Ser el héroe número uno, es sin lugar a dudas una carga muy pesada, es un puesto demasiado grande y por sobre todas las cosas, también es un riesgo constante. Se lo recuerda ahora cada mañana cuando se mira en el espejo, las cicatrices que ahora adornan su rostro, y la pérdida completa de su ojo izquierdo.
Frunce el ceño mientras que sus llamas se extinguen de su rostro para mirarse con atención, es cuando lo recuerda, doloroso y angustiante que oprime su pecho y haciendo que baje la mirada en pesar y arrepentimiento que aún le cuesta expresar pero que no deja de ser verdadero, ardiente y sumamente doloroso.
¿Así es como se miraría su hijo todos los días al espejo?, recordando el origen de su personalidad, de su ausente niñez que fue totalmente su culpa, su odio desmedido por que él lo sabía. Shouto no era precisamente discreto a la hora de expresar su total desprecio hacia él. Pero... no podía culparlo, en verdad que no podía culparlo.
Ni a él, ni a Fuyumi, ni a Natsuo, ni a...
Apretó los labios suavemente y elevó la mirada mientras recordaba el hermoso rostro de Rei, esa mujer que al comienzo había sido tan cariñosa, tan abnegada y entregada en el hogar, que no había dejado de intentar levantarse con fuerza, de querer sostener un hogar que él mismo quería hacer cenizas con sus propias manos por sus tontas ambiciones.
Tanto daño, tantas heridas, cicatrices hechas de quemaduras en sus corazones. Tanto odio que sembró en el corazón de su propia familia, de sus hijos, de su esposa, de su sangre y... ¿para qué?
Ya había obtenido el puesto que quería. Ser el número uno, aunque haya sido de la peor manera posible, de la que no se había imaginado que cuando lo obtuvo comenzó a carecer de significado; incluso desde antes, se dio cuenta claramente que había estado descuidando a Shouto en la escuela, no sabía absolutamente nada de la vida de Natsuo, Fuyumi siempre lo miraba con terror grabado en sus ojos plateados y... había perdido a uno de sus hijos en un arrebato de furia.
Después de que sus ojos se tiñeran de más odio, de más desprecio, desapareció.
No sabía nada de él.
La verdad es que ni siquiera lo había intentado buscar.
"¿Para qué?" se preguntaba, ya que al final había sido débil, demasiado débil como para poder siquiera heredar su poder aunque las llamas habían sido parte de su naturaleza. No había logrado el objetivo, y al final, cuando intentó proteger a Shoto de sus manos, había terminado herido y se fue...
Se preguntaba si estaba bien, si estaba vivo tan siquiera. Era triste.
Levantó la mirada otra vez para observarse en el espejo, su rostro marcado, demacrado de tantas cosas en su cabeza, de decepciones, de peleas.
"¿Qué es ser el símbolo de la paz?"
Cuando All Might se había retirado después de aquella devastadora pelea, tuvo que tomar el puesto casi de inmediato, y fue cuando visitó la cárcel para villanos, más que nada como una reunión con los directivos, fue cuando lo escuchó. Estaba demente, sus carcajadas eran realmente ensordecedoras pero sus palabras llenas de verdad.
"¡Eres un falso héroe, Endeavor!"
"¡Nunca serás un verdadero símbolo de paz y justicia!"
"¡Nunca serás reconocido como lo fue All Might!"
"¡No puedes proteger a nadie, Endeavor, eres débil!"
Cada grito, cada alarido, cada carcajada de aquel villano, se clavaba en su orgullo. Lo peor es que aun cuando aparentó que no le importaba, en realidad sabía que no podía refutar aquello.
¿Cómo es que se es un verdadero símbolo de la paz?
Se supone que era un verdadero héroe, era el héroe número uno, el más poderoso, el más respetado. El mejor.
Y sentía que aun cuando era reconocido por sus hazañas heroicas, en verdad no era nada. Endeavor era aquella bestia que tanto daño había hecho a su familia, y también se dio cuenta que había lastimado a Todoroki Enji, el hombre que en verdad era, el padre que siempre quiso ver a sus hijos crecer, que cargó en sus brazos a cada uno de sus hijos, que cuidó a su esposa cuando estaba enferma. Por qué Endeavor lo cegó, Endeavor era una bestia.
Una bestia que había destruído lo más sagrado para alguien, su familia.
Encendió sus flamas, colocando esa máscara de fuego que siempre usaba para proteger sus expresiones, sus sentimientos, sus pensamientos. No lo aceptaría en voz alta hacia nadie, pero la verdad... la verdad es que él, Todoroki Enji, el hombre debajo del traje del héroe, si amaba a su familia, a su esposa, a sus hijos...
Quería recuperarlos, deseaba con todas sus fuerzas el poder tener esa vida normal de hombre preocupado por su familia. No sabía cómo empezar otra vez.
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La Familia Todoroki
FanfictionUna trágica historia. Las flamas del orgullo. Una Familia calcinada por las ambiciones de alguien que se volvió ciego. Quiso recuperar lo perdido, quiso reparar el daño que había hecho.