Cuenta la leyenda, que en el Edén originario, debajo del árbol del Bien y el Mal, floreció un arbusto de rosas.
Junto a la primera rosa, nació un ave de bello plumaje y un canto incomparable, cuyos principios lo convirtieron en el único ser que no quiso probar el fruto prohibido.
Cuando Adan y Eva fueron expulsados del paraíso, cayó en el nido una chispa de la espada flamante de un Querubin, y el ave ardió en llamas al instante; Y de las mismas cenizas resurgió una nueva ave, El Fénix, con un plumaje inigualable, alas color Escarlata y cuerpo dorado.
La inmortalidad, fue el premio a su fidelidad al precepto divino, junto a otras cualidades, como el conocimiento, el poder curativo de sus lágrimas y su increíble fuerza.
Con el paso de los años, se ha convertido en el único ser, que arde en llamas para luego resurgir de las mismas.
El Fénix, con el poder divino del resurgimiento y del conocimiento, atesora los más grandes y exquisitos secretos que muchos científicos, historiadores y artistas anhelan.
También cuenta la leyenda, que es el único de su especie, que no tiene género, que representa la libertad en todo el sentido de la palabra y que es el único ser que con el paso del tiempo, recuerda con exactitud el camino hacia el escondido Edén, y que, la única manera de poder hallar al Fénix, es siguiendo su canto cuando sale del Jardín de Edén o en el mismo.
