He allí me hallaba,
en la habitación de mi mente,
sosteniendo la puerta,
impidiendo la entrada
de mis propios demonios.
Era una noche fría,
oscura,
lúgubre.
Sus voces no dejaban de resonar,
me volvían psicótico,
volvían maniático mi cerebro.
Fue un error haberme dormído;
cediendole el paso a ellos...
Y cuando desperté,
no había más que sangre,
rastros de furia,
pedazos de esperanzas,
dispersadas por la habitación.
Porciones de felicidad,
que solo las ví de lejos
pero al instante,
se ausentaron.
No pude hacer nada más que
lamentarme,
de sentir lo que es el vacio,
de sentir la nada,
de no sentir.
¡Oh, majestuosa Luna!
solo me queda observarte,
apreciarte,
justipreciarte,
bienquistarte.
Me situé sobre el alféizar de la ventana,
dejé la contraventana abierta,
para que la luz avive allí adentro,
y miré detenidamente hacia la luna;
era hermosa.
Luego de tanto infortunio,
de tanto sufrimiento,
de tanto sentír,
solo me quedaba esperar,
esperar a que la luz
de mi preciado sol,
toque el suelo de mi habitación;
solo así podría salvarme.

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Cautivo de la nada.
Poetryla nada, el frío por tu cuerpo, el vacío en tu habitación, la oscuridad inpregnada, hasta en el alma. y tú, solo tú, junto con tus demonios, y un poco de música.