"Pesado"
Así descibiría el tiempo de aquella tarde.
Desde hacía varios días se había anunciado una inmensa tormenta, tormenta que se negaba a aparecer y en cambio llenaba el ambiente con un terrible e inmenso calor.
Apenas a dos cuadras de haber salido de su trabajo el sudor ya le cubría el pecho y podía sentirlo resbalar por su espalda. Rebuscó entre sus bolsillos en busca de su confiable goma, tomó su cabello e intentó hacer una pequeña coleta, sin embargo éste no era la suficientemente largo para permanecer sujetado y en un par de minutos tenía el cabello de nuevo en el rostro. El camino a casa solía ser agradable, siempre y cuando la madre tierra diera de su parte y las grandes multitudes se disolvieran.
El transporte público no era una opción. No con tal calor. Ya tenía suficiente con su sudor como para soportar el de los demás en un lugar tan cerrado como un tranvía, y el caminar ni siquiera era una opción. Bebió un sorbo de agua y se sentó a la sombra de un árbol. Revisó sus bolsillos y contó las monedas que tenía, apenas el suficiente. Aquella mañana se había dejado la billetera en casa debido a que su alarma no sonó.
Tendría que usar todo el efectivo con el que contaba para tomar uno de esos nuevos "camiones ecológicos". Eran más caros que las otras opciones de transporte pero lo dejaría cerca de su hogar y se evitaría en gran manera de las aglomeraciones de trabajadores y estudiantes que tambien volvían a casa.
Se dirigió a la estación, compró un boleto y se recargo contra la pared a esperar. En el lugar había un par de colegialas, dos ancianas que se cuchichiaban y un chico de grandes gafas enfrascado en su videojuego. No pasó mucho cuando uno de los guardias se acercó a él ¡Ah, la gran ciudad!.
— ¿Qué haces aquí muchacho?— Dijo con voz firme bajo las grandes gafas de sol.
—De seguro que vengo a hacer un depósito, esto es un banco, ¿No?.
—Déjate de bromas, niño. ¿Dónde está tu pasaje para abordar?.
A decir verdad había sido un tiempo record, nunca se habían tardado tanto en abordarlo para pedirle una identificación o algo parecido, parecía que los gitanos no podían hacer algo que no fuera algún crimen.
—Déjeme en paz.
—Más vale que te marches de aquí, hippie, no me hagas sacarte a la fuerza.
—Si cumpliera bien su deber se habría dado cuenta de ésto— Peter le mostró el boleto entre su dedo anular y su dedo medio extendido en una clara señal ofensiva.
El hombre regordete y suduroso se marcho enfurecido pero mantuvo su vista fija sobre él.
No le importaba, estaba bastante acostumbrado. Tomó un cigarrillo de su bolsillo y lo encendió. La primer calada fue como un soplo de aire fresco en el rostro, bien podía ser su imaginación pero fumar siempre le ayudaba, sabía que no era algo sano pero de algo debía morir y porqué no morir de algo que te hiciera feliz.
A lo lejos divisó el gran camión de color verdoso que se acercaba, apresuró su cigarrillo y lo tiró al piso para aplastarlo con su bota, pudo escuchar como el guardia chirriaba los dientes. Se acercó a una de las compuertas y ayudó a una de las viejas a subir aunque ésta murmuró algo sobre los "sucios y ladrones gitanos".
El aire frío del vehículo acarició su rostro y soltó un pequeño silbido de felicidad, las personas se giraron a verlo.
Las personas siempre juzgan.