Prefacio

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Observaba como todos a mí alrededor corrían con prisa entre gritos, lágrimas y pánico en sus caras.
Estaba tan impactada que simplemente no podía moverme aunque lo estuviera deseando con todas mis fuerzas.

Muévete Maya, tienes que correr estúpida ¿Qué estás haciendo? ¡Muévete ya! Vas a morir aquí.

-¡Vamos, corre! - alguien intentó jalarme del brazo pero simplemente logré zafarme de su agarre.

-N.no podemos... no podemos irnos. Si salimos nos van a matar - apenas y lograba hablar sin que se me fuera todo el aire de mis pulmones; Me di cuenta de que no había estado respirando desde hace segundos.

-¿Estás loca? - Su cara parecía llena de miedo y enojo a la vez - Entonces quédate aquí si quieres.

Lo vi corriendo hacia la puerta y al salir al pasillo se escucharon los disparos una vez más haciendo que mi compañero cayera al suelo en menos de un segundo.

Grité mientras me cubría la boca llena de miedo, suplicando por mi vida al aire. Yo no quería morir hoy, no podía ser que mi tiempo en este lugar haya acabado y sobretodo de esta manera tan desgarradora, tan horrible e inhumana.
Deseaba con todas mis fuerzas ir a casa con mi mamá, eso ahora me parecía en la mente como algo tan cálido.

Muévete, haz algo ya.

Miré la ventana del salón, estaba abierta como casi nunca lo estaba y eso debía ser un milagro muy significativo, la señal de que yo merecía vivir un tiempo más, o tal vez solo el intento fracasado de alguien intentando salvar su vida.
Tomé el pupitre más cercano a la ventana e intenté como pude colgarme del espacio abierto en la parte de arriba.

Por favor que no sea demasiado pequeño.

Mi cuerpo se sentía tan lleno de adrenalina con todas las ganas de poder incluso romper la ventana, pero ya era tarde para pensar en esa idea porque la mitad de mi cuerpo se encontraba ya fuera del salón. Escuché un disparo más cerca y lo primero que hice fue aventarme al suelo cayendo de frente y golpeándome la cabeza fuertemente, dolía demasiado pero no estaba para lamentarme, tenía que esconderme, no me podían encontrar ahora que ya estaba libre... y entonces mi mente me detuvo de repente y sentí mi corazón acelerarse aún más de lo que ya estaba con mis ojos llenos de lágrimas y recordé al hombre que alimentaba a mi corazón todos los días, aquel hombre que tambien se encontraba en este lugar.

Susurré su nombre con tristeza y con ganas de abrazarlo una vez más. Tenía que buscarlo... Antes de que fuera demasiado tarde.

Entonces empecé a correr.

Destinos Asignados Sin Cambios Ni Devoluciones. //NHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora