|Nuestra aflicción|

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Cuando fue su funeral, Bakugou no estuvo allí. No pudo, no quería, no debía estar ahí. No podría ver el cuerpo de su amado bajar a lo más profundo donde tal vez sería olvidado por los demás o donde solo quedaría como un héroe.

Un héroe bastante joven para haberse ido. El tiempo se hacía lento con cada segundo que pasaba, el cuartel militar no volvió a ser el mismo. La chispa de vida probablemente se había ido, para muchos una desgracia, para otros ni eso.

¿Ahora quien provocaría al cascarrabias musulmán? ¿Quien iría a hacerle bromas al ojeroso de Aizawa? Kaminari ya no tendría con quien hacer sus estupideces, como aquella vez en la que intentaron conectar cables pelones a sus pezones, quedando completamente estúpido cuando la electricidad hizo su trabajo con la piel rosada. Ya nada sería lo mismo.

Midoriya tuvo que interponerse entre las constantes peleas en las que Bakugou se vio involucrado, por culpa de todos los estúpidos que se burlaban de Kirishima, alegando que era un débil que solo alardeaba ser el mejor.

Pero ellos no conocían nada de él, no tenían idea de lo que Eijirou sufrió para haber llegado hasta donde lo hizo.

—¡MUERETE!—fue más de una vez en la que todos aquellos se atrevieron a insultarlo, poco le importaba a Katsuki, con tal de que dejaran a Kirishima en paz.

Y ahí volvía el problema, le dolía cada mañana despertar y no encontrarlo. Las misiones y batallas ya no eran igual, seguía en su puesto del mejor asesino, el mejor guerrero. Pero ya no disfrutaba de ayudar a su país, incluso un par de veces trató de retirarse del ejército pero, ¿Y quien lo esperaría en casa?

Además, preferiría morir en batalla que de viejo y soledad.

Pero el hecho de estar aún en ese lugar, traía problemas; Justo pasaron los primeros meses, las pesadillas se volvieron casi reales, dolorosas y desesperantes. Y no cambiaban, siempre la misma escena, el mismo sonar de sus botas chocar contra la tierra mojada. La misma situación donde no podía hacer nada más que ver a Kirishima morir en sus brazos.

Se culpo, si, lo hizo. Y aun así todos trataban de decirle que no fue su culpa, que ese era su tal vez destino, sin embargo él seguía sin escuchar.

Al principio trataba de convencerse a sí mismo de que estaba en un lugar mejor, donde no hubiera abusó, donde pudiese sonreir sin tener que fingir felicidad. Fuera de la guerra, lejos del dolor.

Pero eso no significaba que no haya deseado encontrar la manera de poder hablar con él y poder decirle que allí todo estaba peor, quería platicarle que todo salía mal y que él lo alcanzaría teniendo la oportunidad. Quería hacerse la idea de que Kirishima se sentía mejor, que donde sea que estuviera no habría suplicio.
Y aunque sonara enfermo, utilizaría cualquier método para poder tan solo una vez, sentirlo a su lado y decirle que su voluntad se estaba esfumando.

La última vez que Bakugou lloró.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora