Cap 3. "inesperada suerte"

40 4 1
                                    

Dos semanas después.
El joven Reiz se encontraba desayunando en la cocina, ya se llevaba un poco mejor con el Alpha, bueno era de suponerse después de todo habían pasado dos semanas desde que su madre y la madre del Alpha se fueron.
Dos semanas que se le hacían eternas al mayor, y no era por encargarse de los negocios, en realidad eso no le molestaba, pero el vivir al lado de aquel Omega de 14 años, era lo que hacía que el tiempo le pareciera lento y ni siquiera sabía si en el buen o mal sentido pues en ese momento aún no le quedaba claro si se llevaban bien o mal, solo sabía que era un chico mimado y a veces egocéntrico pero por alguna razón no le molestaba su actitud.
Ahora estaba desayunando junto a ese chico, normalmente le prestaba bastante atención y más cuando tenía algún tropiezo o algo así y por reflejo lo ayudaba.
Pronto seria la boda del menor con su prometido, Nick, y Reiz no sabía qué hacer, se sentía muy nervioso, si no hacia mal sus cuentas, suponiendo que la vez que tuvo su celo solo fue un error su próximo celo seria ese día o dentro de esa semana y al menor no le causaba nada de tranquilidad considerando lo que había pasado anteriormente.
–Y… ¿porque no buscas un Omega? –fue lo primero que se le ocurrió, ya estaba cansado de estar incomodo con el mayor.
–No me interesa, estoy bien así, además mi madre está muy emocionada porque piensa que encontré a mi destinado –le contesto con simpleza, y era la verdad, no le importaba estar solo, después de todo nunca ha tenido pareja y aunque la tuviera no sabría que hacer al respecto, como actuar, que decir, así que prefería estar así.
–¿Entonces dejaras ir a tu destinado y morirás solo? –pregunto un tanto irritado.
El mayor suspiro con fastidio ante ese comentario y lo miro seriamente.
–Para tu información, el que creo que es mi destinado está comprometido y ni siquiera le caigo bien, ¿ya sabes quién es o aun no adivinas? –dijo algo irritado, aunque ni siquiera sabía la razón de esa molestia, el morir solo no le parecía malo, pero pensándolo mejor pareciera que el comentario de “dejarlo ir” era lo que le causaba molestia, aunque no lo admitiría después de todo solo llevaban dos semanas de conocerse y no todos esos días eran muy buenos que digamos.
El menor era tan despistado que no sabía de quien trataba.
–No sé de quién hablas, pero eres un tonto, ¿ya le preguntaste directamente si te odia?, además no creo que te odie, bueno al menos a mí me caes bien, aunque no sé cómo tratarte, eso es todo, pero ¡debes decirle! Es una tontería dejarlo ir así como así –se notaba molesto al hablar.
–Bien, si tanto quieres que le pregunte, entonces, ¿me odias? –la pregunta había sido respondida hace unos segundos, pero quería ver si con eso se le quitaba lo despistado, siguió desayunando sin darle importancia, aunque sabía que si aquel chico comentaba cualquier cosa al instante tendría su atención puesta en él.
El menor por su parte seguía sin entender la referencia.
–Yo no te odio, ¿sabes qué?, deja eso, vamos a salir y buscarlo, está dejando ir a un chico muy especial, ¡vamos! –se levantó de su asiento y fue hacia el mayor, tomo su mano y empezó a jalarlo para que salieran.
–Vamos, prometo que te divertirás y encontraremos a tu Omega, así le dirás lo que sientes.
Soltó un suspiro con derrota, no pensó que fuera tan ingenuo, vio cómo se levantó y tomo su mano llevándolo a la puerta principal para poder salir, después de un momento bajo su mirada a la mano de Reiz y la suya que seguían entrelazadas, a pesar de ahora estar fuera de la casa, por instinto empezó a liberar feromonas de felicidad que olían más a madera recién cortada que a menta, el menor se dio cuenta de estas al momento.
–Estas feliz, ¿verdad? –decía mientras caminaba hacia el parque.
–Ja te dije que te divertirías –pronuncio mientras lo tenía agarrado de la mano.
–No sé quién sea tu Omega pero no lo debes dejar ir… aunque este comprometido, lucha, si en verdad es tu Omega tu ganaras –se veía motivado y emocionado de ayudar al mayor y mejorar su relación con este y el mayor lo noto, agradecía que no supiera la razón de su felicidad, como pudo obligo a sus feromonas a detenerse, seguía mirando sus manos las cuales seguían entrelazadas, pero su mente se desvió al tema de su Omega, en realidad que Reiz lo quisiera ayudar y apoyar con aquello lo motivaba un poco, pero que le diría? “Oye Reiz tu eres mi Omega”, no, no podía decirle eso, o al menos no hasta terminar el día, quería distraerse por un momento de los negocios de su familia, así que simplemente seguiría a Reiz a donde lo llevase durante lo que quedaba del día.
El pequeño llevo a todos lados al pobre del mayor, primero lo llevo a una heladería, luego al cine, a un monumento nacional, a un museo, a un restaurante chino y uno tailandés, seguido de una feria, se estaban divirtiendo, tanto que todo el día había pasado demasiado rápido, ya era de noche, el último lugar que se le ocurrió a Reiz para llevar a Enuc fue a un lugar donde proyectaban películas al aire libre.
El mayor se sentía feliz, a pesar de caminar por todos lados de la ciudad, se divertía bastante, además que le parecían tiernos los intentos del menor por ayudarlo, pero seguía preguntándose el porqué, ¿porque lo ayudaba con tanto esmero?, al final no le importaba, simplemente seguiría a su lado durante lo poco que quedaba de ese día.
Al llegar el menor pago la entrada de ambos, se sentó en un lugar donde no había mucha gente alrededor e hizo que el mayor se sentara a su lado.
–¿No has visto a tu Omega por aquí? ¿O alguno de los lugares que visitamos?  –decía mientras descansaba.
El mayor por su parte sonrió ante la pregunta, soltó un suspiro con algo de ilusión y esperanza, hablo mientras miraba al frente.
–He estado todo el día contigo, debo admitir que me divertí, gracias por querer ayudarme, pero… ¿qué pasaría si te dijera que tú eres mi Omega?
–No lo sé, supongo que pensaría que es una broma… -dijo un tanto pensativo, pero a lo lejos vio una silueta familiar, la cual lo saco de sus pensamientos, era su prometido, se levantó rápidamente para ir hacia él, lo había extrañado mucho, pero… él estaba con otro Omega.
–¿Nick?... espera un momento Enuc –se dirigió apresurado a donde estaba su prometido, seguido por el mayor, el cual parecía bastante preocupado, pero unos segundos antes de que llegaran a este, Nick beso al Omega que estaba a su lado.
–Maldito traidor! –le dijo mientras le lanzaba el anillo de compromiso que él le dio y salía llorando del lugar, Enuc sin siquiera pensar, al ver salir a Reiz del lugar lo siguió, lo alcanzo más rápido de lo que imagino y lo detuvo tomándolo del brazo.
–¿Reiz? ¿Estás bien?  –era la primera vez que lo llamaba por su nombre, normalmente no tenía que decirlo para captar su atención o más bien nunca.
–No, ¡no lo estoy! –sentía como el mayor ponía algo de fuerza en el agarre para que no saliera corriendo de ahí, pero el solo quería irse lo más lejos posible de Nick.
–Vámonos –dijo el maypr para luego tomarlo de la mano e ir hacia la casa del menor, se mantuvieron en silencio todo el camino, hasta estar frente a la casa, se detuvo antes de entrar.
El menor no se sentía para nada bien, quería entrar a la casa ir a su cuarto y llorar.
–¿Podemos entrar? –pronuncio con voz quebradiza.
Al mayor le rompía el corazón verlo así, entraron a la casa y antes de dejarlo ir a su cuarto lo abrazo, quería hacerlo sentir mejor, pero no sabía cómo, no era bueno en ese tipo de situaciones.
–Tranquilo, todo estará bien –fue lo único que pudo salir de su boca, se sentía mal el no poder ayudarlo.
–Gracias –solo dijo eso para luego irse corriendo a su habitación, al llegar cerrar la puerta y desmoronarse.
Por su parte el mayor se sentía inútil, de no poder hacer sentir mejor a una persona, se arrepentía de no haberle dicho la verdad cuando iban a salir de la casa, se arrepentía de tener que quedarse en ese lugar, pero… no se arrepentía de conocerlo y eso era una sensación extraña para él.
El menor estaba desplomado en su habitación, se sentía frustrado y usado, pasaban mil pensamientos en su cabeza y no sabía cómo reaccionar o actuar.
Enuc sin saber qué hacer, simplemente se dirigió a la cocina e hizo algo para Reiz, luego fue a la habitación de este y toco la puerta.
–¿Reiz? ¿Puedo entrar?  –pregunto estando seguro de cuál sería la respuesta, pero no por eso se resignaría.
Reiz paro de llorar, tenía los ojos hinchados y rojos.
–Claro, pasa –dijo mientras trababa de limpiar sus lágrimas.
El mayor se sorprendió por la respuesta, pero no tenía tiempo para pensar en eso, entro a la habitación para luego cerrar la puerta, se acercó a Reiz y le acerco algo de helado que le trajo.
–Yo no soy bueno en estas cosas, no sé qué te gusta, solo sé que te gusta el helado… y tal vez… podría animarte o distraerte
El menor agradecía el pequeño gesto del mayor.
–Gracias, pero no tengo ganas de helado…
Enuc sabía que eso iba a pasar, pero aun así quiso intentarlo, dejo el helado en un mueble que estaba en aquella habitación, soltó un suspiro con derrota.
–Yo… mejor te dejo solo –dijo para tomar la puerta y abrirla.
Reiz seguía llorando pero de repente escucho el ruido su celular que indicaba una llamada.
–¿Me harías un favor?
–Claro, ¿qué pasa? –pregunto al mirarlo, pero al instante bajo la mirada, le dolía verlo de esa forma.
–Llévate esa cosa –señalaba el celular.
Miro el celular, lo tomo y sin más salió de la habitación cerrando la puerta, se dirigió a la habitación en la que se estaba quedando, apago el celular y lo dejo por ahí.
El joven adolescente se sentía horrible y por si fuera poco su celo estaba llegando.
–Detesto la vida –murmuraba para sí mismo mientras empezaba a sentir calor en todo su cuerpo.
El mayor estaba agotado, se recostó en la cama de su habitación temporal, empezando a quedarse dormido sin importarle que cuando duerme libera feromonas inconscientemente, después de quedarse dormido empezó a liberarlas, su aroma ahora era más como la menta, pero aún se percibía el aroma a madera recién cortada, para su mala suerte dejo la puerta de su habitación abierta y el aroma de sus feromonas comenzaba a propagarse por la casa y cada vez eran más fuertes, por esa razón siempre esperaba a que todos estuvieran dormidos, pero ahora estaba demasiado cansado, aun así su sueño era ligero.
El menor empezó a desprender sus feromonas, cada vez más y más, pero hubo un punto donde pudo percibir las feromonas de Alpha que desprendía Enuc lo cual provoco que su miembro comenzara a endurecerse, se levantó y cerró la puerta con seguro, pero cuando se iba a recostar escucho un fuerte ruido proveniente de la sala, tal vez era un ladrón o Enuc y ahora no podía ir a investigar.
El mayor a pesar de estar dormido percibió el aroma del menor, lo cual solo provoco que sus feromonas despidieran un aroma más fuerte a madera, despertó al escuchar todo el ruido en la sala, se levantó de la cama y se dirigió a la habitación de Reiz.
–Reiz, ¿estás bien? –pregunto después de tocar la puerta, quería asegurarse de que se encontraba bien antes de revisar que provoco aquel sonido.
–Sí, so-solo que mi celo llego –hablo torpemente y espero unos segundos para volver a hablar.
–¿Tu estas bien?~ –sin querer soltó un pequeño gemido, al momento cubrió su boca.
–Si… iré a revisar que fue ese ruido, si puedes cierra la puerta con llave –para su fortuna después de haber estado dos semanas en aquella casa había memorizado todo, se dirigió hacia donde se había escuchado aquel ruido, pero sin dejar de voltear varias veces hacia la habitación de Reiz.
Nick, un chico de aproximadamente 20-24 años, de cabello castaño y ojos miel, había entrado a la fuerza a la casa de Reiz, cosa que no había sido nada sencillo, pero después de todo él iba a ser su esposo o eso estaba planeado, por lo tanto, conocía esa casa al derecho y al revés, su brusca entrada provoco que se rompiera una lámpara, lo cual ocasiono aquel ruido que Enuc y Reiz habían escuchado. Se levantó del suelo, tomo aire y grito.
–¡!Reiz!! ¡¿Estas en casa?! ¡Amor perdóname!
Enuc al escuchar aquel grito corrió a la sala.
–¡¿Qué haces aquí?! –pregunto el peliblanco con una voz amenazante mientras lo miraba con desprecio, quería golpearlo por lastimar a su Omega.
–¿Tu qué haces aquí? –respondió el castaño, se preguntaba quién era aquel Alpha que estaba de pie frente a él. El mayor por su parte sonrió con diversión, sus feromonas comenzaban a ser de ira, además de que dificultaban el respirar para los demás.
–Acaso te importa? Ni que estuvieras aquí por Reiz, yo también vi lo que paso, así que no te atrevas a decir que lo quieres –amenazo Enuc mientras se acercaba al chico que hizo llorar a Reiz hace muy poco tiempo.
–Ese no es asunto tuyo, hasta donde yo sé tú no eres nadie para él, y bueno, el no corto conmigo, además tengo que explicarle las cosas a él no a un Alpha que le pretende –respondía sin miedo el castaño mientras comenzaba a desprender feromonas de ira.
Mientras tanto el adolescente Omega se sentía muy caliente, de repente comenzó a detectar 2 tipos de feromonas muy singulares, tomo un supresor y se lo inyecto, eso ayudaría un poco, con la poca fuerza que tenía salió de su habitación y camino a donde se encontraban ambos Alphas.
–Ojala y no me violen –dijo al aire en voz baja.
–Que sabrás tú, ¡¿y en que podría interesarte si el me atrae o no?!  –las feromonas del mayor no se detenían, eran cada vez más fuertes y densas, en ese momento era un lugar donde ningún Omega o Beta les gustaría estar.
–Si es mi asunto, ¡porque el aún es mi pareja! –dijo el castaño con un tono de voz en el cual se notaba su enojo, sus feromonas ahora eran tanto de ira como de celos.
Mientras que el pobre Omega Reiz se le complicaba cada vez más el respirar, empezó a toser por la atmosfera tan densa, cayo arrodillado al ya no tener fuerzas en las piernas para sostener su peso, aquellas feromonas de ambos Alphas no lo ayudaban en nada.
–Pues el beso que le diste al otro Omega y que Reiz te lanzara el anillo de compromiso dice otra cosa –sus feromonas no podían ser más fuertes, era demasiada su ira, Enuc no quería permitir que aquel chico se acercara a Reiz.
–Iré a ver a Reiz, tú no eres quien para impedirlo, ni su amigo eres… o qué? ¿Enserio creíste que el té querría un poco? Él me cuenta todo y me conto que eres el hijo de la socia de su madre y que solo eras un desconocido –ya estaba harto del mayor, empujo a un lado a Enuc y se dispuso a ir con Reiz, pero ni siquiera movió al mayor. Enuc lo siguió de cerca, quería golpearlo, pero ambos Alphas detuvieron su discusión de golpe al ver al Omega tirado en el piso casi agonizando por respirar, el primero en moverse fue el castaño, se acercó rápidamente a Reiz cambiando sus feromonas de ira a unas de preocupación, las feromonas de Enuc se detuvieron de golpe, se acercó a Reiz y lo ayudo a levantarse sin importarle la presencia de Nick.
Reiz al mirar a Nick comenzó a llorar de emoción y frustración, a pesar de que le había hecho daño quería besarlo, pero a la vez golpearlo.
–¡¡Te odio!! –fue lo único que salió de sus labios.
–Reiz… ¿estás bien? ¿Vamos a tu habitación… o quieres hablar con él?  –pregunto Enuc mientras sostenía a Reiz, sus feromonas empezaban a salir otra vez, pero esta vez eran de preocupación y tenían aroma a chocolate. Reiz simplemente asintió con la cabeza.
Nick pensó que era su oportunidad de oro, la luz verde, la mina de plata.
–Amor perdón, déjame explicarte –el chico sabia los puntos débiles del niño, lo jalo de la cintura arrebatándoselo al mayor y lo beso mientras acariciaba la mejilla de este con ternura.
Enuc ahora sí que quería golpearlo, pero sabía que si lo hacía solo ayudaría a que se reconciliaran, no se movía de donde estaba, simplemente miraba a Reiz sintiendo un dolor punzante en su corazón, quería saber cómo reaccionaría el menor, sabía que podía defenderse solo, pero también estaba al tanto de que aun amaba al castaño y era bastante probable que correspondería al beso, y vaya que tuvo razón, Reiz no sabía qué hacer, pero aun así correspondió al beso, llorando aún más por el dolor que sentía.
–Los dejo solos –el mayor no podía soportar más tiempo mirando aquella escena, era dolorosa a pesar de solo apreciar levemente al menor, pero al final no le importaba mucho, después de todo como le dijo a Reiz, no le importa el morir solo, camino a la habitación en la cual se estaba quedando.
En eso repentinamente Reiz logro reaccionar y golpeo a Nick el que se supone iba a ser su esposo.
–¡¿Crees que te perdonare tan fácil?! ¡¿Acaso crees que soy una puta?! ¡¡Largo de mi casa!!
–Pero amor… –el castaño estaba asombrado, pero aun así intento dialogar con Reiz.
–¡¡Nada de amor!! –como pudo lo saco de la casa, cuando logro lanzarlo fuera puso la máxima seguridad en la casa, dado que antes no lo habían puesto.
Enuc no pudo evitar sonreír al escuchar los gritos de Reiz, era obvio que podía defenderse solo y si algo en verdad no lo quería haría de todo para impedirlo, no quería que Reiz se sintiera incomodo con su presencia así que llego a su habitación y cuando iba a abrir la puerta escucho el grito del menor llamándolo, al momento se dirigió hacia él para saber que quería, si necesitaba ayuda o algo por el estilo.
–¿Qué pasa? –pregunto al llegar frente a él.
–Perdón… Ya no pu…pudimos ir a ver a tu Omega –el dolor de que su ex prometido lo había engañado había pasado demasiado rápido, más de lo que esperaba.
El mayor no pudo evitar sonreír a causa de la disculpa por parte del menor.
–Reiz no tienes que disculparte… y si vi a mi Omega, pero eso no importa ahora, ¿te sientes bien? –seguía preocupado por el joven Omega y aun no dejaba de desprender feromonas con ese aroma a chocolate.
–¿Enserio lo viste? ¿Porque no me dijiste? Y si… ya me siento bien, gracias por preocuparte.
–Porque nunca me aparte de él, y no necesitaba decirte, bueno ya que ya te sientes mejor, ahora podrás volver a tu cuarto y comer el helado que te deje ahí, claro si lo quieres, yo iré a mi habitación –dijo de manera un poco apresurada para luego caminar hacia su habitación.
[¿Nunca se apartó de él?] Se dijo el menor a sí mismo, ahora pensaba que esto de encontrar al Omega de su amigo sería más difícil de lo que pensaba.
–Enuc explícame… –de nuevo sentía calor, lo más probable era que se le estaba terminando el efecto al supresor.
El mayor suspiro con derrota, no podría ignorar al menor ni aunque quisiera, sin más se detuvo y lo miro.
–Eres demasiado despistado… ¿recuerdas que cuando nos vimos por primera vez, sin alguna explicación ambos empezamos a tener celo? –pregunto para ver si con eso entendía, pero lo dudaba, el menor era la peor persona que había conocido para entender indirectas.
–Sí, si me acuerdo ¿y qué?
–¿Recuerdas que te dije que cuando encuentras a tu destinado tu celo aparece sin ninguna explicación, sin importar la edad que tengas? –no dejaba de mirarlo, esperaba que entendiera y ahorrarse decirlo directamente.
–Sí, ¿qué tiene que ver?
–Reiz… tu eres mi destinado, tu eres mi Omega, ahora si me permites regresare a mi habitación –no le había quedado de otra más que decirlo directamente, de nuevo camino a su habitación, quería evitar cualquier pregunta o burla que el menor hiciera, pero solo pudo dar dos pasos.
–Es una broma, ¿cierto? –vaya que pensaba que solo era una mala broma del mayor, en su voz se podía percibir lo preocupado y asustado que estaba al respecto.
–Si no quieres creerme no lo hagas, no quería decirte hoy, pero… bueno iré a dormir –simplemente no quería lidiar con él en ese momento.
El chico no sabía si creerle o no, no podía creer ser su Omega… él ya tenía Alpha, aunque el muy maldito le hubiera traicionado, pero si era cierto, ¿dejaría a Nick? ¿Ignoraría a Enuc? ¿Qué debía pensar? ¿Qué debía hacer? Miles de preguntas de ese tipo llenaban su mente.
–¿Hablas en serio?
–Piensas que bromearía con un tema como ese? –se había detenido para contestarle, ahora no apartaba su vista de él, en cierto modo no le gustaba darle tanta atención a ese chico.
–No, no, debes estar confundido, yo no puedo ser tu Omega
–Ya te dije, entonces no me creas –comenzó a desprender feromonas como de celo, con un fuerte aroma a madera recién cortada, tan atrayente para los Omegas, suspiro con cierto fastidio y camino a su habitación. Reiz detecto de inmediato el aroma del mayor, lo que le provocó una pequeña erección.
–¿Q-que? –se preguntó a sí mismo, no podía creer lo que su cuerpo hacía.
–¿Me crees? ¿O sigues en negación? –dijo con burla mientras caminaba hasta al fin llegar a su habitación, sin dejar de desprender aquel aroma tan adictivo para el menor.
–Yo… no sé qué de…decir… –se había quedado en blanco y ¿lo peor? Tenía una erección que se hacía más grande, esperaba que el mayor no la notara.
–Está bien, solo entra a tu habitación, tienes que descansar, además supongo que tienes que resolver ese asunto –señalo la entrepierna del menor para luego entrar a la habitación cerrando la puerta, se acercó a la cama para poder descansar.
Reiz se había sonrojado por el comentario del mayor, tenía ganas de ahorcarlo, pero no era momento, corrió a su habitación, entrando en esta y cerrando la puerta.
El mayor sonrió con diversión al escuchar la puerta de la habitación del menor cerrarse fuertemente, sabía que lo había avergonzado y eso le era divertido, se acomodó en su cama y se quedó dormido, al dormir sus feromonas se volvieron más fuertes, su aroma era tan atrayente y adictivo para los Omegas, por aquella razón odiaba dormir en casas ajenas o hoteles.
Mientras tanto, Reiz no sabía lo que estaba a punto de hacer, su cuerpo comenzó a actuar de manera independiente a lo que pensaba, el aroma del mayor era muy fuerte para él, salió de su cuarto y se dirigió hacia el del mayor, quería entrar, pero con la poca cordura que tenia se detuvo, sabía que no debía entrar, así que se quedó del otro lado de la puerta, oliendo las feromonas del mayor mientras su erección crecía, quería abrazar al mayor, pero no sería lo correcto, estaba tratando de contenerse y de no hacer caso al exótico aroma pero era prácticamente imposible, el olor estaba en toda la casa.
Las feromonas del mayor se hacían cada vez más fuertes, estaba a unas semanas de tener su celo, pero eso no le preocupaba, nunca reaccionaba a este, solo esperaba que siguiera siendo de esa manera después de haber conocido a Reiz, no quería incomodar o molestar al menor, le comenzó a dar calor, parecía que su celo se adelantaría unas semanas, normalmente le daba cada dos meses y quitando cuando se encontró con Reiz por primera vez, ya casi se cumplían los dos meses después de su ultimo celo, se despertó debido al insoportable calor, tenía que quitarse al menos la camisa, no quería cambiarse hasta que se asegurara que el menor estaba dormido, pero el calor comenzaba a incomodarlo.
El menor ya no soportaba más, debido al aumento de las feromonas del mayor, sin más entro al cuarto pensando que Enuc estaría dormido pero entro y no lo vio exactamente dormido.
–Yo… so-solo quería… emm… do-dormir contigo –¿qué clase de cosa acababa de decir?, estaba más rojo que un tomate y más nervioso que cuando se graduó por primera vez.
El mayor se sintió como si hubieran averiguado uno de sus mayores secretos, al ser tan reservado con sus cosas personales no quería que Reiz o cualquiera viera las cicatrices que tenía o al menos no hasta conocerlo mejor y tenerle más confianza, quería volver a ponerse su camisa pero no soportaba el calor y Reiz ya había visto sus cicatrices no era como que las pudiera desaparecer después de colocarse la camisa, sus cicatrices y su físico hacían que se viera más imponente que antes y más caliente.
–Enserio quieres dormir conmigo? –pregunto mientras lo miraba, noto perfectamente que no decía la verdad, era tan obvio, además después de vivir dos semanas con él, sabia casi perfectamente cuando decía la verdad y cuando mentía.
El chico tenía que salir de ahí, por algún motivo sintió que estaba haciendo mal o que había cometido un error.
–Yo… yo… me voy… –en cierta parte si quería dormir con el mayor pero no lo haría, su celo comenzaba a aparecer de nuevo y el no podía o no debía estar ahí.
–Si quieres puedes quedarte, no tengo problema con eso y no es como si estuvieras haciendo algo malo –dijo para luego poner su camisa en la cama, no dejaba de mirar al menor, no podía negar que algo en aquel chico le atraía pero ni siquiera él sabía que era.
El pequeño cuerpo del menor empezaba a calentarse y emitir feromonas de celo.
–Yo… yo… –no podía ni dar un paso, sus piernas temblaban, sin duda alguna su celo ya estaba ahí.
–¿Estas bien? –pregunto preocupado por el menor, noto como las piernas de este comenzaron a temblar, no podía evitar preocuparse más, sus feromonas cambiaron a ese aroma dulce a chocolate pero aún era abundante el aroma a madera recién cortada. El menor comenzó a desprender feromonas bastante fuertes de celo, tenía que salir a como diera lugar, pero sus piernas no reaccionaban y su erección comenzaba a doler.
Enuc percibió las feromonas de Reiz, empezó a reaccionar pero aun seguía en sus 5 sentidos.
–¿Te llevo a tu habitación? –sin esperar respuesta, lo cargo con ambos brazos y lo llevo a la habitación de este, al entrar fue directo a la cama del menor para poder recostarlo, se apartó de él y estaba dispuesto a salir antes de que el celo de este le afectara más.
–Gracias –dijo al mirar a Enuc, estaba recostado en una posición bastante provocativa para cualquiera, sus feromonas aumentaban tanto en fuerza como en cantidad y su voz se escuchaba más débil pero sensual, lo cual provoco que un escalofrió recorriera la espina dorsal del mayor. El celo de Reiz le afectaba, se acercó a él, se sentó a su lado y sin poder evitarlo lo beso en los labios, nunca imagino que aquellos labios fueran tan suaves y dulces, el beso solo duro unos segundos, al separarse se levantó y salió de la habitación antes que hiciera otra tontería, se había sentido tan bien tan solo un pequeño roce con los labios del menor. Pero a pesar de ahora estar fuera de la habitación de Reiz y poder irse a la suya, espero algunos segundos, parecía que quería alguna señal de poder quedarse al lado del Omega.
Mientras que el celo de Reiz había empeorado a causa de aquel beso, pero no se podía quejar pues a pesar de ser tan simple le había gustado.
–E-Enuc!! –no soportaba más, quería que el mayor estuviera con él.
