Nuestro secreto

1.

El hospital olía igual que siempre. Los mismos ruidos de siempre, las mismas enfermeras, los mismos doctores.
Y ahí es cuando entro yo. Sero, diagnosticado con esquizofrenia desde los 3 años de edad. Aunque se dieron cuenta 8 años después.
Una edad donde se tienen amigos imaginarios y es normal hablar solo pero yo, yo no fui así.

Me dolía la cabeza y las voces dentro de ella resonaban haciendo eco, gritándome, susurrándome.
Siempre me encontraban a las 3 de la madrugada en el patio de juegos con mis muñecos y un cuchillo, mientras mis padres asustados, decían que hablaba con quién sabe quién, diciéndole que se callara y que yo no lo haría. No quería matar a mis peluches y no quería matar a mi mascota.

Hasta que a los 6 años un niño sucio y rubio llegó a mi casa cuando me habían dejado solo. Aún mis padres no sabían de mi enfermedad, decían que la casa estaba embrujada y nos mudamos de ella. Así que en mi nueva casa dejé de tener esos comportamientos.

"¡Aleluya! El niño se había curado!"

Ese niño le dejé entrar a la casa porque decía que estaba perdido.
Soy muy generoso y le dejé tomar un baño y utilizar mis ropas.

"Seremos muy amigos, ¿No?"

El niño dijo que no sabía dónde estaba, que necesitaba que lo acompañase para acordarse de dónde era. Así que eso hice.
En el camino me dijo su nombre: Kaminari Denki. Mi nuevo amigo.
Me detiene en seco y dijo que ya se había acordado, que sus padres lo regañarían por salir de su casa, y es que él es bastante olvidadizo. A exagerar por olvidarse dónde vivía.

Cuando volví a casa mis padres estaban buscándome.

"¡¿Dónde estabas?! Nos tenías muy preocupados...mira la hora"

Me enseñan el reloj y son las 11:00 pm.
Mi cabeza duele. ¿No se supone que eran las 2:00 pm cuando Kaminari llegó a mi casa?

Despierto en la mañana del día siguiente. Mi madre me había hecho millones de preguntas. Las respondí todas y no me creyeron. Irían a buscar a ese niño y reclamarle a sus padres por lo irresponsables que son.

Jamás encontraron la dirección que les había dado.
Preguntaron a los demás vecinos y dijeron que esa calle no existía.
Mis padres se decepcionaron de mí por haberes mentido. Me regañaron y me castigaron.
Yo decía la verdad, ¡La verdad!
Kanimari me mintió. Así que me olvidé de él. Las malas personas me hacen cosas malas.

Un día tocan la puerta y voy a abrirla. Era Kaminari con una bolsa de juguetes, invitándome a jugar con él. Niego y le cierro la puerta y él me la detiene con su pie. Me dice que no tiene amigos, y mi cara bonita y mi gentileza le gustaron.

"Que mejor amigo si no eres tú...anda, vamos a jugar"

Suspiro y acepto. Dice que vayamos a su casa pero no quiero tener problemas con mis papás y le digo que la mejor opción es jugar aquí en mi casa.
Aceptó y nos la pasamos toda la tarde jugando.
La puerta se escucha y Kaminari se asusta.

"Debo irme..."

No quiero que se vaya. Pero empezó a juntar sus cosas. "No me gusta que tus papás me vean", dijo.

Para cuando mi mamá entró a mi habitación, el rubio ya no estaba.
Y así sucedía cuando mis padres me dejaban solo en casa. Diario iba a jugar. Festejé mis cumpleaños con él. Siempre estuvo ahí conmigo.

Estuvo el día en el que el pequeño Frodo, mi perro murió. Cuando Lila se fue de casa y cuando mi pequeño Gow se fue volando.

"Se nota que las mascotas no te quieren, Sero...Pero siempre estaré ahí para ti"

No fue hasta mis 11 años que mis voces volvieron a molestarme. Me gritaban un sin fin de cosas. Y en mi cuarto empecé a gritar y a arañarme. Mis padres corrieron a mí y me llevaron a un hospital. Es ahí donde el doctor me manda con un psiquiatra.

"Tiene esquizofrenia, pero deben de estar muy seguros de eso. Vayan con el Dr Joseph. Él les dirá"

Ese tal Joseph me dijo lo mismo. Y como necesitaba estar vigilado porque siempre, en cualquier momento empezaba a dañarme. Mis brazos rojos y ensangrentados ya no podían más. Mis voces cada día se hacían más fuertes y pesadas.

Es en esos momentos donde Kaminari, quien prometió estar para mí donde sea y cuando sea desaparece.

[...]

Ahora tengo 19 años, mi hogar es un hospital psiquiátrico. Donde estoy completamente solos y sin amigos aquí adentro.
Sentado en el comedor, mirando a mi alrededor a toda la gente enferma que puedo comprender.

Es lunes, día de visita.

Una enfermera me dice que mis padres han llegado, así que me dirijo a la sala de visitas.
Me siento en la mesa y veo un cabello rubio.

"Kaminari, ese soy yo"

No es posible que él esté aquí. Es más... ¿Cómo puede saber que estoy internado?

Las voces de mis padres saludándome resuenan en la sala.
Me levanto y los abrazo. Los extraño mucho, extraño vivir con ellos.

"¿Me extrañas Sero?"

Niego con la cabeza varias veces.
Mis padres sólo dicen que son mis voces. Ya se han acostumbrado a eso. O simulan estarlo.

[...]

Regreso a mi habitación.
Al acostarme en la cama veo que vuelan delgados cabellos rubios.
Frunzo el ceño. Primero en la mesa de la sala de visitas, después en mi cama. ¿Alguien me está jugando una broma?
No conozco a personas rubias, y es que las hay aquí pero no les hablo.
¿Alguien se está quedando calvo en los lugares donde siempre estoy?

Cierro los ojos y trato de concentrarme en lo que hablan mis voces.

"Alguien cercano se acerca, Sero...prepárate"

¿Cercano?
Mis padres no pueden estar en el hospital después del horario de visitas. ¿Quién más sería?

—¿No recuerdas a tu amigo de la infancia, Sero?

Me levanto en seco de la cama y él estaba parado justo en la puerta con la puerta abierta.
¿Cómo era posible?

—¿K-ka...minari...?

Esta historia estaba publicada en el perfil de @Distrito_12, así que para seguir actualizando la moví a mi perfil personal jsjs
Espero que no sea un desagrado para ustedes... gracias por leer n.n