacciona, aun teniéndola totalmente relajada. Comienzo a asustarme, me siento impotente, desearía moverla yo misma. No estoy preparada para no andar nunca más. Joe no deja de mirar, coloca una de sus manos en su mandíbula, que mantiene tensa. Está nervioso, le duele verme así, cruzamos miradas. Ni siquiera él consigue transmitirme calma ya. 

- Lo intentamos de nuevo. - Exclama el médico, da un segundo golpe en la rodilla, está vez reacciona dando un pequeño brinco, un acto reflejo. Sonrío emocionada, todo el miedo que contenía sale en forma de llanto, y mi madre responde igual. Joe se va acercando, asombrado, contento, pero no suele llorar, contiene su emoción. Da un tercer golpe, y vuelvo a reaccionar, aunque lamentablemente no siento el golpe, mis nervios reaccionan a él

- Perfecto, esto es buena señal, tus nervios no están muertos, Danah. Para asegurarnos, ahora te daré pequeños pinchazos en la suela de tu pie, en teoría deberías sentirlos.

Acerca la aguja a la planta de mi pie derecho, comienza a clavar la punta. Cierro mis ojos, intento concentrarme. Estoy tensa, espero ansiosa sentirlos. 

-¡Ay!- Reacciono, abriendo mis ojos en seco, miro al doctor, él asiente con la cabeza.

- Definitivamente recuperarás el movimiento, Danah.

Nunca se me olvidará esa frase, que me llenó de esperanza y alegría, mi madre me abrazó emocionada, la enfermera y el doctor parecían felices, y Joe se mantuvo mirando hacía la ventana del cuarto, seguramente para que no le viesen llorar, lo odiaba. Transcurrían los meses, sabía que no iba a ser fácil recuperar aquello que habría perdido en menos de 5 segundos. Entré a comienzos de verano, y observaba como las estaciones pasaban por la ventana de mi habitación. Las rehabilitaciones eran duras, muy dolorosas, y llenas de impotencia. Algo tan sencillo como mover el dedo de un pie me dolía horrores. A eso tenía que sumarle la recuperación de mi hombro y mi brazo, el cuál doblarlo levemente me hacía sudar, pero sabía que valía la pena todo el sufrimiento, no quería rendirme, no podía. Soy joven, y me queda mucho por vivir, estuve apunto de quedarme en una silla de ruedas, o incluso algo peor, debo aprovechar esta segunda oportunidad que la vida me ha dado. 

···

Me encuentro adormecida, recostada en la camilla con las persianas cerradas, aunque varios hilos de luz se cuelan por ellas, no me molestan. Mi madre acababa de irse a casa a descansar, había pasado hoy la noche en el hospital. Debían ser las 8 de la mañana. Escucho la puerta abrirse, y cerrarse tras los pasos de alguien. Es Joe, ha dejado el casco de la moto y las llaves en el sofá de la habitación, sólo sus llaves hacen tanto ruido.

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