Eso era lo que esperaba, tomo el picaporte de la puerta dispuesto a girarlo para entrar a la habitación.
–¿Qué pasa? ¿quieres que entre? –giro el picaporte, tan solo necesitaba una indicación, una simple silaba y podría entrar.
–Si, por favor –al escuchar la confirmación entro sin dudarlo, cerrando la puerta tras él, se acercó al menor y simplemente se quedó observándolo, a pesar de ser mayor y tener casi a la vuelta de la esquina su celo, no tenía básicamente nada de deseo sexual, pero aquel Omega hacia que ese deseo se incrementara.
–Ven, acércate –su voz era baja, apenas y se podía escuchar, su cuerpo cada vez estaba más y más caliente y con deseos de tener a su Alpha, sus feromonas ya no podían ser más fuertes, Enuc tenía que ser un Alpha muy fuerte para no querer hacerlo suyo mientras olía tan fuerte y dulce aroma.
Mientras el mayor empezaba a reaccionar ante ese aroma, era algo inevitable, la habitación ahora estaba llena de una combinación de ambos aromas, las feromonas del menor y las suyas, se sentó al lado de este, su temperatura corporal comenzaba a aumentar y su deseo sexual pronto sería demasiado, solo era cuestión de minutos, si no es que segundos.
–Tengo calor… Ayúdame a quitarme la playera, tengo tan pocas fuerzas que no consigo siquiera mover mis brazos…
Cuando el mayor escucho la petición solo pudo asentir con su cabeza, acerco sus manos al menor y empezó a desabotonar la playera de este, desabotonando lentamente uno por uno hasta el último botón, al desabotonar la playera por completo la vista de aquel Omega era algo demasiado tentador, se veía tan indefenso que podría hacerle cualquier cosa que quisiera, despejando su mente de aquellos pensamientos levanto un poco al menor para quitarle por completo la playera.
–Gracias Enuc –sonrío para el mayor, por primera vez se sentía cómodo con un Alpha alrededor de él mientras trataba de lidiar con su celo. El mayor sentía que el control sobre su cuerpo se iba poco a poco, no podía apartar la mirada de aquel chico, además que el aroma del celo de ese Omega le hacía reaccionar.
–Ah~ –el menor soltó un gemido pues su pantalón le apretaba bastante y con el más mínimo movimiento se sentía más estimulado pero incómodo.
–Enuc… Crees que podrías de-desabrochar mi pantalón? –le pregunto al mayor, estaba tan sonrojado y avergonzado, no quería gemir más, su voz le avergonzaba. Enuc por su parte soltó un suspiro intentando contenerse, desabrocho el pantalón de Reiz, por accidente froto levemente su mano contra el miembro erecto del menor, él no se dio cuenta, pero Reiz si, ya que cada pequeño roce se sentía tan bien, a Enuc le daba ternura que Reiz estuviera apenado, aunque en ese momento era bastante raro que tuviera pensamientos así y aun así inconscientemente no apartaba sus manos del pantalón del menor.
–Ngh~ –el menor no sabía que hacer por el sonido que acababa de salir de su boca, aquel sonido solo hizo que la resistencia del mayor ante los estímulos se acabara, aprovecho el no haber apartado sus manos de Reiz, tan solo tuvo que moverlas un poco hacia el miembro de este y comenzó a dar pequeñas caricias por sobre la ropa, al miembro erecto del menor, su vista estaba centrada en el rostro del Omega, no quería perder de vista cualquier expresión que hiciera.
–Ngh~ E-enuc~… Q-que haces?~ –a penas y podía hablar, sus gemidos no se detenían, su cuerpo disfrutaba de eso y aunque quisiera negarlo el también.
–Necesitas desahogarte, si quieres me detengo –solo pudo decir aquello, seguía acariciando el miembro del menor, Reiz estaba tan sensible en ese momento y los pequeños gemidos de este solo lo incitaban más a intentar hacerle algo más subido de tono que solo simples caricias, sus feromonas se habían vuelto demasiado fuertes a causa de los estímulos tanto visuales como auditivos.

mal entendidos y un nuevo inicioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora