Al terminar de cenar, entró a su alcoba. Instantes después, su madre llamó a la puerta y entró con una vela encendida que se podía ver en sus manos. Entretanto, la chica estaba sacando de su bolsa unos manuscritos sobre la línea sucesoria de la tribu y toda la información documentada sobre aquellos hombres cuando aún vivían.
— ¿Tanto te gustan los libros?
— No es eso. Simplemente no puedo quedarme atrás.
— Por mucho que te empeñes, hay algo que te hará más apta como líder que meter la nariz entre libros empolvados —su madre entró a la habitación y mantuvo cerrada la puerta. Tras dejar la vela prendida sobre la mesita de noche, se sentó a los pies de la cama— varios siglos atrás no existían los muros. No son los muros que puedas imaginar, sino aquellos que dividen a las personas.
— ¿A qué te refieres, madre?
— Los sabios no tenían diferencias entre ellos; las tribus que hoy conocemos eran una sola, y vivían en comunidades, donde el trueno encendía las hogueras de los animales que habitaban el territorio la tribu de la tierra. Y nosotros, la tribu del viento, protegía a Fanánthena de la piratería creando fuertes vendavales que destruían sus barcos.
— ¿Fanánthena?
— ¿No te lo han contado en clase de historia? —la madre se levantó y cogió un libro aparentemente más viejo y maltratado que el que sostenía su hija— tu abuela me regaló este ejemplar hace años. De pequeña no me gustaban mucho los libros de texto, así que cada cumpleaños me regalaba libros de dibujos.
Mostró a su hija las ilustraciones de aquel libro; página a página, los dibujos contaban historias a través de imágenes. Pescadores montando a sus Orfenes, enormes caballos de mar de vívidos colores. Una boda entre una sirena y un tritón, forma coloquial por la que otras tribus llamaban a los habitantes de la tribu del mar; coloridos arrecifes de coral, que, de haber existido la fotografía, nadie creería que fueron hechas a mano.
Sin embargo, la página que representaba a los "parias" estaba arrancada.
— Se dice que la tribu del agua vivía sólo bajo el nivel del mar. Al menos, fue así hasta que algunos de ellos habitaron tierra firme, recibiendo el nombre de parias —la mujer de mediana edad acarició la página arrancada con melancolía— a tu tío no le gustaba la idea de que los parias abandonaran Fanánthena. Su sueño era llegar volando hasta las costas de Konén montando un hipogrifo.
— Si lo hicieron, fue porque la curiosidad puede más que el deber. Si no fuera por el gran muro, no sabríamos nada del resto de las tribus. Mamá, ¿a qué viene todo esto?
La madre, fingiendo que no había escuchado el comentario, guardó de nuevo el libro en la estantería. Antes de colocarlo, pasó una mano por encima, retirando cuidadosamente la fina capa de polvo.
— El gran muro... —su madre se acercó a la cama y la tapó con suavidad, sentándose a su lado— hace un milenio, hombres y mujeres se dividieron debido a su forma de pensar sobre el mundo, sobre si debía protegerse o destruirse. Así surgió Shamac, la facción oscura, y Reigum, quien dejó las inscripciones que hoy en día podemos ver.
Al hablar de Reigum, por un momento se iluminaron los ojos de la pequeña.
— Una vez se estableció la paz entre el día y la noche gracias a la tregua de ambas facciones, los ciudadanos alados de Reigum descendieron a nuestro mundo.
— ¿Qué tiene que ver eso conmigo? —la joven volvió a recostarse cómodamente en la cama, pensando que sería una más de las habituales historias de buenas noches—.
— Antiguamente, se creía que nuestras catedrales situadas en las altas montañas eran el lugar más próximo a los dioses, donde se cumplían las plegarias de los hombres. Por eso, los arcángeles llamaron a este lugar Seedhiyán, las escaleras del cielo; lugar donde Reigum estableció sus asentamientos, más tarde conocidos como tribu de aire —la madre se levantó de la cama y tomó la vela de la mesa. Acto seguido, se dirigió a la puerta de su habitación— aunque, es algo que nunca sabremos si es cierto.
Acariciando la cabeza de su hija, acto seguido apagó la vela y salió de la habitación. ¿Visitaría algún día la antigua Fanánthena o las costas de Konén?
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Télos kósmou
FantasyLas tribus elementales se preparan para la inminente llegada de Shamac, conocida como "La facción oscura". La única esperanza que les queda es la profecía, que dice que cuando los cuatro maestros se hayan reunido, la luz vencerá sobre el terror; ent...