Propuesta... ¿indecente?

8.4K 625 342
                                    

Cualquiera supondría que era un día como cualquier otro, pero no lo era así para los estadounidenses, quienes celebraban el día de la independencia, ni para Steven Rogers, que celebraba un año más de vida.

Ese día se levantó de muy buen humor, y se dijo a si mismo, que hoy era la ocasión perfecta para declararse a esa persona que atormentaba sus sueños y sus pensamientos, para salir con ella, y quien sabe, quizás para hacer otras cosas.

Solo tenia dos problemas. Primero estaba la gran probabilidad de no ser del agrado de esa persona y ser finalmente rechazado, y Segundo, de ser aceptado, no tenia ni la menor idea de que demonios hacer.

El segundo problema podía remediarlo, podía pedir a alguien que le enseñara lo que debía hacer, pero, con respecto al primero, no sabría que seria de él si fuese rechazado, le dolería mucho, pero era un riesgo que debía tomar.

Además, ya estaba cansado de fantasear en como seria estar junto a ella, en como seria ser cobijado por sus brazos, en como se sentirían sus besos sobre sus labios o en otros lugares, en como se vería su rostro al amanecer.

Pensaba en muchas cosas más, y sí, era un cursi, pero no podía evitarlo.

Con eso en mente, eliminó todo rastro de pereza de su cuerpo, preparó su mejor ropa, aquella ropa moderna que se ajustaba a su cuerpo y le hacia ver atractivo a ojos de sus compañeros, seleccionó aquella colonia que esa persona le había obsequiado, y se dirigió al baño, pues debía asearse perfectamente, ya que, si todo marchaba conforme el plan, él y esa persona terminarían en la cama.

La sola idea, causaba pinchazos de excitación en todo su cuerpo y que su mente divagará con todo tipo de escenarios, desde los más dulces e inocentes, hasta los más lujuriosos y depravados.

Debía centrarse, y sobre todo, debía empezar con el plan.

*****

Tony se encontraba reparando su armadura, mientras se mataba la cabeza, pensando que demonios regalarle a Steve.

Hoy era cuatro de julio, día de su cumpleaños, y a pesar de que estuvo pensándolo durante largo tiempo, aún no hallaba el regalo adecuado para alguien tan complejo como ese hombre.

Dios, por más que lo pensaba, no encontraba nada lo suficientemente digno para merecer el honor de ser entregado como obsequió a tan excelente espécimen humano.

Si, la cursilería anterior solo podía ser atribuida a una cosa, se había enamorado de ese hombre.

Pero, como no hacerlo con ese majestuoso cuerpo que se carga, y que da cabida a los más sucios pensamientos que alguien pueda tener, como no hacerlo con ese rostro de fracciones duras, pero que desprende inocencia e ingenuidad en su totalidad. Y para rematar, como no hacerlo con la personalidad que se cargaba. Por todos los cielos, esa era su parte favorita. Ese hombre, a pesar de ser duro, también conocía de suavidad, era honesto, en ocasiones terco, poseía una moral incorruptible, una fortaleza inquebrantable y un carácter férreo para no dejarse humillar de nadie, aún cuando la mayor parte del tiempo lo tomaba como objeto de bromas y burlas. Steve jamás se dejaba dominar de él, por eso disfrutaba tanto de fastidiarle, aunque en ocasiones todo solía salirle al revés.

Y Podría asegurar con firmeza que jamás había conocido a alguien con la capacidad de sacarle de quicio y calentarle a la vez, como lo hacia Steve. Los baños de la torre habían sido testigos de las veces que se tocó a si mismo, buscando sofocar la excitación que le producía el rubio cuando discutían.

Pero como no calentarse con esa expresión molesta tan tremendamente excitante que ponía y encima, ese sonrojo, producto de la vergüenza o del mismo enojo, que tan impúdicos pensamientos le provocaba.

