Maldije para mis adentros y me quite los auriculares, me apresure a recoger mis cosas del suelo, me agache en el suelo y trate de meter toda mi correspondencia en mi bolso,  hasta que una mano me tendió un par de cartas que estaban por ahí.

       Casi me muero de la vergüenza, en eso el caballero se queda mirando las cartas que tenía en su mano y me mira; la madre que me pario.

       Por el amor a Dios, casi me da un ataque cardiaco, sus ojos me impresionaron enseguida, eran de un azul oscuro que resaltaban unas cejas prominentes.

      Me ayuda a levantarme, sus mano era gigante en comparación con la mía, me entrego mis cartas   y en ese momento sentí que la cara de ardía de la pena que sentía por mi gran idiotez.

       -Trata de tener más cuidado. Si no a la próxima podrías herir a alguien con tu bolso. – Dijo esbozando una sonrisa seductora, que casi hace que me desmaye.

Su voz era una caricia para mis oídos y eso hizo que me estremeciera. Le pedí a Dios que me regresara mi sentido común para poder responder. Guarde las cartas y cerré bien mi bolso.

    -Descuida, cree me no volverá a suceder. Creo que esta sería un arma muy letal con todo el peso que tiene.- Dije y él se rio; en ese momento me di cuenta de lo alto que era y lo imponente que se veía.

     -Vale, te tomo la palabra…- me dijo acercándose peligrosamente a mí. Era impresionantemente alto porque tuve que levantar la cabeza para poder seguir pirándolo a los ojos. Se veía que era esbelto aunque su jersey color crema con cuello en V de borde azul le resaltaban sus ojos. También se podía ver que estaba en forma. Desvié la mira por mi absurdo pensamiento y trate de pensar en una salida que no me dejara como una tremenda idiota.

     - Es tarde y tengo que hacer unas cosas, así que… No te robare más de tu precioso tiempo.- Le dije rodeando hasta quedar más cerca de mi auto que estaba abierto. El se quedo pensativo y su mandíbula cuadrada se tenso, al darse cuenta que me estaba marchado.

     - Descuida, no tengo ningún inconveniente.- Me dijo con una mira intensa, que no pude seguir manteniendo. – Pero al parecer tú sí, así que mejor sigue cantando y haciendo lo que hacías… - Dijo finalmente rascándose  una barba incipiente de color castaño oscuro.

    Dios necesito un respiro, a me desmayare y no puedo hacer el ridículo dos veces en menos de diez minutos. Le sonrió, y me despido de él con la mano. En eso el camina a donde esta mi audi, y abre la puerta para que yo entre.

-Vale, ya he entendido; nos vemos luego. – Me sede el paso para que entre.

        -De acuerdo, pero no creas que estoy siendo grosera, es que tengo prisa.- me excuso, y eso me joroba tan solo de pensar que no volveré a ver a ese guapuras.

      Entre en mi auto para dirigirme a casa de mi ya ex jefa. Lo mire a través de los vidrios oscuros, aun así sentía que él me podía ver. Y señalo mi ventana, como señal de advertencia o eso creo, mientras salía del ambleo estacionamiento vi que llevaba unos jeans que lo hacían lucir como sacado de una revista de Calvin Klein. Me odio por ser tan tosca, pero lo más interesante es que estaba aun mirando mi coche con una risa en la cara, hasta que lo perdí de vista.

    Casi llegando a casa de Ángela me di cuenta de un regalo que un regalo que se cayó de la caja, lo cogí y me di cuenta de que ese regalo no estaba allí cuando me fui a Paccini, tal vez fue Marcos. Mire el nombre y decía Cedric. Parecía un regalo caro así que lo coloque cuidadosamente en el monto.

    Llegué a mi apartamento casi a las nueve, el trafico los viernes por la noche en Boston eran horribles si se vivía en pleno centro. Tome una ducha rápida y me puse cómoda; saque la hamburguesa de McDonald’s de la bolsa.

    Revise el correo, una carta de mis padres, otras de publicidad y unas de la Editorial Domecq. La publicidad la bote, las de mis padres eran las fotos de su nueva casa en Versalles; pero las de la editorial no me las esperaba.

     Estimada Srta. Hamilton, espero que no tenga ningún inconveniente con esta carta, lo que sucede es que he tratado de comunicarme con usted y no tengo ningún correo para dirigirme a su persona; le escribo porque quería que me dejara todo en orden para el lunes a primera hora; ya que esa información solo se la pude enviar a su jefa.

   Mi nombre es Cedric Domecq; y me han enviado desde Francia a dirigir la compañía de Boston le agradecería si usted podría darme informes y mas información de esa ciudad. Mi asistente de Francia le enviara cartas hasta que  vaya a Boston y cuando este en  la editorial, el cargo estará en sus manos y será mi única asistente.

Cedric Domecq.

Presidente de Editorial Domecq.

Pd: Por favor, comuníquese conmigo.

Cedricdomecq@gmail.com

     Santo cielo la carta es de el miércoles, por suerte todo estaba en orden e impecable para el lunes. No hay rastro de que esa hubiera sido la oficina de otra persona, ya estaba remodelada y hasta el ordenador era nuevo, por la información que conseguí en las otras cartas, el señor Domecq era familia del dueño de la editorial; habla tres idiomas a la perfección, francés, inglés y español. De los cuales el francés era su lengua nativa, el inglés también dado a que su madre era inglesa.

   Se graduó en la universidad de Oxoford con honores, en fin este señor ya tiene mis respetos, irrefutablemente.

    Termine de leer las cartas y agregue su correo. Todo estaba en orden. Aunque todavía necesitaba arreglar lo de la visita de Melanie a Boston el mes de septiembre.

Mirame y nunca me dejes...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora