t r e s

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¡Es hora de levantarse! —mi tío empezó a gritar, pero lo ignoré tapando mi cara con las almohadas.

— ¿Para qué? Estamos en vacaciones y quiero dormir.

No escuché una respuesta de su parte así que asumo que salió, por lo que sigo durmiendo hasta que siento unas manos tomándome de los pies para sacarme de la cama.

— ¡Levántate Elena! —gritó.

—¡No quiero! —me sujeté de las barandillas de el respaldar de la cama.

— ¡Es una órden! —sigue gritándome.

— ¡Sabes que nunca te hago caso! — le respondí del mismo modo.

— ¡Ya levántate! ¡Los Cullen te están esperando abajo!

— ¡Cuéntame otro chiste! —le hablé con sarcasmo mientras seguía intentando zafarme.

— ¿Cuál chiste? —escucho a alguien más hablar.

Intento, una vez más, zafarme del agarre de mi tío y me incorporo sobre mi cama. Edward está en la habitación y me mira con diversión.

— Te lo dije, amor. —me dice mi tío saliendo de la habitación riéndose de mí.

Edward cambia su expresión de diversión por una relajada. Se sentó a mi lado y me miró fijamente a los ojos.

Tiene los mismos ojos que Bella.

— Elena, necesito hablar contigo primero antes de que bajes con mi familia. —dice con total seguridad.

— Adelante... —le indico.

— Necesito que pases más tiempo con Jasper. —suelta de pronto y yo me quedo confundida ante su comentario.

— ¿Por qué debería? Ni siquiera cruzó palabra conmigo ayer. —lo miro, frunciendo el ceño.

— Lo sé, pero hazlo, por favor. Gracias y hasta pronto. —dice y de pronto sale de la habitación, dejándome atónita.

¿Para qué querría Edward que pasara más tiempo con Jasper?

Ignoro mis pensamientos y me dirijo a la ducha donde me doy un baño rápidamente, me pongo algo de ropa y me cepillo los dientes antes de bajar con los Cullen y mi tío.

Bajo las escaleras haciendo maniobras de gimnasia sobre la barandilla y caigo de pie, con el cabello en la cara.

— Nunca vas a dejar de hacer gimnasia, ¿verdad? —pregunta Bella desde el sofá de la sala de estar.

— No, lo sabés muy bien. —le contesto con aire egocéntrico y me siento a su lado.

— Se te da muy bien eso, Elena. —me comenta Carlisle asombrado. Yo le sonrío tímida en respuesta.

Los señores Cullen empezaron a hablar con mi tío Charlie hasta que se fueron alejando hacia la cocina, los demás nos quedamos en la sala principal.

Luego de unos minutos en silencio, Alice fue la primera en hablar.

— Elena, ¿tienes novio?

Yo pienso muy bien lo que voy a decir y cuando estoy a punto de hablar, Bella me interrumpe.

— No, ella no tiene novio. —le responde a la castaña y me mira de reojo.

¿Qué tratará de hacer Bella?

— Oh, entonces no te importará salir conmigo algún día para ver chicos, ¿o sí? —me mira pícara.

— Pues no, la verdad no me importaría. —le respondo sincera. ¿Qué hay de malo con eso?

Alice sigue haciéndome preguntas algo personales, pero de igual forma las respondo todas con sinceridad, pues todos ellos me transmiten confianza y sé que dentro de poco los consideraré realmente parte de mi familia, aunque en teoría ya lo somos gracias a Bella e Edward.

Veo a Edward sonreír mientras me mira, yo noto eso y volteo a verlo directamente.

— ¿Por qué sonríes? —le pregunto con curiosidad y él se tensa, otra vez.

Pero ésta vez, no sólo Edward lo hace, sino todos los presentes, menos Bella.

— Recordé algo, descuida. —me dice y trato de creerle.

Seguimos hablando tranquilamente hasta que Rosalie me preguntó lo que temía.

— ¿Por qué estás en casa del padre de Bella? ¿Dónde están tus padres?

Me vuelvo muda y trato de pensar en lo que le diré, ya que todos me miran esperando una respuesta de mi parte.

¿Cómo les digo que mi padre abusaba de mí y de mi madre? ¿Cómo le explico a Bella que me han echado de casa y me ha tocado viajar desde los 16? Creo que es mejor no decirles nada e inventarme algo sencillo.

—Yo... Acabo de graduarme y vine de visita, mis padres viven en México. —expliqué. Aunque no sea la verdad completa, en realidad no mentía.

Edward pasa de estar sonriendo a estar serio y con un destello de ira en sus ojos y, al parecer no soy a única en notarlo, así que me siento incómoda de inmediato y decido irme de allí con la excusa de ir al baño.

Llego a la cocina con mi tío y los suegros de Bella pero rápidamente me doy cuenta que me he dejado el celular en el sofá, así que vuelvo por él porque no tengo pensado en bajar más a la cocina porque era muy incómodo el ambiente. Cuando apenas iba llegando a la sala, me escondí detrás de una pared cuando escuché mi nombre salir de la boca de Edward. Sonaba enojado.

— Elena no te ha dicho la verdad, Rosalie. —aseguró.

— ¿Qué oíste de sus pensamientos? —preguntó mi prima.

Edward suspiró pesadamente antes de decir lo que me hizo temblar de miedo: —Escuché que su padre abusaba de ella y la echaron de casa a los dieciséis años, desde entonces se la ha pasado viajando pero ahora no tiene adónde ir.

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