Ansiedad

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El dolor de cabeza no se va; siguen los mareos y las nauseas, por eso no he comido demasiado en los últimos cuatro días. Los hematomas siguen apareciendo al despertar, sinceramente la única explicación que tengo para ello es la ansiedad, pero ¿dormido? Me cuesta trabajo creerlo, solo sé que aparecen sin más, como el dinero entre los cojines del sillón o en los bolsillos del pantalón.
No me he mordido las uñas, pero si la piel que las rodea, es como tener dedos de lava platos -y de eso yo sé- en donde se arrugan y su relieve denota fragilidad.
He salido a respirar aire fresco para después contaminarlo con mi tabaquismo, ya sabes, para controlar mi ansiedad. El alquitrán se ha vuelto parte de mi y me cuesta respirar cada que subo una colina o juego algún partido de fútbol.
Me paso el día entero en Twitter o Instagram, también en Tumblr pero solo para deprimirme con los textos de los demás usuarios o para curarme la soledad... Vivo de noche y duermo poco de día, cavilando cosas buenas y malas, he de decir que son más las cosas buenas pues he tratado de verlo desde otro punto de vista. Trato que la ansiedad no nuble mi pensar.
Me exacerba pensar en el pasado contundente, el presente inerte, y el futuro totalmente incierto. Me muestro lánguido ante las personas; me miran por las calles y siento que susurran, que se mofan de mi desdicha, la desdicha en la cual me regocijo para mantener la pulcritud, la serenidad y la frialdad de mis facciones. Cuando buscan penetrar mis ojos de piedras preciosas falsas, notan la opacidad de mi expresión y comienzo mi juego... torturo su inconsciente con mi realidad y en un instante breve bajan la mirada.
Voy leyendo en el transporte público, siempre con mis audífonos, pues ¿para qué quiero hacerle caso a montones de palurdos? Eso sí, hay gente que brilla por si sola y sin querer volteo a verlas, me roban una poca de mirada que para nada es valiosa, pero lo verdaderamente valioso es ver a esas personas que en su nitidez enseñan su valor, su extraordinario cerebro. Me da ansiedad el pensar que puedo cruzarme con una de esas bellas mentes y que sea para él o ella un palurdo más. Entre esas personas hermosas de mente, ella tiene un lugar especial: su pensar me excita, estimula mi médula y me hace correr, me hace venir. Solo ella logra que mi ser refleje lozanía. Siempre que noto a un ser humano con esas cualidades, los recuerdos de ella aparecen en mi mente.
Veo fumar a las masas y en un acto de presión social prendo un cigarrillo con los cerillos que siempre llevo en mi bolsa, a la antigua. Jamás supe por qué y sigue sin importarme saberlo, pero los tabacos obtienen un sabor distinto con la combustión del fósforo y la madera, o esa es mi absurda percepción. Es placentero ver la flama consumirse y triste ver como el cigarro se apaga, provocándome nostalgia al mismo tiempo en el que las últimas cenizas caen acompañadas de ráfagas de viento y gotas de lluvia. 
Jamás pensé en volver a este escenario… Yo tan seguro y engreído, pensando que era intocable… Iluso. Sé lo que es despertar de un sueño roto y borrar miles de promesas hechas a largo plazo, sé lo que es tener complejo de fénix y volar, dejando una estela de ceniza llena de sentimientos al avanzar, pero esto es diferente, esta vez el ‘knockout' de su partida fue el definitivo y la lona me abrazó con todo su ensordecedor sonido.
Vivir sin ella es vivir en lo absoluto. ¿Qué demonios, amor? ¿Qué demonios? Esto es todo. Que poca gallardía.
<<Quiero estar cerca de ti, lo más lejos a tu lado>> le dije -como dice la canción de Fito & Fitipaldis- y ella respondió que no. Tal parece que ni todas las lágrimas del mundo la hicieron cambiar de opinión. No la  culpo.  Olvidé su esencia, su forma, olvidé los tratos que le gustan, le ofrecí caricias mustias en vez de vigorosas y ella no lo aguantó. Traté de hacer algo cuando ya era demasiado tarde… Ahora el blanco de su piel viene a mi cuando miro a la nada. Soy preso de sus encantos. Los cigarros son mi refugio, la ansiedad es abatida por tu recuerdo y cuando se acaba el tabaco… me digo que será el último… aunque sé que no es cierto.
Es un frío lugar en el infierno, pero te acostumbras a ello. A veces pienso que hasta el diablo se olvido quien soy, de mi existencia.
Ahora… Por ahora no sé que hacer, no sé qué sentir ni qué decir. Soy un egoísta y no sé si cambiaré más adelante. Ignoro a los demás y no quiero despertar más; ya no quiero sentir una explosión en mi pecho y un dolor en mi cabeza. Por ahora yo… yo solo quiero fumar para controlar la ansiedad. Por ahora yo dormiré sin más.

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