s e i s

7.3K 535 83
                                    

— Elena, cuéntanos a cuáles lugares has ido de viaje —preguntó Carlisle tratando de hacer conversación conmigo, ya que era la única que no hablaba.

— Pues, he estado en Centroamérica y Sudamérica. —le respondí.

— ¿Ah sí? —mi tío levantó su ceja y me miró pensativo—. ¿A cuáles lugares has ido?

— He estado en Colombia, Chile, Perú, Argentina, Panamá, Brasil, Costa Rica, El Salvador, Uruguay y fui unas veces a Hawaii con Bella; también he estado en Guatemala y sobre todo en México. México es maravilloso, al igual que Panamá y Costa Rica. De hecho mi familia está viviendo en la Ciudad de México. —sonreí al recordar todo lo que viví en esos lugares.

— Dicen que en Panamá y en Costa Rica hay playas hermosas, ¿has visitado algunas? — me preguntó Esme. Parecía interesada en escuchar más sobre esos lugares.

— Sí. Desde niña practicaba el surf y fui a esos lugares sólo para eso, pero los países en sí son bastante hermosos, en Costa Rica hay una fauna y flora de ensueño.

— Recuerdo que cuando tenías 13 años fuimos a Hawaii, Elena es experta en el surf. —rió Bella al recordar.

De pronto me sentí observada, así que volteé a mirar a los lados y me topé con la vaga mirada de Jasper sobre mí. Al parecer le dió pena ya que apartó su rostro enseguida.

— ¿Has competido alguna vez? —preguntó Seth mirándome interesado. Jasper al instante fijó su vista en él.

— Sí. En repetidas ocasiones y, no es por alardear, pero siempre quedaba en primer lugar. —reí y todos hicieron lo mismo.

Rose empezó a hablar sobre lo mucho que odiaba el agua mientras que Seth no me quitaba la mirada de encima, lo cual me hacía sentir un poco incómoda. Observaba cada movimiento que hacía.

Mientras tomaba un poco de refresco de mi vaso, sentí una mano recorrer mi pierna. Miré a mi lado derecho y pude ver al amigo de mi tío sonreír con satisfacción. Al instante supe que fue él quien me tocó la pierna, lo que me hizo sentir asqueada.

A este punto me sentía bastante incómoda y quería irme, pero de pronto sentí que mi silla se corría sola hacia la izquierda. Miré y era Jasper pero éste ya estaba matando con la mirada al tipo a mi lado.

Durante horas los demás siguieron hablando, hasta que no pude evitar sentirme más incómoda de lo que ya estaba al notar que Seth, Jacob y Embry no me quitaban los ojos de encima, además del hombre a mi lado, así que salí de ahí totalmente sofocada e incómoda y me dirigí hacia afuera a tomar un poco de aire y despejar mi mente.

Caminé un rato al rededor de la casa y por último me senté en el patio. Ya había oscurecido y las estrellas estaban empezando a salir. Me tumbé en el césped y me quedé unos minutos viendo la noche estrellada, hasta que sentí una presencia a mi lado.

— Bonita noche, ¿no? —su voz sonaba tranquila y no pude evitar sonreír al escucharlo.

— Lo es. De niña solía quedarme horas viendo las estrellas con Bella hasta que nos quedábamos dormidas y Charlie nos llevaba a mi cuarto.

Era la primera vez que Jasper cruzaba una palabra conmigo. Nos quedamos en silencio un rato hasta que volteé para ver si seguía allí, Jasper estaba a mi lado, bastante cerca de mí.

Tenía sus ojos cerrados y pensé que se había quedado dormido, así que me levanté un poco y me acerqué a él. Cuando estaba lo suficientemente cerca él abrió sus ojos y me sobresalté un poco, eso le hizo gracia y de un momento a otro, me tomó de la cintura y me atrajo a él. Quedé con mi cabeza sobre su pecho y su brazo alrededor de mi cintura.

Estaba sorprendida, ni siquiera sabía qué hacer o porqué razón estaba dejándolo estar tan cerca de mí. No me sentía extraña, al contrario, me sentía muy bien estando a su lado.

Nunca había hablado con Jasper y ahora estábamos juntos, tumbados sobre el césped del patio mientras vemos las estrellas. Juntos. Muy juntos.

No podía negar que la sensación que tenía era agradable. Empecé a sentir mariposas en mi estómago y creo que fui muy evidente, porque al instante notó que estaba nerviosa, así que puso su otra mano sobre mi espalda y me atrajo más a él.

Estaba literalmente encima de él pero no era incómodo, era agradable. Admito que podría estar así horas de horas.

Nos quedamos un tiempo así hasta que mis ojos se fueron cerrando poco a poco y no me di cuenta en qué momento me quedé dormida sobre su pecho, con mi cintura sobre la suya y nuestras piernas entrelazadas.

WavesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora