Hermanastro

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Al igual que cualquier otro día, Thomas y Tyrell Caine, seguidos por otros 5 días, se dirigían a una casa con el fin de completar un trabajo bastante simple y común para ellos: Matar a la familia que residía en esa vivienda.

Habían pasado alrededor de un mes vigilando e investigando toda la información posible acerca de la familia y, después de todo el tiempo investigaron, acordaron el horario perfecto para llevar a cabo la misión.

-No lo olviden, vamos con una sola misión —Comenzó a hablar Thomas, dirigiéndose a sus hijos y hombres—. Entramos y salimos, nada de botines ni peleas innecesarias.

-Tampoco deben olvidar... —Ésta vez habló Tyrell—. Vamos por cuatro personas: El matrimonio y dos hijos, un niño y una niña. Debemos terminar con todos y, si encuentran a alguien más, sea quien sea, también deberán eliminarlo, no queremos dejar cabos sueltos.

Tanto Thomas como Tyrell, vieron como una sonrisa se extendía por los rostros de los cinco hombres que los acompañaban, ellos sabían que, a los miembros de Sombra Roja les resultaba indiferente el tener que asesinar a hombres, mujeres, niños o ancianos. Thomas se aseguraba de reclutar hombres que no dudaran en dispararle a alguien "inocente", incluso había algunos hombres que, en misiones como esas, sugerían la idea de asesinar también a los vecinos con la excusa de no dejar a ningún posible testigo vivo.

-Si terminamos ésta misión rápido y sin problemas, yo invitaré las bebidas —Habló Thomas y se escuchó un vitoreo tanto de los hombres, como de Tyrell.

Así pues, los siete hombres bajaron del vehículo en el que viajaban y se acercaron a la casa con sigilo, sabían que, en ese horario del día, solían dejar la puerta trasera sin ningún tipo de seguro, por lo que se dirigieron a ella y, tal como lo habían planeado, entraron sin ningún inconveniente. Como era costumbre, fueron registrando cada habitación por la que iban pasando.

Primero encontraron a los dos hijos.
Los dos pequeños se encontraban en la sala, mirando una serie animada mientras jugaban entre ellos mismos. La niña fue la primera en darse cuenta de la presencia de los siete hombres y, cuando miró las armas en las manos de los mismos, comenzó a gritar con terror, alertando no sólo a su hermano, quien inmediatamente se colocó frente a ella en un gesto protector, sino también a sus padres, quienes se encontraban en el segundo piso de la vivienda.

La primera bala fue disparada e inmediatamente, el cuerpo del pequeño niño, cayó al suelo frente a su hermana, la cual seguía gritando sin poder moverse de su lugar.
La segunda bala salió y golpeó a la pequeña niña justo en el pecho, haciéndola caer de espaldas.

Ahora solo quedaba el matrimonio, unos 5 minutos más y todos estarían en el automóvil, yendo por bebidas.

Pero, incluso el más experimentado mafioso puede cometer un error. Incluso un padre de familia abnegado con aparente inocencia, tiene sus secretos.
Ninguno de los 7 hombres de Sombra Roja esperaba que aquel hombre bajara armado, y mucho menos que, al igual que ellos, fuera un experimentado asesino.

La tercera bala fue disparada entonces, pero aquella bala no salió de ninguna de las armas de los Sombra Roja, aquella bala provino de la pistola que portaba el hombre que bajaba por las escaleras. El tiempo pareció congelarse por unos segundos, Tyrell le dio una rápida mirada a sus hombres y, al no ver ningún signo de herida en ellos, sonrió, pero aquella sonrisa se borró inmediatamente al ver a su padre caer de rodillas con las manos en el abdomen. La bala había encontrado su objetivo.

Tyrell supo que para ese punto ya era demasiado tarde para el matrimonio, puesto que los 5 hombres, habían comenzado a disparar a diestra y siniestra, acabando tanto con el hombre, como con la mujer que había bajado poco después.

-Vamos papá, tenemos que irnos —Tyrell intentó sonreír mientras levantaba a su padre, el cual no dejaba de sangrar—. Yo invitaré las bebidas ¿Sí? Después de todo, tuvimos un pequeño problema.

-Hijo, tú y yo... Tú y yo sabemos que, cuando menos, no saldré bien librado de ésta —Podía notarse el esfuerzo que hacía Thomas Caine por hablar y mantenerse en pie—. Sólo déjame aquí y vete.

-Cállate —Tyrell se las arregló para subir a su padre a su espalda y dirigirse tan rápido como podía al vehículo en el que había llegado, seguido por los demás hombres—. No dejaré morir a ningún miembro de Sombra Roja, no de ésta manera.

Una vez todos se encontraron en el auto, arrancaron hasta las instalaciones de Sombra Roja, se saltaron varios semáforos e incluso estuvieron a punto de verse envueltos en un choque, pero finalmente llegaron a su destino.
Entre todos, se aseguraron de llevar a Thomas con uno de los doctores tan rápido como fuera posible y, sin causarle daño alguno.

(. . .)

-Habla ya —Exigió Tyrell mientras sujetaba al chico frente a el por el cuello de la bata—. Dime que mi padre va a sobrevivir.

-Tyrell, perdió mucha sangre —Explicó el joven con la voz más serena posible—. Además, la bala atravesó sus órganos. No va a sobrevivir la noche entera... Lo siento muchísimo.

El agarre en torno a la bata del chico se fue relajando poco a poco, mientras el color abandonaba el rostro de Tyrell Caine. Sin pensárselo dos veces, entró a la habitación en la que se encontraba su padre, Thomas respiraba con dificultad y su piel tenía un tono grisáceo.

-Papá —Tyrell se acercó lentamente y se sentó al lado de la camilla de su padre—. Papá, yo quiero disculparme por...

-No, Tyrell, yo soy quien tiene que disculparse —Thomas se escuchaba cansado y, su hijo pudo ver miedo en sus ojos. Tyrell había logrado ver muchas cosas en los ojos de su padre, pero jamás miedo—. Te he mentido en tantas cosas.

-¿De qué hablas?

-Tyrell, tú tienes un hermanastro. Poco después de que tu nacieras, yo conocí a una mujer y tuve un hijo con ella —Las palabras de su padre, iban resonando en la cabeza de Tyrell ¿Cómo era siquiera posible que hubieran pasado casi 17 años trabajando juntos, codo a codo, y nunca se lo hubiera confesado?—. Su nombre es William Caine, está estudiando medicina.

-¿Por qué no lo dijiste antes? —Las manos de Tyrell habían tomado una de las manos de su padre y, aún en ese momento, las sentía como las manos más fuertes y capaces del mundo entero—. Yo hubiese entendido.

-Tenía miedo, Tyrell... Miedo a que te alejaras de mi.

-Jamás lo hubiese hecho —El menor sonrió con tristeza—. Eres mi padre después de todo.

-Ahora lo sé, hijo —La mano de Thomas apretó las de Tyrell—. Supongo que ya sabes que, a partir de hoy, eres el líder de Sombra Roja. Sigue como lo has hecho hasta ahora, cumple tu trabajo y sé feliz, Ty...

Las palabras de Thomas se vieron interrumpidas por un violento ataque de tos, que terminó con sangre escurriendo de las comisuras de sus labios y una fuerte sacudida de su cuerpo y, después, nada. Un silencio absoluto se instauró en la habitación, ya nada apretaba las manos de Tyrell.

Thomas Caine había muerto.

El, ahora líder de Sombra Roja, hubiera querido llorar en ese momento, tal vez gritar, pero no pudo hacer nada, simplemente se levantó en silencio y se dirigió a la puerta de la habitación. Cuando ésta se abrió, Tyrell pudo ver al otro lado del marco un chico joven, con expresión angustiada y ojeras bajo sus ojos. No parecía ser algún mafioso, sino un chico común y corriente.

-¿Tyrell? ¿Tyrell Caine?

-Shoot Me- La historia de Tyrell CaineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora