El sollozo agonizante de una mujer se podía oír por el silencio del castillo, totalmente expectante. Jadeos que imploraban ayuda divina que no le sería concedida. Para ninguna mujer es concedida la petición de que el parto acabe tan pronto ellas quieras, pues están sometidas al ser dentro de sus vientres; el cual su primer acto de dominio sobre sí mismos, es el de salir de su encierro y hogar de nueve meses, para enfrentarse al mundo que debía recibirlo.
Pero esta mujer, la reina para recalcar, no solo pedía porque viniera al mundo. Lo hacía para que llegará vivo; Helblindi y Byleistr eran los nombres de sus anteriores hijos no natos, que murieron durante el parto y un aborto espontáneo, respectivamente. Los sueños clarividentes de sus vidas pasar se desvanecieron de repente con su ausente respirar.
Por esa razón, esperaba poder dar a luz al pequeño que la dejaría seca de por vida. Porque no podría soportar el calvario de perder a un hijo al que nunca sostuvo cerca de su pecho. Solo deseaba ver sus ojos. Quería que fueran los suyos. Verdes como las praderas y las hojas de los árboles, que se mecían con el viento; libres del encierro y sometimiento.
Nace niño. Nace para cumplir el último deseo de una madre y reina en peligro. Nace, aunque con ello drenes todos los dones que ella te da solo para sobrevivir.
Un grito desgarrador y el puje con todas sus fuerzas fue señal de que sus peticiones, y las de la joven nodriza que la acompañaba, fueran escuchadas. Junto con los sollozos de una nueva voz, que conocía la luz de la luna por primera vez.
La matrona sonrió a la reina-Es un varón-dijo.
La reina Farbauti mostró una sonrisa, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas de dicha y felicidad pura. La adolescente a su lado correspondió la mano que la mujer pedía ser tomada, sintiendo el apoyo ajeno, junto con la mano más joven pasando por su frente perlada en sudor.
Compartieron miradas. La nodriza musito un "Ya terminó". El calvario acabó. El dolor igual.
La matrona lavó al infante, que aún pedía entre esos sollozos un calor ajeno que compartió nueve meses. La sintió cuando la madre lo tomó entre sus brazos y los meció. El pequeño dejo de llorar. Ella descubrió que sus ojitos aún no se abrían.
Farbauti amó al niño. Lo amó al sentirlo vivo.
Hizo un ademán hacia una linterna, esperando encenderla con sus dones mágicos de nacimiento. No funcionó. Frunció el ceño extrañada y lo intentó otra vez. Nada.
Repentinamente, la linterna al fin se encendió, pero Farbauti no había hecho nada.
-Su majestad-el susurro impresionado de su compañera hizo que dirigiera su mirada a ella. Esta señaló con su cabeza al bulto entre sus brazos, quién movía su bracito imitando el movimiento de su madre, provocando que la luz apareciera y se fuera.
Intercambiaron miradas. La nodriza y la madre finalmente comprendieron porque los otros embarazos no funcionaron: la magia de Farbauti prefería protegerla por su potencial mágico antes que a los niños; protegía al que más tendencia tenía a la magia. Pero ahora, viendo como ni una vela podía encenderse, como fácilmente lo hacía, significaba que su magia decidio apostar por el ser con más talento, protegiéndolo de la misma muerte: al bebé entre sus brazos. Eso significó que drenara sus poderes a él, quedando como un cascarón vació.
Sin embargo, mas que preocuparle el perder sus dones, le alegraba saber que su hijo estaba vivo y sería un talentoso hechicero. Estaría ahí para él.

ESTÁS LEYENDO
El Hechicero de La Torre
ФэнтезиEn la Torre Noroeste del castillo de Jotunheim habita el príncipe Loki, hijo de los reyes Laufey y Farbauti, considerado muerto por el pueblo. En realidad, es usado por su padre debido a sus dones mágicos, y el joven no conoce nada más allá de las p...