12 segundos antes de morir

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-Juro que jamás me iré de tu lado.-Su voz salió baja y ronca, su vista estaba posada en el joven de cabellos castaños recostado a su lado; el parque a su alrededor los envolvía en un aire cálido digno del verano, las hojas se movían con serenidad llenando el silencio reinante y agregando al momento un toque de magia, una pequeña sonrisa apareció en sus labios y provocó que su corazón diera un vuelco.

-Te amo...-El menor susurro en los labios del rubio antes de unirlos por completo y comenzar un beso con movimiento sutiles, el primer beso de muchos, el primero que marcó el inicio de una maravillosa historia. Una historia que no tuvo un final feliz.

Sus ojos se abrieron de golpe, provocándose una punzada en la cabeza, con pereza paso sus manos por su sudoroso cabello y nuevamente una lágrima recorrió su mejilla, su corazón dio un leve tirón provocando que soltará un sollozo. Aquellos recuerdos que había intentado olvidar, que había enterrado en lo más profundo de su corazón salían a flote causándole más dolor del que ya estaba sintiendo.

Sus pies tocaron el frío piso de la habitación, pero no le importó, sus lágrimas salían por montón y sus sollozos eran profundos y largos, el miedo recorrió su cuerpo y un escalofrío se poso en su espina dorsal. Un estigma tenía clavando en su interior, uno muy profundo y lleno de dolor, todo lo que alguna vez muerto creyó, vivo quedó y la herida profunda se volvió.

-Por que tuviste que irte...-Su voz salió tan baja y lastimera, el silencio reinante en su casa logro que se escuchara fuerte y clara, ahogo un sollozo en su garganta y un grito salió desde lo más profundo de su corazón.

La noche era fría y lluviosa los relámpagos se escuchaban cada diez minutos y los rayos iban iluminando la habitación.

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-Jamás nos hablo de el...-La voz de la mujer resonó en la habitación, una lágrima cayo por su regordeta mejilla y ahogo un sollozo.

-El chico que me entrego la libreta no me dijo quien era, solo me dijo que tenía novio, quizá lo tenía muy escondido.-El pálido se reclinó en su asiento mientras observaba a la pareja frente a él.

Cada día que pasaba nuevos enigmas se iban encontrando y las cosas iban empeorando, en vez de encontrar una salida para aquel laberinto cada vez se iba adentrando más, perdiendo la paciencia, sintiéndose débil e impotente.

-Necesito su autorización para leer la libreta, quizá ahí pueda encontrar algo.-El pálido volvió a hablar, está vez solo tomo la libreta entre sus manos y la observo con detenimiento.

-Haga lo que sea necesario.-El hombres de cabellos azabaches sentenció con voz firme, su vista se poso en YoonGi quién solo asintió.

Una vez que los padres de JiMin se fueron YoonGi suspiro pesado y de su cajón saco la pequeña fotografía de JiMin, una sonrisa apareció en sus labios y con su dedo gordo acarició la foto, un nudo se instaló en su garganta y una lágrima amenazó con salir de sus ojos.