Clases del alumno al maestro

9K 611 366
                                    

  —no, no lo hiciste mal, y ese es el jodido problema. Si sabias hacerlo, porque me pediste ayuda. Y no me digas que no lo sabes hacer, porque la reacción normal de un inexperto hubiese sido separarse, no hacer lo que tu hiciste. Explícame el porque, Steve... y quiero la verdad- exigió el castaño mitad confundido, mitad molesto. Acaso el Capi-paleta quería burlarse de él.

El rubio, bajo su vista a su regazo, tratando de hallar las palabras adecuadas para expresar su sentir, pero, al no hallar ninguna y en un destello de determinación, se subió sobre el regazo del castaño y acerco sus labios a los contrarios, empezando un nuevo beso, mientras empezaba a mecer suavemente sus caderas sobre la entrepierna del contrario.

-¡Steve, detente!- exclamó una vez logró cortar con el contacto del contrario, aunque la verdad, no estaba poniendo mucho de su parte para detenerlo. Se había empezado a sentir caliente desde que comenzaron con ese jueguito, y ahora que el contrario actuaba de esta forma tan provocadora y tentadora, su libido había crecido a niveles inimaginables. Quería que se detuviera, porque muy seguramente Steve estaba confundido, y él no se hacia responsable de lo que pudiese suceder si no se detenía en este instante.

-Tony... una noche, solo regalame una noche y con eso me conformo, no hablare mas del tema, puedes hacer de cuenta que no sucedió... solo una, por favor- le pidió, bajando la vista, para no enfrentar el rechazo en la mirada ajena.

-mírame, Rogers- pidió con voz autoritaria. El nombrado, sencillamente negó y se rehusó a levantar su mirada. El castaño, tomo con una mano la cintura ajena y con la otra, tomo el mentón del rubio, obligandole a subir la mirada. -que demonios te hace pensar que voy a conformarme con tenerte entre mis sabanas por una noche. Lo quiero todo, absolutamente todo. Acaso jamas has podido notar las tremendas ganas que te tengo, mira como me tienes ¡joder!- le exclamo frustrado, mientras dejaba su cara y llevaba una de las manos del rubio a su dura entrepierna. -puedes sentirlo. Ahora quiero que decidas, si aceptas quedarte conmigo, no solo como amante ocasional, sino, como pareja, accederé a todo lo que tu caprichosa mente desee, sino, puedes irte ahora y olvidaremos todo lo que aquí paso... tu decides- le dijo seriamente, mientras le miraba con leve temor, anhelo y un voraz deseo.

Steve solo atino a sonreír con verdadera felicidad porque sin esforzarse mucho, había logrado su cometido inicial.

Miro al castaño con decisión y deseo, para luego bajar la vista a sus adictivos labios, acortando la distancia poco a poco, hasta que ambos labios se encontraron, comenzando una danza furiosa donde el deseo, la pasión, el amor, la lujuria y los sentimientos que llevaban callándose desde hace tanto tiempo por fin salían a flote.

Steve empezó a mecer sus caderas sobre el castaño, a la par que lo besaba y sus manos luchaban por quitarle la camisa. Tony, por su parte se hallaba sumamente inquieto, así que mientras correspondía el beso, sus manos se ocupaban de manosear, apretar y tocar cuanto tuviese a su disposición. Sin importarle si le quitaba unos cuantos botones, desprendía la camisa del rubio con ansiedad y salvajismo, a la par que le devoraba la boca y de vez en cuando, bajaba una de sus manos a su trasero y lo amasaba con descaro y lascivia, sacándole jadeos ahogados al rubio que lo miraba abochornado y con lujuria.

-apresurémonos, Capi, yo no tengo toda tu jodida paciencia, y te juro que en este momento me estas matando- le susurro con la voz ronca y llena de excitación, mientras le desgarraba la camisa interior y se la quitaba como podía, dejándolo desnudo de la cintura para arriba.

-¡Tony, lenguaje!- le reprendió, con la voz ahogada y jadeante, lo que solo causo mas excitación en el castaño, quien sonrió pícaro, antes de sus siguientes palabras.

-en este preciso momento, me importa una mierda el lenguaje, Capi, solo quiero tenerte en mis sabanas gimiendo mi nombre- le confeso descaradamente, mientras le apretaba una nalga, para luego palmearla, sacandole mas jadeos y gemidos necesitados al rubio.

Clases De BesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora