La familia Malfoy viviendo como... ¿Muggles?

Prólogo

En un gran sala, varias personas estaban reunidas de forma circular mientras que en el centro de ésta se encontraban tres peculiares personas.

-Bueno - Hablo con un hombre bajito, bigotudo y un tanto sudoroso, quien se encontraba en el puesto más alto de esa habitación - Ya hemos decidido junto con el consejo sus castigos - Arrastra un poco las palabras mientras ve a las tres personas sentadas frente a él - Su condena es vivir como muggles y a la vez vivir rodeados de ellos durante cinco años.

Las tres personas sueltan un jadeo y el hombre mayor que se encuentra en el centro se levanta de su puesto sin perder su clase y elegancia.

-Señor Ministro... - Dice lento y bajo pero lo suficiente alto para que el hombre del tribunal lo escuche - Prefiero pudrirme en Azkaban que ser un sucio y miserable muggle, ¡No me pueden hacer eso! ¿¡Es qué no saben quién soy yo!?

-Por supuesto que lo sé señor Malfoy, es usted un mortifago, así que por favor siéntese. - El recién nombrado suelta un bufido y se sienta de mala gana mirando a todos con odio y desprecio.

Narcissa acaricia la espalda de su esposo mientras que el tercer miembro de esa familia mira al ministro con los ojos entrecerrados.

-¿Y qué se supone que hagamos durante todo ese tiempo, señor Ministro? - Arrastra las palabras el menor de los Malfoys.

-Ah - El Ministro enderece su espalda - Aprenderán a convivir con los muggles y a no usar su magia, claro está. Buscarán un trabajo, una carrera, cocinaran por si mismos, harán sus propias tareas del hogar.

-¡Qué tortura! - Grita Narcissa mientras pone una mano en su pecho y con la otra intenta abanicar su afligido rostro.

Esta vez le tocó a su esposo acariciar la espalda de su mujer.

-¿Qué sucederá con nuestra magia? - Sigue preguntando el hijo de ambos Malfoys.

-Será anulada, sus varitas serán tomadas y guardadas durante el tiempo en que pasen en el Londres Muggle, cuando regresen al mundo mágico le serán devuelta, sólo que esta vez, su magia sera reducida a un 15%.

-¡No pueden hacer eso! - Dice un Lucius Malfoy rojo de la ira - ¡No pueden quitarnos una parte de nuestra magia!

-Oh, si que podemos - Dice el Ministro sonriente y entrelaza sus manos - ¿Alguna otra pregunta?

Los tres Malfoys niegan con la cabeza.

-LFMVCM-

Los tres maravillosos y esplendorosos Malfoys se encuentran ahora mismo dentro de una casa muggle de "muy mala calidad" según el patriarca Malfoy junto a un auror de pacotilla según esta vez el Malfoy junior.

-Esta será su nuevo hogar - Arrastra las palabras el auror mirándolos con odio y asco - Hay tres cuartos en el segundo piso, uno para la señora y señor Malfoy; El otro para el otro Malfoy y uno de visitas, si es que las llegasen a tener, y un baño al final del pasillo. En el primer piso, está la sala en donde estamos ahora mismo, a su izquierda está la cocina, más al fondo está otro baño, a su derecha, está un cuarto de lavados, junto a una lavadora y cosas que necesiten para lavar sus harapos, y atrás de ustedes tienen un pequeño patio con una piscina muggle - Termina de explicar y mira a los tres Mafoy quienes se encuentran con una cara de pánico.

-¿Cómo se supone que cocinamos? ¡Me niego a morir de hambre! ¿Y qué es eso de lavar? ¡Un Malfoy nunca lava su ropa! - Grita el Malfoy mayor mirando con odio al auror.

El auror suelta un suspiro de cansancio como si aquello lo hiciera todos los días.

-Hay alimentos ya almacenados en su cocina que les hará durar aproximadamente un mes, cada quince días les llegará un dinero para las cosas necesarias de la casa, eso sí, se le descuenta de sus bóvedas de Gringotts. Lo demás que quieran comprar se lo deben ganar trabajando - Dice de forma lenta el auror mientras mira Lucius - Obviamente, de manera muggle.

-¿¡Cómo se supone que trabaje así!? Es más... ¿¡Cómo se consigue un trabajo muggle!? - Golpea su bastón de manera bastante aniñada.

-Ese ya no es mi problema - Se encoge de hombros y engrandece una maleta que se encontraba en su túnica - Ahora pongan aquí sus varitas, por favor.

La matriarca Malfoy junto con su hijo hacen lo pedido mientras que Lucius atrae su bastón donde guarda allí su varita.

-Papá... - Dice un poco mucho frustrado Draco.

-No, mi varita no - Gimotea el Malfoy mayor - ¿Cómo lanzaré mis amados crucios? ¿Y mis Avadas? No, no, no, no - Niega con la cabeza varias veces atrayendo aún más su bastón.

-Lucius, cariño, será cinco años nada más, cuando menos te des de cuenta, ya estás usando tus amados crucios - Anima su esposa dándole una sonrisa amorosa.

-Deja de comportarte de esa manera poco Malfoy y demuéstrale a este auror de pacotilla quien son los Malfoy - Dice Draco inflando su pecho de orgullo y mirando con asco al auror.

Lucius mira a su esposa y luego a su hijo, se acerca al auror sin antes besar su amado bastón y entregárselo.

-Cuidado con ella, vale más que tu salario.

El auror lo fulmina con la mirada y este le sonríe con superioridad.

-Ahora, estos brazaletes - Saca tres brazaletes plateados ya después de haber encogido la maleta y haberla guardado nuevamente en su túnica.

-¿Para qué? - Pregunta Draco mirando con recelo los brazaletes - Ya nos quitaron las varitas, ¿Nos quieren ver como gente de clase baja o qué?

-No - Responde el auror perdiendo la paciencia - Es para anular su magia durante este tiempo y así poder evitar que usen magia sin varita, así que ya cierren la boca y hagan los que se les digan.

-Un Malfoy nunca se reducirá a obedecerle a un simple mestizo.

-Los Malfoy ya no tienen poder aquí - Responde tajante el ya irritado auror y les pone de mala gana - Ahora si, pudransen acá - Da media vuelta murmurando varias maldiciones y un "pediré un maldito aumento por tener que hacer estas mierdas".

Los Malfoy lo miran con burla mientras se va, al momento de que se cierra la puerta los tres Malfoy se miran con duda y sin saber que hacer.
-Bueno... - Rompe el hielo la única mujer de la familia - ¿Quieren algo de comer, queridos? - Les pregunta mientras se dirige a la cocina con pasos lentos.

-Narcissa...

-Mamá...

-¿Si? - Voltea a mirarlos con una sonrisa.

-¿Si sabes cocinar? - Preguntan los dos hombres de aquella peculiar familia.