Era una mañana fría y obscura en aquel desolado colegio. Se escuchaba a lo lejos el bullicioso ambiente de los alumnos recién ingresados, mientras que por otro lado la presencia de los alumnos de cursos posteriores no se notaba.
A lo lejos se divisaba un pequeño grupo de estudiantes, se burlaban de un alumno en especial, Diego el cual era un alumno de excelencia con una personalidad introvertida; yo era ese patético joven que siente atracción por la persona menos adecuada cuyo nombre era Alexandra, una joven de intercambio, proveniente de Argentina, con padres que eran gente de clase alta, la hija tenia una actitud presuntuosa y discriminante con las persona según ella de menor clase. Empezaron las clases, para mi aburridas ya que las explicaciones de los profesores era bastante insuficiente a mi parecer.
Caminaba por aquellos pasillos sin vida cuando se escuchó un grito, intente buscar de donde provenía sin embargo, no encontré de donde venía así que decidí irme de aquel edificio, cuando iba bajando alguna extraña sensación recorrió mi cuerpo.
- Espera, ¿qué es esto?
Sentía cómo me vigilaban desde lo lejos, mientras más me acercaba más penetrante se volvía aquella mirada. Llegué a un cuarto oscuro y lo único que escuchaba eran los murmullos de alguien diciendo mi nombre, al final del cuarto lo único que había era una puerta vieja, al abrirla sentí un horror esparciéndose a lo largo de mi ser, hasta que me di cuenta que todo era un sueño, aquella voz misteriosa era la de mi profesor vociferando mi nombre.
- Diego... Diego... ¡Diego!
Me sentí aliviado al saber que solamente me había quedado dormido en clase, ajeno a cualquier peligro del que pudiera ser partícipe.
- Disculpe, profesor. Me quedé dormido.
- No es necesario decir lo evidente, joven Diego. Le recomiendo que no se desvele haciendo cosas que bien puede hacer por la tarde.
Después de una larga jornada me dirigí a mi casa, en donde me esperaría mi único y mejor amigo.
- ¡Alex! ¿Cómo está el perrito más hermoso?
Es irrebatible la idea de que el perro es el mejor amigo del hombre, Alex ha sido durante tres años lo mejor que me ha pasado, desde que lo encontré varado en la calle ha logrado iluminar un poco mi miserable vida. Después de alimentarlo, procedí a subir a mi habitación a hacer la tarea del día de hoy. Cuando terminé mis deberes decidí recostarme un rato en mi cama para recomponer mi estado. Estuve diez minutos durmiendo hasta que un ruido del exterior me despertó.
- ¿Qué demonios...? Posiblemente sea Alex, pero yo lo dejé jugando en el patio.
Con un poco de indecisión bajé las escaleras en busca de mi mascota, cuando estuve en el piso principal no encontré nada fuera de lo normal.
- Qué extraño... - murmuré mientras optaba por subir de nuevo a mi cuarto, pero cuando lo hacía una voz me distrajo.
- Diego.
- ¡Mierda!
Grité asustado, no esperaba encontrar a alguien en la casa.
- ¿Qué pasa? ¿Te olvidaste de que tu hermana también vive aquí?
- No lo olvidaría si no viajaras tanto y apenas vinieras.
Fernanda es mi hermana de 26 años, tiene un trabajo que le hace viajar constantemente, por lo que ocasionalmente pasa tiempo en la casa. Ella me ha cuidado desde que tengo 12 años debido a que nuestros padres murieron en un accidente aéreo, a pesar de que ella estudiaba cuando tal desgracia sucedió, pudo terminar sus estudios y hacerse cargo de mí al mismo tiempo.
- Prepara la mesa mientras yo hago la cena.
Después de que comiéramos subí a mi recámara, me recosté e inmediatamente me quedé dormido.
ESTÁS LEYENDO
Los sueños siempre fueron mios?
ParanormalHabla sobre la terrible pesadilla interminable de un joven de preparatoria que sufre cada día ya que un demonio lo acosa y persigue con el fin de que se una a el como otro demonio dedicado a convertir aquella cuidad en una endemoniada