Saliendo Del Valle

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Durante toda su niñez, ken vivió en la protección de su pueblo natal localizado en un pequeño valle entre altas montañas que lo protegían de los forasteros y lo hacían un lugar distante y de difícil acceso pero ahora debía dejar la seguridad de su pueblo natal el único lugar que había conocido para recorrer el mundo y convertirse en un hombre y también en un gran guerrero samurái, toda su vida lo habían estado preparando para este viaje, el viaje de su vida, un viaje en el que podría morir como don nadie o convertirse en leyenda.
Esa misma mañana le dijo adiós a todo y a todos los que conocía para emprender su camino, ahora se encontraba atravesando el sendero oculto entre las montañas, un túnel secreto que llevaba la falda de la montaña, a un valle vecino bastante peligroso pues era territorio de tigres salvajes pero también de temidas criaturas conocidas como harpías.
Comenzó a bajar la colina viendo los alrededores, en esta parte la montaña era gris con rocas sueltas en el suelo pero más adelante podía verse el verde valle que se extendía varios kilómetros y que era delimitado por un tupido bosque de pinos que se extendía hasta donde llegaba la vista.
El cielo sobre él estaba casi despejado aunque no faltaba una que otra nube blanca que tapara el sol y ocultara a los demonios halados que solían sobrevolar el lugar.
Las arpías eran criaturas aladas, demonios que se hacían pasar por bellas mujeres, que seducían a los viajeros para llevarlos a sus nidos y devorarlos o si tenían menos suerte usarlos para aparearse hasta que estos desfallecieran.
Ken escucho muchas historias sobre estas demonios voladoras toda su vida, pues eran uno de los pocos peligros de la vida entre las montañas, siempre lo amenazaban con no alejarse mucho del pueblo o sino las arpías se lo llevarían.
Mientras bajaba la montaña con su mochila al hombro y su espada enfundada en su cinturón no dejaba de observar los cielos, atento a cualquier figura o silueta que apareciera pero para su suerte la primera media hora de su descenso no vio nada fuera de lo común, aquello lo hizo bajar la guardia y seguir confiando viendo al frente.

- Estaré seguro cuando llegue al bosque, lo bueno es que no falta tanto… - Se dijo eso a sí mismo, viendo la línea de árboles a la distancia, debían estar todavía a unos dos o tres kilómetros pero era poco en realidad.
Sin embargo, en los cielos entre las nubes una de esas haladas criaturas ya había divisado al pequeño Ken, que era un blanco fácil en aquel valle.

-Eres mío, humano… - Dijo la criatura de figura femenina, de largas y enormes alas emplumadas grisáceas y negras. En esos momentos la arpía empezó su rápido descenso en picada hacia Ken, quien caminaba por el valle de espaldas a ella ignorando el inminente peligro.
El demonio halado alcanzo su máxima velocidad en picada y al estar a unos 30 o 20 metros de su objetivo dejaría escuchar un agudo y amenazante chillido que le helaría la sangre a Ken.
Los vellos de su nuca se erizaron al escuchar aquello, de un segundo a otro su mayor temor se había vuelto realidad giro su cabeza y parte de su cuerpo para hacia atrás, notando a la feroz criatura que ya estaba casi sobre él.

Los ojos de ken se abrieron como platos y sus cabellos se encresparon  pero logro reaccionar rápido y se lanzó al suelo hacia un costado para esquivarla, logrando evitar que lo agarrara. La arpía paso de largo y ken pudo sentir el viento provocado por las fuertes alas de esta, la criatura maldijo por fallar en su arremetida pero volvió a elevarse y se giró para ver al joven humano.

- Te has salvado por suerte, pequeño… pero no escaparas de mi… - Dijo con aguda voz y molestia.

Ken levanto la cabeza para verla de nuevo y quedo pasmado ante lo bella y aterradora que era, cuerpo perfecto de mujer, esbelto de senos pequeños pero redondos con rosados y pequeños pezones que los adornaban, cintura fina y caderas anchas, sin nada que cubriera su sexo, nada más que un pequeño triangulo de vello púbico, piernas anchas que terminaban como las extremidades de un águila con tres largas curvadas y puntiagudas garras en cada pata, muslos cubiertos por un leve plumaje que llegaba hasta los costados de sus caderas, se extendía por su espalda y los costados de su cuerpo dejando la parte frontal de su torso desnudo.  Brazos y manos humanas pero con dedos más alargados y largas uñas como garras curvadas y puntiagudas. Y por supuesto lo que más resaltaba, sus grandes y grisáceas alas que salían de la mitad de su cuerpo y aleteaban para mantenerla elevada haciendo que Ken pudiera sentir las corrientes de viento que generaban.

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⏰ Última actualización: Jul 01, 2018 ⏰

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