El monstruo al final del libro.

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-¿Por qué tenemos que ir a auxiliar un incidente al otro lado de la ciudad? – Preguntó confundido, al tiempo que abría la portezuela y montaba en el vehículo –, esa no es nuestra ruta y si de verdad es una emergencia, me preocupa que no lleguemos a tiempo, no entiendo porque no llamaron una unidad más cercana.

-No lo sé, Naruto – respondió su compañero, ocupando el lugar del conductor e iniciando el encendido de los motores –, Iruka actúa muy extraño desde que Anko le dijo que serían padres, pero igual nunca deja de ser responsable, así que no creo que esté poniendo una vida en peligro.

-Sí – coincidió con una sonrisa – el jefe anda en las nubes desde entonces, pero tienes razón, no nos queda mas que confiar en sus decisiones – aseguró poniéndose el cinturón de seguridad.

La ambulancia salió del lugar a toda prisa y con la sirena encendida. Naruto sentía ese día especialmente el peso de la amargura en su pecho; su padre le había contado que la boda de Sasuke sería a las doce del día y ya casi era la una de la tarde, eso significaba que su azabache ya estaría casado en esos momentos. No quería darle ya vueltas al asunto, era doloroso pero sabía que no podía caer de nuevo en la desesperanza, aunque sonara cursi y cliché, se decía que debía sentirse alegre y agradecido de que Sasuke estaba formando un buen matrimonio, con alguien que le trataría bien.

Afortunadamente habían estado bastante ocupados, podría sonar sádico y egoísta de su parte ¿Pues quien se alegraba de que el trabajo fuera en aumento, tratándose justamente de la labor que él desempeñaba? Lo bueno de la situación es que aunque habían tenido muchas llamadas,  ninguna fue de gravedad, precisamente el día anterior: una chica loca les llamó para reportar que su iguana había caído a la piscina y no respiraba; lo hubieran tomado como una broma y darle carpetazo, pero la chica se oía desesperada, llorando lastimosamente; a final de cuentas Iruka decidió prestarle atención, pues hasta ese momento tenían tres unidades libres y Sai con lo excéntrico que era apoyó para acudir al llamado de la iguana. No estuvo seguro de lo que hicieron, como una escena bizarra recordaba a su compañero moreno dándole respiración asistida al animalejo*, asombrosamente la mascota reaccionó y dejaron una feliz y agradecida chica.

Esa experiencia no se iba a borrar fácilmente de su memoria, pero si que estaba agradecido pues era una terapia el mantenerse ocupado y si podía ayudar a la gente, qué mejor.

- A todo esto ¿De qué trata la emergencia? – cuestionó mirando los automóviles que iban rebasando conforme avanzaban.

-No estoy muy seguro, Iruka no me supo decir exactamente, sólo entendí que es en un salón de eventos; según entendi hay un herido.

-¿Qué, se le rompió una uña a la novia? – preguntó sardónico.

-Hummm podría ser – respondió tomándoselo literal, al parecer la ironía no era una cualidad que Sai tuviera en su repertorio.

Naruto rodó los ojos exasperado, debería estar acostumbrado, pero su compañero siempre buscaba la manera de sorprenderlo, inconscientemente, pero vaya que lo hacía.

Luego de casi veinte minutos de camino, pues Sai era muy hábil para conducir e hicieron la mitad del tiempo que harían normalmente, llegaron al lugar y curiosamente no había ningún alboroto que les alarmara o gente entrando en pánico, eso daba a entender que el incidente no era tan grave.

Naruto y Sai bajaron del vehículo llevando con ellos los implementos que se utilizaban para dar primeros auxilios, un respirador portátil y otras cosas; el rubio no reparó en ninguno de los invitados, de haberlo hecho, habría notado al sospechoso y familiar rubio que se escondía tras de una columna con un móvil en la mano, portando una sincera sonrisa.

Casados Pero cuandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora