Mi madre murió cuando yo nací, me quede sola, no tenia a esa mejor amiga con la cual contarle de chicos, ir de compras, en cambio mi padre al ser el rey del pueblo tenía muchos deberes como para ir a perder el tiempo con una chiquilla como yo.
Aunque para ser sinceros mi padre al pensar que necesitaba una figura materna se caso con una de las reinas de otro palacio, la cual también era viuda.
Cuando cumplí los 10 años mi padre me presento a la cual sería mi madrastra, nunca me dijo su nombre y era conocida como la Reina Grimhilde como yo la tenia que llamar, como sino fuera su hijastra sino como una chica más del pueblo. ella me había quitado todo lo que tenia, no solo me quito a mi padre si no que también mi habitación y mi derecho de estar en ese castillo. Yo era una chica más de la servidumbre , a kilómetros yo podía presenciar su ambición algo que mi padre lamentablemente nunca pudo ver.
Todo era mucho mejor en el pueblo antes de su llegada, las casas radiaban felicidad y alegría, hasta podría decir que los pájaros cantaban y las flores y arboles crecían y florecían hasta su punto más bello, los arboles eran de un gran tamaño donde podías escalar libremente, aspirando el dulce aroma a pasto, agua y tierra. Era el lugar perfecto para un día de campo o una cita con tu pareja ideal, pero todo cambio cuando ella llego.
- Flashback-
Mi padre, emocionado por la llegada de su nueva reina ordeno a que se realizara una cena en su honor, con todo tipo de comidas y vinos caros.
Yo estaba en mi habitación viendo mi armario, hace mucho no iba de compras pero tenia un nuevo vestido que había usado la semana pasada para un evento de caridad hacia los pueblos que no tenían escuelas fueran o no dentro de nuestro palacio.
el vestido era largo y liso color azul rey era mi favorito, tiene un encaje azul en la parte del pecho muy lindo a decir verdad, con unos zapatos bajos dorados y una de mis diademas de flores blancas. Así que decidí vestirme por que llegaría María para comenzar con el peinado.
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A decir verdad me gustaba los eventos que mi padre organizaba eran coloridos, divertidos y cómodos, pero el hecho de que me peinasen de una manera que me doliese la cabeza no me agradaba en absoluto.
Al salir de mi cuarto me dirigí al salón de "belleza" como lo llama mi padre, ahí había todo tipo de cosas, desde pinta uñas hasta planchas de cabello, secadoras, manicure y pedicure.
-Copito, pero que bella te vez.- Era así como me llamaba mi madre.
-Muchas gracias María.
-¿Tienes algún peinado en especial princesa?.- sonrió de una manera en la que te hace sentir protegida y querida.
-No, pero me gustaría algo que no haga darme un dolor de cabeza.- la mire tímida
-Claro Copito, lo que la princesa diga y mande.
Dicho esto empezó con su trabajo, solo sentía el calor de la tenaza, el cepillo pasar por mi cuero cabelludo, el aroma del fijador de cabello y por último el roce de unos broches al rededor de mi cabeza.
Estaba hermosa, me sentía totalmente diferente a como mi padre acostumbraba ordenar peinarme, el siempre fue de trenzas pegadas a el cuero cabelludo, eso provocaba el gran y fatal dolor de cabeza.
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Ahora solo era cuestión de tiempo para que la cena comenzara, y así dar comienzo a una nueva historia, donde por fin tendría una madre y una mejor amiga.
