• Capítulo Único •

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"Me alegra saberlo, Kacchan

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"Me alegra saberlo, Kacchan. Yo estuve investigado un poco también, y encontré algo interesante, lee: <<Ground Zero: el Diccionario de Inglés Oxford cita el uso de este término definiéndolo como la parte de tierra o suelo inmediatamente debajo de una explosión de bomba y sobre todo en el caso de un arma nuclear.>>

Interesante ¿A que si? Está citado de Wikipedia :)

También, al buscar sobre explosiones, encontré esto otro: <<La palabra "boom", en inglés, se traduce como "estampido", un sinónimo de "explosión", y ha sido aceptada por la RAE para referirse a un éxito repentino, tal como una moda, un sistema económico, un género literario.>>

En mi opinión, este último es demasiado soso para ti, pero el objetivo es expandir posibilidades ¿No? ;)

Estaré esperando una respuesta.

Midoriya Izuku"

Katsuki termina de leer las palabras de Deku con una sonrisa ladeada. Le jode admitirlo, pero recibir las respuestas del peliverde se había convertido en su parte favorita del día, cosa que lo emocionaba e inquietaba a partes iguales. Desde que su celular se "descompuso" (Katsuki lo había lanzado contra una pared) y posterior a eso se había encontrado al pecoso en el supermercado, deteniéndose un momento para intercambiar palabras en una conversación mínimamente entretenida en la que el pecoso se enteró de su situación, ellos habían estado enviándose cartas.

Y eran esas cartas las que le daban color a las vacaciones de verano del rubio. Sin ellas, se estaría aburriendo como una ostra; Eijiro estaba de vacaciones con su familia, Denki castigado y tanto Sero como Mina se comportaban extraño. Jodido el asunto, el único amigo que le quedaba era el peliverde.

Aun utilizando la ropa de estar en casa, Katsuki toma un bolígrafo y un cuaderno, guarda el escrito del ojiesmeralda en su bolsillo y sale de su casa, avisándole a su madre a gritos que estaría en la cafetería de la esquina.

Las vacaciones que antecedían a su último año en la Academia Yuuei lo ponían algo inquieto; se acercaba el final de sus días como estudiante y dentro de nada estaría ejerciendo como héroe, y si su tiempo en la institución le había enseñado algo era que las personas que te rodeaban podían hacerte más fuerte, impulsarte y apoyarte. Y por muy rudo y valiente que fuese Bakugo, seguía siendo un adolescente de diecisiete años que se había encariñado con sus amigos y su escuela; la idea de no tener tiempo para ellos y dejar la academia le asustaba un poquito.

Sin embargo, a él el miedo era incapaz de paralizarlo. Katsuki se consideraba demasiado fuerte para ello. Más aún si no se lo guardaba, y la única persona a la que estaba seguro de que podía contarle sus preocupaciones sin que se le escaparan luego por error era, como siempre había sido, Midoriya Izuku. El estúpido Deku bastardo que ya no podía ignorar.

Era un golpe a su orgullo, por supuesto, pero con el tiempo sus profesores y compañeros de clase habían logrado meterle en la cabeza la simple realidad de que apoyarte en otros no era sinónimo directo de debilidad. Katsuki aún era receloso con el tema, pero estaba dispuesto a cambiar. Aunque tampoco era como si hubiese tenido o tuviera más opciones.

Mientras el rubio avanzaba en su camino como héroe, tanto el pecoso como el resto de sus compañeros lo habían hecho también, algunos progresando más rápido que otros. Y Katsuki descubrió con cierto vértigo que la idea de él y Deku, quien se encontraba en el grupo de los de progreso veloz, estuvieran a la misma altura, como iguales, no le disgustaba; le enorgullecía un poco incluso, lo que dejaba en evidencia que Bakugo Katsuki conocía las palabras crecer y madurar.

Aceptado eso, el ojirubí ya no podía negar que el pecoso fuese su amigo, y como amigo estaba obligado a estar para él siempre, incluso en la difícil y delicada elección de su nombre de héroe. Con la graduación cada vez más cerca, Katsuki echaba en falta tener uno. Era necesario, y Deku y él venían discutiendo posibilidades las últimas dos semanas.

Katsuki, una vez toma asiento y pide su usual café con canela, comienza redactar una respuesta para el pecoso. El rubio disfruta escribir a mano, ya que es mucho más llevadero que hacerlo con el móvil. Para cuando llega su café, ya tiene escrita una carilla y media, al terminarlo va por la tercera página y al momento de retirarse del establecimiento, se lleva consigo cinco hojas completas de palabras dedicadas al pecoso, entremezclando el asunto de su nombre con sutiles indirectas para saber cómo está el peliverde o que ha estado haciendo. Le molesta, pero su interés por la vida del de pecas va en aumento y no sabe que más hacer además de intentar conseguir respuestas.

Se convence de que es porque se ha acostumbrado demasiado a estar en contacto con otros e Izuku es su última opción, ignorando por completo que si quisiera, podría mandar a arreglar su celular, pedir otro nuevo o simplemente utilizar la computadora para ya no tener que acudir al ojiesmeralda.

Katsuki es listo, sí. Pero nadie anda en sus cinco sentidos cuando se está enamorando, mucho menos si no te estás dando cuenta de ello.

Pese a que viven en la misma ciudad, un día después de que Katsuki envía su respuesta, llega una nueva contestación de Izuku

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Pese a que viven en la misma ciudad, un día después de que Katsuki envía su respuesta, llega una nueva contestación de Izuku.

Son seis cuartillas.

Son seis cuartillas

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