Parte Única

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Cuando Tony se despierta muy temprano en la mañana, la ausencia de Steve es evidente. El lado de la cama donde normalmente duerme está frío; se ha marchado mucho antes. Quizás fue a correr y luego se dirigió al trabajo. O tal vez este año sí recuerda su aniversario y salió a comprarle algo antes de su jornada. Pero la cama, que en otros días le habría ofrecido consuelo, hoy se siente más vacía de lo normal.

Al medio día, suena su teléfono para confirmar la reserva en su restaurante favorito. El suave golpeteo en la puerta de su oficina, seguido por la entrada silenciosa de Happy, su chófer, le recuerda que ya es la hora del almuerzo. El reloj avanza más rápido de lo que pensaba, y el vacío en su estómago coinciden con la sensación de que el día ya se le ha escapado de las manos. Revisa su móvil: ningún mensaje de Steve.

—Hoy no, tengo trabajo pendiente —responde rápidamente, mientras Happy espera en la puerta.

La breve vacilación en la mirada de su amigo le dice que hay algo que no se atreve a mencionar, o tal vez solo sea lástima. Tony aparta esos pensamientos, convencido de que está realmente ocupado. Las maletas que ordenaron llegaron el día anterior, y no ha tenido tiempo de empacar. También hay papeles para revisar y firmar; se convence de que todo esto es razón suficiente para no haber enviado el primer mensaje, para no haber preguntado dónde estaba Steve.

A las cinco de la tarde, Happy reaparece en la oficina con los documentos más urgentes en mano, listo para llevarlo a su hogar. No hay necesidad de darle instrucciones; Happy siempre sabe qué hacer.

A las ocho y quince de la noche, Tony sale de su departamento con el corazón pesado. Steve había llamado para avisar que llegaría a las nueve, pero Tony apenas tuvo tiempo de recoger todo antes de marcharse. Su cabeza está llena de pensamientos que intenta reprimir.

—Buenas noches, señor. ¿En qué puedo ayudarte? —la voz del anfitrión del restaurante lo saca de su ensimismamiento.

—Tengo una reservación en el nombre de Tony Stark.

—Por supuesto, sígame.

Tony apenas asiente, siguiendo al anfitrión como si estuviera en piloto automático. La conversación que debería tener con Steve puede esperar hasta mañana. Esta noche, simplemente no puede enfrentarlo, así que ha decidido dormir fuera.

—Por aquí. Mesa para uno —dice el anfitrión, con una ligera vacilación al ver que Tony está solo en lo que debería ser una velada especial.

Cuando Steve entra al departamento completamente a oscuras, ya son pasada las nueve y media. Se siente algo desorientado al principio, pero lo primero que nota son las maletas junto a la puerta. Frunce el ceño, confundido, mientras camina hacia el salón. Llama a Tony, suponiendo que aún está en casa. La angustia comienza a invadirlo, y su mente, lenta en procesar lo que ve, se detiene en un detalle doloroso, hoy es su aniversario.

"Imbécil", piensa, maldiciéndose.

Con torpeza, busca su celular en los bolsillos y marca mientras recoge una carpeta que encuentra sobre la mesa. Los nervios lo sacuden cuando tampoco recibe respuesta esta vez. Estruja con fuerza sus cabellos porque no puede ser que Tony haya ordenado el divorcio y que las maletas en la entrada sean para él. 

Suficiente. Stony | OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora