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Recordaba el momento en que había conocido a Adam como si fuera ayer.
Fue en la fiesta de aniversario de mi padre, yo me encontraba en una de las esquinas de la sala en casa del susodicho, con una copa en la mano, tomando el champagne que ofrecían los mozos a escondidas ya que a mi madrastra le gustaba pretender que éramos una "familia" ejemplar, en donde su hijastra, menor de edad, no bebía ni hacia nada malo.
Esa noche había peleado con Scott, mi novio en ese entonces, como múltiples veces por el mismo motivo de siempre; los malditos celos, y necesitaba desahogar mi enojo con un poco de alcohol, aunque ese poco se convirtió en dos, tres, cuatro copas llenas de alcohol y para mi, que era muy susceptible en cuanto a las bebidas alcohólicas, me había afectado bastante.
Con el cerebro borracho, observé desde mi rincón a una adorable pareja ingresar por la puerta principal. En ese momento no sabia quienes demonios eran. Recuerdo haber visto al hombre y pensar en lo apuesto que se veía en su traje hecho a la medida y en como la mujer lucia de maravilla en su vestido rojo ajustado, haciendo lucir su trabajada figura. En síntesis, toda una pareja de ensueño.
Estaban de la mano y el esposo le daba besos a la mujer cada que podía, la tocó discretamente toda la noche como si no fuera capaz de contenerse al estar cerca de ella y yo morí de envidia. Pero no porque ella tuviera a Adam sino porque yo deseaba encontrar algún día un hombre que me mirara con aquel brillo de adoración en sus ojos.
En medio de la noche, decidí que había tenido suficiente de fingir ser amable con toda esta gente que no conocía y me dirigí hacia el patio a tomar un poco de aire.
Allí fue en donde me encontré con aquel hombre que había visto más temprano. El se encontraba fumando un cigarrillo de espaldas a mi y cuando escuchó el ruido de mis tacones contra el pavimento, giró hacia mi.
Y en ese preciso momento, uno de mis tacones pisó alguna piedra en el suelo y trastabille. El se apresuró a agarrarme del brazo para evitar mi caída.
- Mierda. - fue todo lo que dije en ese momento.
El lugar comenzó a dar vueltas alrededor de mi y tuve que agarrarme del hombro de la persona sosteniendome para evitar que mi culo ebrio aterrizará contra el suelo. El hombre era un gigante, seguramente estaba por el metro noventa y en ese momento, más que nunca, fui muy consiente de lo diminuta que era con mi metro cincuenta y cinco.
- Ven, sientate aquí - dijo el hombre, su voz tan profunda que mi piel se erizó.
Poco sabía yo que aquella voz sería motivo de todas mis fantasías más adelante.
Me dirigió hacia el banco en el jardín y me ayudo a sentarme. Tan pronto como lo hice, me saqué aquellos infernales tacones de mierda que me habían torturado toda la maldita noche.
- Estos hijos de puta fueron creados por el diablo, estoy segura - murmuré mientras los tiraba en algún lugar del jardín.
- Si, Definitivamente no van a ganarse el premio al calzado más cómodo por lo que veo - dijo el hombre a mi lado.
Volví mi atención hacia el y observe como tiraba su cigarrillo y lo pisaba con la suela de sus zapatos.
- Quién eres tú? - pregunté más bruscamente de lo que deseaba. Su cabeza giró hacia mi y mi corazón salto un poco al observar lo doblemente guapo que era de cerca.
Sus ojos eran de un color miel y eran tan profundos que cuando los mirabas fijamente sentías como te perdias en ellos, sus labios gruesos, la barba que cubría sus facciones angulosas y ese cabello negro azabache que lo tenía un poco largo y peinado hacia atrás, lo hacían el hombre más apuesto que mis ojos habían visto hasta el momento.
- Adam Foster - dijo extendiendo una mano hacia mi en modo de saludo.
- Ellie Marshall. - dije mientras estrechabamos las manos.
- Eres pariente de John?
- Es mi padre - contesté.
Adam me miro como si estuviera bromeando.
- Eres la hija de John? - pregunto asombrado.
Asentí.
- En ningún momento mencionó que tenía una hija - dice.
Sonreí con amargura.
- Si, soy algo así como un sucio secreto que pocas personas tienen el honor de conocer - comenté con ironía.
Mi mamá y John se habían conocido un año antes de que papá se casará con su esposa actual. Tuvieron un breve pero intenso romance que dejo a mamá embarazada y cuando papá se enteró, se asustó, alegando que no estaba preparado para ser padre y se fue. Al año siguiente, mama se enteró de que John se había casado . Y luego de estar los primeros once años de mi vida ausente, papá volvió a casa un día con la intención de finalmente hacerse cargo de su responsabilidad y como mi madre era una persona excepcional que no guardaba rencores, le permitió.
Mi relación con mi padre no era buena ni mala, estábamos en un incómodo intermedio que nos permitía sobrellevar la situación. Sin embargo, mi vínculo con Sarah, la esposa de papá, era otra historia. Ella me detestaba así como yo a ella.
- Sarah es tu madrastra. - dijo más como afirmación que una pregunta.
- Gracias a Dios solo madrastra - dije. - Imagínate si fuera mi madre biológica, le importaría más sus zapatos que su propia hija.
Me reí. Estaba complemente ebria sin embargo sabía que hablar mal de la "estupenda" esposa de mi padre a un completo desconocido no estaba bien, pero no me importaba.
- Es tan superficial - continúe - Nisiquiera sé que vió en ella mi padre, bueno tal vez es hermosa pero es que eso no lo es todo en está vida.
Necesitaba parar de hablar.
- Es una muy mala persona, nisiquiera tiene empatía por los demás.... si fuera por ella, se hubiera deshecho de mi hace mucho tiempo.
El hombre a mi lado se encontraba en completo silencio.
- Como sea, no me importa - hablé nuevamente - Me he acostumbrado a vivir sin su aprobación.
Finalmente decidí que era hora de cerrar mi maldita boca, y me recoste por el respaldo del banco antes de cerrar mis ojos.
Todo daba vueltas a mi alrededor. Dios, deseaba no empezar a vomitar delante del hombre.
- Soy hermano de Sarah - dice de repente la voz profunda a mi lado.
Abrí mis ojos.
- No me jodas.
Una pequeña sonrisa se forma en su hermoso rostro y por un momento me quedo embobada. Hasta que recuerdo sus palabras y finalmente reacciono.
- No, no te.... jodo - dice luego de una pausa - Somos medios hermanos.
- Pe...pero ella jamás dijo que tenía un hermano - hablé.
Bueno, tampoco era como que nosotras hablábamos mucho de la vida de la otra pero esas cosas simplemente.... las sabías.
-Bueno, no eres el único sucio secreto que pocas personas tienen el honor de conocer - dice irónico.
Apostaba mi riñón izquierdo que mi rostro estaba en una tonalidad roja fácilmente comparable con un tómate. Estaba tan avergonzada, no obstante no iba a pedir perdón después de todo, lo que dije era absolutamente lo que pensaba.
- Tendría que decir que lo siento por hablar de tu hermana de ese modo... pero realmente no lo hago - me encogí de hombros.
- Se supone que debería comportarme como un buen hermano y decir que Sarah realmente es buena persona y que en el fondo no es la mujer superficial que crees - dice - Pero no soy un buen hermano y todo lo que dices es verdad....así que a la mierda.
Sonreí.
- Cuantos años tienes? - preguntó de repente.
Consideré mentir y decirle que tenía dieciocho sólo por el mero hecho de hacerlo pero al final dije:
- Diecisiete.
Adam asintió.
- Mi hija tiene la misma edad.
- Tu no eres de por aquí No? - pregunté por el ligero tono español en su voz.
- No, nos acabamos de mudar. - confirmó.
Y así fue como Adam y yo tuvimos nuestro primer contacto, tan inocente, sólo dos personas hablando amistosamente sin predecir que en el futuro aquel "amistad" se convertiría en nuestra perdición.

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⏰ Última actualización: Jul 11, 2018 ⏰

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