Suspiró, para después dibujar una mueca, al sentir un pinchazo de excitación proveniente de su entrepierna, bajó la vista, y observó con fastidio su falo erecto y goteante bajo el pantalón deportivo. Y lo peor del caso es que aún no había logrado darle solución a su problema inicial, y ahora tenia dos por resolver.

En eso, resuena el teléfono... Genial, más problemas.

—si— respondió irónico y molesto.

—apuesto que aún no encuentras un regalo para el capitán— dijo la mujer del otro lado de la linea sin siquiera saludar y con burla en su voz.

—Natasha, me encanta saludarte, como estas, yo muy bien, gracias por preguntar— comento sarcástico para luego suspirar con molestia, bajando la mirada y agradeciendo mentalmente que la llamada haya bajado su excitación.

—deja la payasada, Stark. Encontraste el regalo si o no— preguntó sin rodeos la pelirroja, empezando a perder su escasa paciencia.

—que te hace suponer que no lo he encontrado— dijo con socarronería, hasta que reparó en lo dicho y presintió la sonrisa burlona de la mujer de el otro lado de la linea.

—así que no lo encontraste, eh! Stark, bien, tendrás que agradecerme por esto. Ve a casa de Pepper, deje con ella un par de paquetes, uno es para que se lo entregues y el otro se lo darás de mi parte. Allí también esta el regalo de Clint, Bruce y Thor, tendrás que entregárselos, te deseo suerte, nos vemos mañana... Y por cierto, use tu tarjeta. Adiós— dijo rápidamente, para luego colgar la llamada.

El castaño se quedó confundido, mirando a la nada y analizando lo dicho por la mujer... Bueno, por lo menos podía estar tranquilo, ya no tenia nada de que preocuparse, así que solo tomaría un refrescante baño, se pondría más hermoso de lo que ya es, buscaría los obsequios, regresaría, se los entregaría a Steve, quedaría como un príncipe y, quien sabe, aprovecharía para hacer algún movimiento, porque ya estaba cansado de fantasear, después de tanto, era la hora de dar el primer paso, para saber a que se enfrentaba y si contaba con todo lo necesario para conquistar a ese anticuado y sensual hombre de los cuarenta.

******

Se sentía... Extraño. Cuando Pepper le entregó los obsequios, le miró de una manera extraña y le sonrió con picardía, deseándole que tuviera suerte y que pasara una linda noche.

Decidió ignorarlo, y bajo de su auto con todos los paquetes, para caminar hacia el ascensor y de ahí a su habitación. Dejaría los presentes ahí y cuando encontrara a Steve se los entregaría y le daría el mensaje de cada vengador, que por alguna razón, no se encontraban allí.

Una vez descargó los obsequios, salió de su habitación e iba tan distraído, que no notó a la otra persona que venía, hasta que chocó con ella.

—Stark, que bueno que te encuentro, necesitó pedirte un inmenso favor, pero, quiero que me prometas que no te vas a burlar, como sueles hacerlo— le pidió con seriedad, y con un tierno sonrojo de vergüenza, que el castaño fue incapaz de ignorar.

—tienes mi palabra, ahora dime, de que se trata y te diré si puedo o no ayudarte— comentó con su aire socarrón e irónico, pero mirándole con seriedad. El contrario suspiro, para llenarse de valor y atreverse a sostenerle la mirada al contrario, que le miraba con intensidad.

—necesito que por favor me enseñes a besar y a seducir. Se que tienes mucha experiencia en ello y hoy tendré una cita en la noche, y a esa persona le gusta... En pocas palabras, le gusta comerse el postre antes de la cena, no se si me entiendes, y necesitó aprender a hacer eso, si no quiero quedar como un inexperto. Crees que podrías ayudarme —le explicó siendo completamente directo y con un profundo sonrojo bañando sus pálidas mejillas.

******

Hasta aquí...

Esperó que les haya gustado.

¡Feliz cumpleaños a mi hermoso Steven Rogers!

Cien años no se cumplen todos los días, cariño.

Este sera un fic corto, no se preocupen.

Hasta la próxima

Nos leemos luego.

Clases De BesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora