Él

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Ahí estaba él, y ella... aquella de la cual hablaban muchos y el apodo de zorra no le faltaba. Su cabello rubio y ese uniforme que transformó para no dejar nada a la imaginación a pesar de carecer de "atributos". Pero bueno no soy quien para juzgar... y aun así lo hago. El sentado y ella sobre su regazo dejando ver que no tenia vergüenza alguna.

Pero no me importa ella. Él... hera la razón de mi viejo latido ~Pero que bajo a caído~ pensé.

El recuerdo invadió mi mente, aquel último beso y las lágrimas recorriendo mis mejillas; agite la cabeza dos veces para volver al mundo real.

El viento soplo hacia mí, susurrandome que reaccionará, y ante eso reaccione ~Tal vez no me agrade mucho como me veo para presumirme así, tal vez nunca me maquille ni resalte tan siquiera mis labios de rojo; pero me gusta como soy, me respeto y sobre todo me amo
SI! ME AMO!
no necesito nada de eso, no lo necesito a él~ Sonreí ante aquel pensamiento, una sonrisa incomparable y radiante acomode mi falda y tome del brazo a mi amiga que se dirijia hacía ese lugar para hablar con la chica, al acercanos me soltó, la rubia bajo de las piernas de él y  comenzó la charla entre las chicas mientras se alejaban un poco.

Yo seguía sonriendo por aquel pensamiento mientras surgían más que hacían mi sonrisa cada vez más radiante, estaba muy metida en estos hasta que me dirijo la palabra, si, él -Y como te ha ido?- Preguntó sin dirigirme la mirada, pero yo no hice lo mismo así que voltee -Bien - Respondi aun alegre, el silencio se apoderó por unos segundos lo cual lo incómodo así que decidió hablar -Y por que tan sonriente? hay alguien?...- Dijo mirándome burlonamente, -No - dije y no necesite ni un segundo para que el sonriera de forma victoriosa dando una señal como de a verme ganado en el juego del desamor -Pero no necesito a alguien para sonreír- Continúe y aquella cara burlona desapareció -Soy feliz así, me amo a mi misma y creo que es todo lo que necesito para sonreír- Él me miró con enojo ante lo dicho, las chicas se acercaron nuevamente y la rubia me miró de pies a cabeza para luego poner una cara de asco a lo cual yo le dedique mi aún gran sonrisa tome a mi amiga y nos retiramos.

...

Al día siguiente él llegó se arrodilló ante mi dejando de lado si se pone en vergüenza y me pidió que volviéramos frente a casi toda la escuela, yo solo lo allude a ponerse de pie y le dije -No necesito que te arrodilles, no te dejes en vergüenza. No soy nadie para obligarte ha hacerlo pero yo ya soy feliz, es tu turno de encontrar esa felicidad- Y sin más me retiré.

Desde esa vez no he sabido más de él.

Cuentos de Amor y DolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora