Demons

PRÓLOGO

                                                                        PRÓLOGO

-¡Desátame, hijo de puta!- grité con todas mis fuerzas. Unas cuerdas me ataban las manos y los pies en los cuatro postes de una cama antigua y mugrienta.  Esto no me podía estar pasando a mí. Un imponente e intimidante cuerpo se cernía sobre mí, como un león al acecho.

-Nena, estás tan hermosa así…- rezó con una ronca y rasposa voz, ignorando mis improperios - no quiero soltarte, necesito algo de ti.

Aquellas palabras me hicieron hiperventilar de puro miedo. Toda mi valentía se desvaneció cuando sus lentos pasos se acercaron a un lado de la cama.

-¿M-me quieres violar?- solté con miedo alejándome todo lo posible de él. Las ganas de vomitar retomaron mi cuerpo dejándolo pálido y sudoroso. Ese miserable se rió, su gran mano enfundada en un guante de cuero se posó en mi pierna, deslizándola desde el muslo hasta la rodilla. Intenté no soltar las lágrimas que se amontonaban en mis ojos, no quería que me viera llorar, no podía darle ese placer.

-No, nena, aunque no me importaría hacerlo- amenazó burlón. Volví a temblar, todo estaba asqueroso y mugriento, le odiaba, odiaba a aquel misterioso hombre por hacer lo que estaba haciendo.

-¿Qué quieres?- susurré. Mierda, mi voz sonó temblorosa y asustada. Un peso hundió la cama y ese miserable se echó a mi lado. Forcejeé contra las cuerdas hasta que me hice heridas en las muñecas y tobillos. Él ni se inmutó.

Se fuerte, Juno. Se fuerte.

-Quiero que te alejes de todo en lo que estás metida, Jones- ordenó acercándose a mi rostro. Dejando un aroma a hombre en el aire que me sonaba tanto… Lágrimas cayeron, dejándome más vulnerable de lo que ya parecía. Él se acercó más aún y su mano agarró mi cuello, dejándome sin aire y impulsivamente le escupí en todo el pasamontañas.

-¡Vete a la mierda!- grité sin parar de llorar. Saldré viva de aquí, saldré con vida de aquí, repetía mi mente como un mantra. Necesitaba vivir, necesitaba encontrar al asesino que arruinó mi vida y la de mi familia. El hombre se subió encima de mí, aguantando su peso en las rodillas. Me seguía ahogando. Aprisionándome. Matándome.- ¡Ayuda!

-¿Vas a dejarlo?-volvió a repetir con más rabia y descontrol volviendo a ignorar mis palabras. Asentí asustada efusivamente unas cuantas veces, aunque solo yo sabía que le estaba mintiendo. Dejó mi cuello respirar y mi cuerpo. Tosí como nunca había tosido y lancé una letal mirada a aquel hombre que me sonaba tanto. Lo tenía en la punta de la lengua. Unas gotas de sudor cayeron por mi sien, hacía demasiado calor aquí, ¿dónde estábamos?  Salió de la cama y se quitó la sudadera negra que llevaba. Deslizó sin querer la camiseta de manga larga que llevaba debajo hacia arriba, dejándome ver un tatuaje que yo conocía muy bien en su definido vientre.

Mi mundo se paró y mi corazón se partió en miles de pedazos, dejándome sin respiración y casi sin vida. Él se dio cuenta de donde se encontraba mi mirada y abrió los ojos alarmado y bajó rápidamente su camiseta. El profundo miedo dejó paso a una honda tristeza y rabia.

-¿Harry?