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Sonó el timbre y entregué el examen en las manos del profesor. Estaba muy orgulloso de mi, por lo menos pude poner la fecha.

Luego de salir del aula, sali lo más rápido que pude del instituto. Ni en mi sueños quería toparme con ese niño, bastante que por su culpa no pude estudiar.

Camino a mi "hogar", me adentré en una cafetería y pude saborear un delicioso café, como lo amo.
Soy adicto al café. Lo sé, lo sé, un día de estos me voy a quedar patas para arriba.
Pero nada mejor que despejar un poco mi mente antes de volver al infierno que es mi casa.

Al llegar, arrojé mi mochila al suelo y busqué con la mirada a mi madre.

-¡Mamá~, ya llegué~!-. dije subiendo las escaleras para buscarla.

Caminé hasta su habitación y cuando entré pude ver la dormir profundamente sobre su cama. Me acerqué a ella y la arropé, hacía demasiado frío en nuestra casa, ya que era muy escasa la luz del solar que ingresaba. Me senté en la orilla de la cama y me quedé observando la por varios minutos, sus ojeras eran totalmente notorias.

— Perdón, —dijo el azabache en un susurro mientras depositaba un tierno beso en la frente de su madre— te amo, perdón por todo —. Y una lágrima se atrevió a escapar de sus ojos ya critalizados.

Sé que ella no tiene la culpa de nada, tanto para ella como para mí, es complicado vivir así. Mi padre no suele estar en casa de día, siempre llega del trabajo durante la noche y en cuanto vuelve, son constantes las discusiones entre ellos.
Ya no se aman, lo sé. Pero mi madre no quiere tirar por la borda todo lo vivido y yo  por el contrario, creo que su separación sería lo mejor que nos podría pasar, a todos. No la está pasando bien y no quiero que cargue ese peso solo por mí, mas como habitualmente hago, solo me limito a observar y quedarme en silencio.

Solo me entrego a mi fiel papel de espectador y testigo de aquellas frases llenas de rencor que brotan por sus bocas, sin saber que por dentro, me destrozan.

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Llegó mi padre y cenamos, ninguna palabra salió de su boca y se mantuvo en silencio toda la noche.
Se me hace extraño, mas agradecido de no tener que presenciar ninguno de sus enfrentamientos, me dirigí a mi habitación. De un salto caí sobre mi cama y me quedé mirando el techo en medio de toda la oscuridad.

— No fue un día tan malo después de todo...—dijo sonriendo aquel adolescente lleno de sentimientos abordando su cabeza y  sus palpitaciones acelerándose, recordando su encuentro inesperado con el pequeño de lentes.—¿Te veré mañana?.

Y después de aquella simple pregunta pero llena de esperanza, calló dormido en los brazos de morfeo con una leve sonrisa en su rostro.

Esa jodida sonrisa ; KooktaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora