Soltó un suspiro frustrada.
- ¡Eh! ¡Mueve ese foco a un lado!
Revolvió el Mocaccino que tenia en una mano y le dio un sorbo, el dulzor se extendió por su paladar y ella se engañó a si misma con ese sabor, como si el café chocolatado pudiera de alguna forma calmarla, o al menos distraerla. Odiaba hacer de asistente en ese estudio. Era un asco, no entendía por qué había aceptado esa pequeña pasantía. En aquellos años estaba estudiando administración, maldita sea, ¿Por qué tenia que llenar planillas de planificación y agendar estúpidas modelos para un montón de diseñadores de mierda que lo único que querían hacer era rehuir del trabajo que tenían asignado, por el cual además les estaban pagando?
- No los juzgues tanto – había dicho Kim Junghee, su superior en aquella empresa – Ganan una miseria, tienen horarios absurdos... supongo que lo mínimo que podemos hacer por ellos es alimentar ese ego absurdo que tienen.
- Si, supongo – rió derrotada, las palabras de la pequeña directora tenían sentido.
- El proyecto de ahora es para Adidas, una pequeña sesión con una jugadora amateur de futbol – explicó Junghee, revisando un portafolio – empezamos en unos minutos, ¿Tienes ahí los detalles técnicos?
- Si, lo dejé por aquí...
Mientras buscaban y revisaban los detalles, en esa calurosa tarde de verano, las modelos entraron al estudio. Entre ellas, la alta futbolista amateur reía, con sus largas pestañas revoloteando nerviosas mientras la maquillaban. Gwiboon le dio un vistazo rápido, y se quedó un poco más de lo necesario contemplándola. Era bonita. Alta, y esbelta; muy delgada; de piel suavemente bronceada; eterna melena negra y lisa. Reía junto a las maquilladoras, las hacia enojar, y las otras chicas la rodeaban divertidas, como si fuera una pequeña celebridad en ese espacio. Kim espabilo sintiéndose un poco avergonzada, cuando los ojos grandes y curiosos la encontraron observándole. Bueno, no había nada de malo en mirar a otra niña, ¿verdad? Después de todo eran mujeres, no había nada de raro en ello.
- ¡Gracias por venir Minjung! – dijo Junghee sonriéndole a la futbolista - ¡Wow! ¡Eres aún más alta en persona!
- Escucho eso a menudo – rió con simpleza.
Era preciosa. Pero en aquellos años, Gwiboon jamás habría admitido que había pensado aquello. De hecho se burló de si misma el resto de la tarde, al final, no había nada de malo en admirar a otra mujer, porque era divertida y era bonita, y era agradable. Quería ser su amiga, si, eso era. Porque no solo ella parecía fascinada con la alta morena, todos en el cuarto parecían reír con sus bromas, celebrar su belleza y aplaudir su simpatía. No era alguien extraña, no, definitivamente no.
- ¿Te gustaron las fotos, Unnie? – le preguntó la muchacha con una sonrisa amable, cuando le acercó un americano.
- ¿Eh? – Kim se sorprendió al escucharla, pero no tardó en reaccionar – si, creo que salieron muy bien, ¿Cuántos años tienes?
- Yo veinte, ¿y tu...?
- Gwiboon, Kim Gwiboon – se presentó divertida – también tengo veinte. Yo estoy de cumpleaños en septiembre
- Yo en diciembre
- No necesitas llamarme Unnie entonces – se encogió de hombros
- Gwiboon – pronunció con suavidad, y sonaba perfecto.
En ese tiempo Gwiboon estaba saliendo con un chico. Se llamaba Woohyun, y lo conoció en la fiesta de una compañera hace algunos años. Él era agradable, divertido y le hacia sentir bien. Tenían una relación tranquila, de hace un par de meses. A veces la iba a buscar los sábados por la noche a la oficina, salían a comer, luego la llevaba a casa, la besaba en el porche, se quedaba unos segundos esperando expectante, pero luego ella solo sonreía un adiós, y él se iba, silencioso. No era una mala relación, tal vez un poco aburrida, podía ser, pero era como debían ser todas las relaciones.
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V I O L E T A S
RomanceElla quiere florecer, y quiere que florezcan juntas. /Minkey/ MinBoon