Prólogo:
Drogas, drogas, drogas…estar drogada es genial, cuando no estoy vomitando en algún rincón del baño, es como estar en otro mundo, donde todo es rosa, ¿o violeta? No distingo muy bien la verdad, por lo menos no tengo que ver las caras de mis molestos e idiotas compañeros y compañeras de instituto, que se jodan, los odio a todos, le daría una paliza a las pijas de pacotilla que se encuentran al otro lado de la sala enseñando sus atributos a cualquiera que se ponga delante de ellas pero me siento demasiado débil, y a ese idiota de Gown, le enterraría vivo si tuviera a mano una pala y pudiera levantarme y caminar hacia el jardín, mala suerte, otro día será.
— ¿Qué mierda miras?—Le pregunté a un chico de pelo negro, del cual no sabía el nombre, pero si mi madre hubiera estado aquí, juraría que habría dicho que este es un enviado de Satán para seducir a las mujeres y llevarlas al infierno, aunque bueno, con lo guapo que es, que me lleve a donde quiera.
— ¿Tu qué crees que miro? Tus tetas, imposible no mirarlas, ese vestido que te has puesto solo sirve para que los demás quieran quitártelo—Respondió el con una sonrisa burlona en la cara, idiota.
Me levanté de mi asiento y pasé por su lado, cuando llegué a la barra pedí un trago de vodka con limón y observé la escoria que había en esta sala, menuda gente abundaba por aquí, todos estaban drogados, a algunos se les notaba más que a otros, digo, dudo que alguien en su sano juicio se suba a las mesas y se tire al suelo creyendo que puede volar solo por diversión. Por otro lado estaba la minoría que solo estaba borracha, aunque se hayan bebido 5 botellas de alcohol y no puedan ni con su vida, bueno, al menos no estaban colocados, es un avance, la última vez que vine todos estaban hasta arriba de cocaína y otras…Y por supuesto, como no olvidarlo, las parejas con hormonas hiperactivas, aquellos que a pesar de llevar una hora en lo mismo, seguían besándose como locos, bueno, besándose…no es el término correcto pero es el más decente.
Yo había venido con Halley, una compañera de clase y un verdadero estorbo a decir verdad, y también con mi hermano Hale, el chico malo del instituto, es dos año mayor que yo, y es una completa molestia porque parece que no sabe hacer nada por sí solo, salvo follar. Aun así, lo amo, ¿por qué?, porque es el único en mi casa que me apoya, mientras que mis amargados padres se pasan el tiempo en sus queridas reuniones, que duran todo un día o, en sus hoteles de lujo, pasándosela bien. Había algo bueno y algo malo en eso, lo bueno: que podíamos hacer lo que nos diese la gana, como venir a fiestas donde se vende y consume material ilegal, y lo malo: que mi hermano y yo no sabemos nada de labores de casa, por eso siempre queda hecha un asco ya que los sirvientes se toman vacaciones cada vez que se van mis padres.
— ¡Guarra!—Ellyse, la persona que mejor me cae del jodido instituto me llamó entre la multitud, si, así nos comunicábamos, ¿por qué? Porque podemos. —Tengo chicos que presentarte.
Me acerqué a ella esquivando cuerpos sudorosos e intentos de “saludarme” de algunos chicos que se encontraban cerca de mí. Ellyse tiene el pelo negro y los ojos verdes, su cuerpo, el de una diosa, y su carácter, en resumen, es mejor no molestarle, es por eso que nos caemos bien, no somos amigas por el simple hecho de que aún no nos conocemos muy bien pero no me sorprendería que si mis padres no deciden mudarse para “unificar a la familia”, nos hiciéramos buenas amigas.
—Down, estos son Kyle y Junior, amigos de mi hermana. —Vaya, vaya, pero si a Kyle yo lo había visto antes, que casualidad que sea amigo de Amberly, me lo esperaba, prácticamente todos en esta sala son “amigos” de ella.
— ¡Kyle! Vaya, yo te he visto antes, dijiste que querías arrancarme el vestido, no te respondí, eso fue injusto, así que te doy mi respuesta ahora, arranca el de la perra de Amber, estará encantada, yo por mi parte no suelo acercarme a escoria como tú.
Sí, mi compañera se me quedó mirando con cara de “¿eres tonta o te lo haces?” pero es la verdad, yo no tocaría algo que ha tocado Amber, es decir, por dios, la chica tenía parásitos, se lo oí decir a su madre mientras estaba en el cuarto de Ellyse. Eso da asco, además no me apetece hacer nada de eso esta noche, ni que fuera una puta, ni que fuera Amber. Subí las escaleras hacia el baño de arriba ya que en el de la primera planta había una chica ocupada en hacer feliz a uno del sexo opuesto. La puerta estaba cerrada, así que pegue mi oído por si escuchaba algunos gemidos, pero nada, perfecto, espero que no fuera una pareja silenciosa, es incómodo cuando pillas a alguien haciéndolo.
El baño estaba vacío, gracias a Satán, no hubiera querido esperar a que los fornicadores que estuvieran aquí terminaran, necesitaba vomitar ahora. Me senté en el suelo esperando que los flujos volvieran a salir por la boca pero nada, genial, vomito en el césped pero cuando vengo al baño estoy mejor que una margarita en un campo. Recosté mi cabeza, a pesar de haber sacado todo al exterior me dolía mucho, me apetecía dormir, quería irme a casa. Estaba a punto de perder la consciencia cuando alguien abrió la puerta, me cargo en sus brazos, me llevo a la cocina y salió por la puerta de atrás, que bonito, el césped era de un verde opaco con las primeras luces del día.
La persona que me traía encima me dejo en el suelo, espera…mierda, alguien que no era mi hermano me había cargado y yo estaba de tonta, alucinando con la mañana, y diciendo gilipolleces mientras alguien desconocido me llevaba a cualquier sitio. Iba a moverme pero el desconocido se colocó encima de mi haciéndolo imposible, genial, encima me molestaba, quería ser optimista, pero yo siempre pensaba lo peor, al menos no soy virgen, me dolería más si me violaran siendo virgen. Nah, tal vez solo sea una broma.
—Hola, Down—Oh mierda, no era una broma, y yo reconocía esa voz, Kyle. —Siempre consigo lo que quiero.
Kyle empezó a forcejear con mi vestido, el cual al ser tan apretado era difícil de quitar, intentaba soltarme como fuera pero no podía, él era más fuerte que yo, había gente por los alrededores, gente de la fiesta quiero decir, muchos nos miraban y seguían su camino, otros gritaban cosas como “como disfruta la maldita zorra” o “que puta es, le gusta que le fuercen” entre otros comentarios. Yo estaba llorando, pero cuando Kyle estaba liado intentando bajarme la cremallera, vi un punto donde atacar, me preparé y subí mi rodilla con fuerza dándole en su entrepierna, lástima que no fue suficiente, lo último que se quedó en mi memoria fue la imagen y el sonido de un puño estrellándose en mi cara.
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