Capítulo 1: La nueva era

69 10 3
                                    

     —¡Corre! ¡Entra en la última habitación de la derecha!

     —Dios, mi cabeza

     —¡Oye! ¡Levántate! ¡No tenemos mucho tiempo!

Las cosas daban vueltas y a duras penas logré enderezar mi cuerpo, no entendía que pasaba pero a medida que los segundos transcurrían recobraba mi visión y mi oído se despejaba, la sangre que recorría mis venas fluían con gran velocidad y pude recobrar el aliento. El chico seguía gritando y, cuando consiguió alcanzarme, sujetó mi brazo llevándome hasta un cuarto

     —¿Qué esta pasando? —dije al ver su rostro sucio, su pelo y vestimenta desaliñados, tenía una cara de preocupación y movía los muebles para tapar la puerta.

     —Tranquilo, por ahora estamos a salvo. Si que estamos teniendo suerte, hemos escapado de la muerte 3 veces hoy.

La habitación donde estábamos no era tan distinta a la apariencia del chico, todo parecía destruido y desalentador: las cortinas desgarradas; cristales rotos y esparcidos de tal manera que, en pie desnudo, sería difícil de salir ileso; ropa tirada por toda la habitación y todo tenía pinta de que hubo una pelea hace poco. Unos centímetros a la derecha de mí se hallaba un armario abierto de par en par, pero con la puerta derecha a punto de ceder ante la gravedad, y a su costado, una mesa de noche con unos rasguños en la parte superior que fácilmente podrían pasar por las de un felino. La puerta comenzó ser golpeteada y parecía que había personas detrás que arremetían contra ella.

     —Aunque a decir verdad, tú no has salido del todo sano —dijo mientras miraba la sangre que caía de mi cabeza— los golpes que te has dado no son ni medio normales, tienes suerte de tener cabeza dura.

El chico saca de su mochila unas vendas y alcohol, yo sigo discutiendo con mi mente para que me regrese los recuerdos que había perdido. Esto no tenía sentido, de un momento a otro pasé de estar en la calle al pasillo de lo que parecía una residencia u hotel.

     —Tenemos que desinfectar esto antes que se vaya a la mierda, hay que dejar de pensar en las musarañas y tratar de concentrarte más en la vida real —me reprochó, sentí que debí pedir perdón pero no sabía el porqué. Me pidió que me sentara en un viejo sillón mientras que él revisó la gravedad de la herida de mi cabeza y comenzó el proceso para desinfectarla —Esto servirá por ahora, pero una vez que regresemos debes de ir a que te lo revisen los chicos de blanco. 

     —Esta bien —entendí que la persona que tenía de frente no quería hacerme daño, pero aún así no dejaba de dudar sobre su identidad. Reconozco que no lo conozco de nada ni tampoco se me hace conocido de algún lugar— Debo pedirte que me expliques lo que esta pasando, no recuerdo nada de lo que esto. Lo último que tengo en la mente es de esta mañana cuando me iba a la universidad, después de eso todo es blanco y ahora estoy aquí, contigo.

     —No crees que ya estas mayor para bromear de esa manera, pero he de admitir que jodería bastante si en verdad sufrieras de algún tipo de Alzheimer. Lo último que necesitamos es que te vengas abajo

     —Lo digo enserio, no logro comprender que es lo que sucede. Hasta ahora solo sé que este cuarto esta hecho basura, hay gente afuera tocando por nosotros y tengo una herida de procedencia misteriosa en mi cabeza, ¿tú me golpeaste?¿Hiciste daño a los de afuera?

No pareció gustarle la seriedad con la que decía esto, todos los que me conocen saben que no sé mentir y mi cara refleja claramente mis mentiras. Sentí que él conocía esa peculiaridad ya que me miró directo a los ojos, me sentí expuesto ante alguien que no conocía de nada y que, en estos momentos, trataba de ayudarme.

     —No me jodas, ¿realmente lo dices enserio? —dijo para luego levantarse y mirar las cosas que había alrededor, él parecía estar más consternado de los dos y su cara preocupada se convirtió en ira, arrojó la botella de alcohol por la ventana, rompiéndola— No lo dices enserio, ¿verdad?

     —¿Qué te pasa, maldito loco? —mientras seguía viendo la ventana, sujeté uno de los cristales del suelo y lo oculté en mi bolsillo, me corté durante este proceso pero no deje de sostenerlo.

     —La gente necesita de esperanza, tú dabas esa esperanza. Tú eres quien mantiene la calma, ¿pero que va a pasar ahora? —los ojos se desviaron hacia el suelo y luego señaló a la ventana— mira el panorama, una imagen vale más que mil palabras.

Temiendo que el próximo en caer sea yo, dudé si debía hacerlo, pero hallándome en un rincón sin salida, me acerqué lentamente hacia la ventana, pendiente que no vea el mi mano ensangrentada.

Lo que vi destruyó el mundo que recordaba por completo, numerosas colinas de humo asomándose por los edificios, coches encima de otros y cientos... No, miles de personas caminar sin rumbo por las calles que alguna vez vieron la vida cotidiana de los habitantes.

     —¿Qué es esto? Estoy más perdido que antes, necesito recostarme—sentí que mi cabeza giraba y perdía el equilibrio, esto es inhumano. No podía concebir la idea que esto pasase de un momento a otro —Mi familia... Ellos.

     —Tu familia, nos contaste que tu familia había viajado fuera del país, ¿lo recuerdas? —mi familia nunca ha salido del país, ¿yo dije eso y, si es así, por qué?— Las cosas no van bien, Luis, te necesitamos en el ruedo.

     —¿Luis? Yo...

Nos sentimos a salvo ya que los rugidos y golpes habían terminado hace más de unos minutos. Pero de un momento a otro volvieron a golpetear la puerta, pero esta vez se escuchaba una voz pidiendo ayuda. Cuando intenté acercarme, el chico me detuvo del brazo y me pidió que esperara, no entendía porque me detenía pero me hacía una idea. Una parte de mí quería ayudar por instinto pero otra quería detenerse por el miedo a lo desconocido.

¿Qué mierda debería hacer?

—————————————————

Capítulo actualizado 2020

Destino ZombieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora