No extrañarte se me hace imposible,
A donde sea que voltee ahí está tu recuerdo.
No hay lugar en mi casa que no me recuerde a ti,
El sillón que muchas veces compartimos ya no se siente como antes.
El lugar donde dormimos cómodamente abrazados en invierno ahora no me señala nada más que tu recuerdo.
El ordenador que tantas veces te sirvió para hacer las tareas clama por tu torpe ortografía.
Cuando estoy sentada en mi cama, simplemente descansando de tanto extrañar, escucho un motor pasar por mi casa, y me pregunto emocionada y a la vez melancólica ¿serás tú? Me río de mi misma al escuchar ese pensamiento, ingenuamente sigo creyendo que regresarás.
De camino al instituto las cosas no mejoran, recorro el mismo camino que recorrí contigo tantas veces, bromeando, platicando de trivialidades de la vida, riendo, disfrutando silencios amenos.
Al llegar a la escuela, los recuerdos me azotan de nuevo, lo primero que veo son las sillas donde, al yo llegar primero que tú, te veía llegar siempre con tus lentes de sol puestos, que cubrían esos ojos color licor de amaretto, sonreír y saludarme, saludos que me dejaban ese agradable perfume característico tuyo.
Al subir las escaleras al salón recuerdo todas las veces que al torpemente tropezarme me ayudabas y regañabas con la autoridad que solo un amigo sabe adoptar. En el salón, pasa lo que más me lastima, los compañeros me preguntan por ti, todos y cada uno de ellos pregunta que ha sido de ti, preguntan por qué te fuiste... Yo me pregunto lo mismo. Los maestros también hacen la pregunta que al momento de oírla acompañada de tu nombre hacen que me dé un vuelco el estómago y me dé punzadas el pecho.
Solo les contesto en pocas palabras que no lo sé, que te deberían preguntar a ti, es lo único que logro decir.
El día de clases transcurre de forma lenta, aburrida y monótona. No me atrevo a voltear a ver tu banca.
Ni siquiera me atrevo a voltear a otro lado que no sea el pizarrón, porque el dolor que me causa el no verte ahí hizo que por fin entendiera la expresión "es un sentimiento de dolor tan fuerte que casi se vuelve físico"
En la calle, te confundo con cualquier persona que de lejos porte lentes y camine de esa manera tan particular como lo hacías.
No puedo escuchar música del radio o de mi celular porque todas las canciones, al menos una vez, las cantamos en voz alta, cosa que me encantaba y que cuando lo vuelvo a hacer inconscientemente al darme cuenta cayo inmediatamente y siento ese dolor, el dolor de extrañarte.
Creo que podría seguir escribiendo ejemplos de las cosas que me hacen extrañarte pero creo que basta decir con que todo, simplemente TODO ME RECUERDA A TI.