[ S i n o p s i s. ]

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—Ya conseguí a alguien que quiere adoptar a tu hija... Bueno, nuestra hija si así debo de hacerte sentir bien, diciendo esta cruda realidad que te hace tan feliz.—Le aseguró Héctor el padre de Sofia a su esposa, con un notable desencanto en su voz; haciendo referencia hacia la menor, como si al hablar de ella se sintiera repugnado.—¡Es un hombre con dinero! ¡Al fin tendremos dinero! Por algo tan insignificante como darle la legalidad de tutor de Sofia a ese señor. Sin ella aquí, una buena vida nos espera. ¿Entiendes tú eso?—Admitió con ilusión conforme caminaba hacia ella sin ningún remordimiento ante las crueles palabras que salían de su boca.

La familia Betzabel era de bajos recursos económicos y lo poco que tenían por desgracia les servía sólo para comer; la necesidad se había vuelto tan grande en el hogar que el  ingenuo de su padre confió en el hecho de que lo mejor que podría hacer para "sobrevivir" era dar a su única hija en adopción o al menos eso le había informado a su querida esposa.

—¿¡CREES TÚ QUE ESTO ES LO CORRECTO!?—Le preguntó Lucia, en un grito ahogado, aún dudosa de hacerlo.—Tú no sabes lo que siento Héctor al escucharte hablar así de nuestra única hija. Te has cegado por causa del dinero. ¿Cómo es posible que no sientas tu corazón estremecerse? ¡Te ha consumido la vanidad!

Verla cuestionarle, hizo que su marido se enfureciera. Se detuvo frente a ella y señalándola con su dedo índice le amenazó.

—Le irá mejor que con nosotros, nuestra vida es un asco por culpa suya, tú más que nadie lo sabes mujer.—Añadió con rabia haciendo énfasis en cada palabra conforme veía a su esposa asustada por su tono de voz.—Tiene 17 años ya será mayor de edad; así que deja ese "instinto de madre" que ya no te favorece. Además de adoptarla, el señor prometió darnos un buen monto de dinero para ayudarnos. ¡Se compadeció de nosotros! ¿Entiendes eso o debo explicarte todo con dibujitos?

Aún al saber que le darían dinero por su hija, ella seguía negada a aceptar lo que su esposo quería hacer. Él era un monstruo, no guardaba sentimiento alguno por el bienestar de Sofia. Todo estaba hecho, el nuevo tutor de su hija; iría hoy a media noche por ella.
El mejor momento para pactar y cerrar el negocio era a mediados de la madrugada; así ningún vecino podría ser testigo de ese cruel acto.

Héctor, Lucia y Sofia se encontraban en la sala de estar sentados en los deteriorados muebles de su humilde hogar, esperando por la prestigiosa llegada del señor que le daría una mejor vida a su hija. Dos maletas grandes aguardaban al lado del mueble, la madre sintiendo su corazón estremecerse no podía quitar la vista ni un segundo de ella; sintiendo en su pecho una extraña sensación de miedo.

La puerta se abrió mostrando a Karloss: un hombre gordo de piel blanca, ruso, de poco cabello y poseedor de unos ojos café que mostraban de lejos su mal carácter. A su lado agarrando su mano venía una mujer de cuerpo esbelto, pelo rojo, piel blanca y unos ojos marrones; sonriendo con amplitud al caminar.

«"El éxtasis de la prostitución."» +21.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora