Mucha gente piensa que estudiar es una perdida de tiempo. Yo soy completamente opuesta a esa reflexión. Puede ser porque soy un puto cerebro con piernas, o porque me tome muy en serio las clases de literatura de la señorita Harrison. De todas maneras estudiar no es algo de lo que preocuparse. Es cierto que un currículo luce más con una carrera de filología hispánica antes que uno en el que apenas se ha superado la enseñanza secundaria obligatoria, pero alguien acabará contratándote. Nací en La Paz, Bolivia, donde mis padres me designaron como Sophie. Cuando a penas llevaba dos años viviendo en Bolivia, mis padres tuvieron que viajar a España junto a mi por trabajo. Igual la carrera de filología no les hubiera vendido tan mal. Con seis años me detectaron un síndrome de Savant leve, lo cual me hace ligeramente más inteligente que cualquier superdotado. O al menos que la mayoría de ellos. Mis padres desconocen el origen de esta rara anomalía, pues se podría decir que mi árbol genealogico no presume de demasiado cociente intelectual. Durante 6 años estudié en un colegio público de Madrid, el cual se encontraba a unos cuantos kilómetros de mi zona. Posteriormente entre en un instituto algo más cercano a mi casa, donde me sentí algo ignota. Apenas conocía gente, así que pasaba los recreos dibujando o haciendo alguna chorrada por el estilo. Actualmente tengo 15 años, estudio en tercero de la eso, y tras el verano accederé a cuarto, último curso de la Eso. Tengo pensado estudiar política o derecho, tal vez algo de economía.
7 de Junio 2018
Andaba hacia mi casa a paso ligero mientras miraba las fotografías que había subido la gente a instagram. Vivo en un pueblo rural de Madrid en el que todo importa una mierda. Todo el mundo aquí es jodidamente superficial, da igual tener un sobresaliente en cada una de las asignaturas o la casa más grande del país, ya que si no fumas ni vas haciendo el subnormal por la calle con música a todo volumen y mirando por encima del hombro al resto, no importarás una mierda. Puede que si yo fuera así mis problemas se solucionaran, pero me niego rotundamente a tener tales actitudes. Encajar no es lo mio, aunque tampoco me hace falta. Al llegar a mi casa fui directamente a la cocina, calenté las lentejas que mi madre me dejó preparadas en el microondas y me dispuse a comer mientras veía las noticias. Nada nuevo. Política, accidentes... Al terminar preparé mi bolsa de atletismo y empecé a charlar por WhatsApp con un antiguo amigo. El era lo único que tenía, y se mudó a una ciudad a unas 3 horas de mi, así que no queda otra. No hice nada más interesante en toda la tarde. Deberes de clase buscar aplicaciones estúpidas en el móvil... Hago atletismo 3 horas a la semana. No es por nada en especial, mi instituto te da las clases gratis, y no tengo mucho mejor que hacer. Al salir de casa empecé a oir unos petardazos a lo lejos. No me preocupó, ni siquiera les presté atención. Las clases de atletismo fueron normales. El buenorro de mi entrenador nos hace correr durante toda la hora, por lo que suelo salir sudando. Al menos así hago algo de ejercicio. Durante el camino de vuelta, todo se empezó a torcer. Las pequeñas explosiones de antes se repetían constantemente, en ocasiones sonaban en ráfaga. Pensaba que eran petardos, o algún tipo de pirotecnia típica de las ferias, hasta que un camión que apenas el estaba a unos metros por delante mía reventó. Mi vista de veía nublada por polvo, y tampoco era capaz de escuchar nada. Mis oídos realizaban un largo y chirriante pitido. Quería arrancarme las orejas, mis ojos sollozaban. Me tiré al suelo rodeando mi cabeza con los brazos. Lo que apenas transcurrió en 5 segundos se me hicieron siglos. Tal vez por el dolor de oídos o por el susto, pero si algo tenía claro en ese momento, era que el corazón se me iba a salir del pecho. La nube de polvo se fue desvaneciendo, no era capaz de escuchar nada, así que me levante tambaleándome y corrí a través de la carretera como pude. Pasó un coche a apenas centímetros de mi, golpeando mi cadera con su retrovisor. De haberme levantado 2 segundos más tarde del suelo ese coche me hubiese llevado por delante. Mi mente estaba en blanco. Avancé arrastrando mi cuerpo hacia unos pareados en obras. Siempre los veía al pasar por la zona, me pareció buena idea meterme ahí hasta que todo se calmará, empezando por calmarme yo. El recinto parecía vacío, tal vez la obra en ese momento estuviera parada, o simplemente en ese momento no hubiera nadie trabajando. Mientras abría la valla para entrar, mi cuerpo temblaba demasiado. El corazón me iba mil por hora, y seguía sin ser capaz de escuchar nada. Una vez accedí al recinto, y al ver que la valla que bloquea el paso a las casas recién terminadas estaban bloqueada por un candado, decidí saltarla. Una vez arriba miré hacia atrás. Tenía la vista borrosa, e iba recuperando algo de oído. Sólo se apreciaban algunos gritos en la distancia y, sobretodo, alarmas de coche pitando una y otra vez. Al bajar de la valla noté algo que por el shock del momento no noté. Tenía la cadera sangrando. No sabía si fue por la explosión, por el golpe del coche o por cualquier otra cosa, pero parecía grave. En apenas un segundo, mi cadera perdió completamente importancia, al ver a dos hombres vestidos del ejército, disparar con un arma de fuego a una mujer que corría. La dispararon una vez, tras otra y tras otra, y siguieron avanzando como si nada. El mundo se había vuelto loco. Cuando logré reaccionar, me tiré rápidamente al suelo para que no me vieran. Pasaron de largo, y efectivamente no lograron percatarse de mi. Recogí una roca del suelo, prácticamente del tamaño de mi cabeza, y la lancé contra el cristal de una de las casas para refugiarme dentro. Al segundo golpe con la roca conseguí partir el cristal, y cientos de pequeños trozos de este golpearon el suelo. El ruido apenas se apreció, pues lo único que se oía por la zona eran disparos, coches y gritos. En ese momento me di cuenta, de que en apenas 5 minutos toda mi vida se había corrompido. Todo a mi alrededor estaba destruido, a donde mi vista alcanzaba ver se visualizaban llamas y explosiones. ¿Un ataque ruso? También pensé en ETA, pero hacía a penas dos meses desde que se habían disuadido. Tenía tantas preguntas, que ni siquiera podía pensar. Fui al piso superior de la casa para buscar un lugar seguro en el que pasar el tiempo, y encontrar algo para mi cadera. Tampoco me olvidaba de mi familia, mis padres estaban trabajando, dios sabe donde y como están ahora mismo. Saqué mi móvil y busqué por internet una retransmisión de televisión en directo para informarme de la situación. A penas pude escuchar durante 10 minutos, hasta que la emisión se cortó. Toda la electricidad se fue, así como mis datos móviles. Por lo que pude ver, lo que estaba ocurriendo no sólo era en mi pueblo. Toda España estaba siendo atacada por hombres armados y aviones bombarderos. Por Madrid centro al parecer estaban pasando tanques. No podía ser posible lo que ocurría. ¿Tanques? Como si fuera cosa de videojuegos, estaban ejecutando civiles, a todo el que veían lo disparaban hasta neutralizarlo. Se ve que todo era cosa del gobierno español, pero... ¿Por qué? No tiene sentido que ataquen de esta manera a su propio país, algo iba mal. Jamás oí sobre algo por el estilo, era una locura. Cuando toda la electricidad se fue, decidí arrancar unas cortinas que había en las ventanas para atatmelas a la cintura, tal vez así detendría mi hemorragia un poco. El dolor era infrahumano, me quería morir. Intenté llamar al teléfono de mi padre, pero también estaban caídas las líneas. No podía quedarme en ese lugar mucho tiempo, está completamente vacío, no habia comida, y el agua aún no corría por esas casas. Al fin y al cabo estaban aún en construcción. Decidí pasar la noche allí, y al día siguiente ir hacia mi casa, donde tendría comida, agua, y tal vez estuvieran allí mis padres.
Me quité la camiseta y bajé los pantalones a la altura de mis rodillas para observar el estado de mi cintura. No era tan grave como parecía, pero aún así tenía que hacer algo. La cortina con la que rodeé mi cintura no servía de nada, así que más bien la tiré ventana abajo. Utilicé mi vieja camiseta para hacer un apaño y, al menos, evitar rozaduras. Durante las siguientes dos horas estuve asomada a la ventana, con la persiana semicerrada para evitar llamar la atención. Cada dos por tres pasaban camiones militares, no vi ni a un solo civil por la calle. Todo se había calmado desde la explosión, no fue algo grande, pero ocurrió demasiado cerca mío. El teléfono a penas me servía de nada, no había cobertura, y a penas tenia batería. Era al rededor de las 22:00, así que decidí buscar un sitio en el que pasar la noche. Cogí una pequeña lona de la parte delantera del chalet para usarla como colchón, aunque no era de lo más cómodo. Al principio pensé en dormir en la zona de el garaje, pero dado que la puerta no estaba terminada, y que con tal solo levantarla hacia arriba se abría, decidí que no sería demasiado sensato. Finalmente me tumbé en la buhardilla de la casa. La puerta de esta tenía cerradura, pero por supuesto no tenía la llave. A penas pude dormir en toda la noche.
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Guerra sin fin
Ficción GeneralSophie tenía un futuro. Tenía sueños, aspiraciones que cumplir e incluso un cociente intelectual superior al de el resto, debido a un extraño síndrome. Una beca asegurada, un viaje de estudios próximo... Sin previo aviso, unos ataques militares desc...