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Volviendo al hueco podrido donde me escondo, voy encontrando muchos espejos y ojos, miradas, por todos lados, por donde me mires, hay un defecto tras otro, una cicatriz plasmada y más que veintitrés historias contadas.

Miro por la ventana y no dejo de hablar con mi conciencia la que me dice que cada paso que doy es una perdida de vida, de alma y seguridad. No puedo evitar odiarme, lo que hace que odie a los demás y a cada situación que no puedo manejar.

Trato de pisar fuerte en la entrada a mi perdición, pero el temblor que consigo es parecido al de una pluma cayendo a la orilla del mar, débil.

No sé si la pregunta es en que momento dejé de ser yo o como fue que rompí esta armadura, si es que la enfermedad me hacia ser lo que soy o es que nunca me dejé ser.

Llego a casa y las paredes están mojadas otra vez, el techo se cae a pedazos y las baldosas cada día están más flojas. Mamá no para de mirarme con desaprobación y mi abuela me intenta cambiar, la verdad, no sé como soportar esta miseria a la que llamo hogar sin un par de pastillas y algo de tomar.

Que duro se volvió el regreso al lugar donde me crié y el lugar donde estoy en mi plena melancolía.

Ni tus palabras me ayudan a poner un pie delante del otro, es difícil dormir cuando tenés una pistola en la cabeza y un cuchillo en la garganta, cuando respirar cuesta más que sostener unos 55 kilos que llevo en la piel que sin vomitar no puedo descargar.

Ojalá el pulso se me parara así sin más, sin que la gente se pregunte, como y porqué de un día para el otro me había convertido en polvo de estrellas o tal vez, cenizas en la hoguera que realizó mi padre esa noche, donde quemó los pecados que su hija había aprendido a copiar de él mismo.

Desearía que en momentos así seas chiquita otra vez dijo ella con lágrimas que se derramaban en su pómulo; Me duele mirar atrás y ver como en este presente no te reconozo, palabras que salieron de los chicos que hoy prefiero llamar desconocidos.

Esas, fueran las patadas al estómago que destruyeron todo en mi.

Los gritos, los golpes, los vidrios rotos y una gran cantidad de cuchillas, el día más esperado por todos está por llegar.

Me convertí en la nube que estorba un hermoso cielo despejado, la mancha en un vestido blanco, la piedra del zapato y unos cuantos ejemplos más.

Quinta noche de supervivencia, la número cinco de otras doscientas más. Ya le escribí la carta a alguien, faltan solo cuatro. Estoy preparada para firmar este contrato y vender mi alma al diablo.

23.04.18

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⏰ Última actualización: Mar 15, 2020 ⏰

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