II

19 2 1
                                        

Para los suertudos como yo
el amor de una madre salva,
no solo la vida, pues a mí,
que tan inmensamente triste he estado,
ha protegido mi espíritu en sus brazos.

Disipa la bruma,
pesada y oscura.
Y como arena,
soy capaz de deslizarme
entre los barrotes.

Fuera de la prisión
hay una ciudad en ruinas.
Esa es la vida real.

Por respeto a su memoria
comienzo a sembrar un jardín.

He aprendido de las cicatrices
que aún al caer la noche,
la luna me brindará luz.

De prisiones y jardinesWhere stories live. Discover now