Capítulo Único 🌸

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Estaba pasando de nuevo, lo sabía, no podía ser real. Sin embargo, allí me encontraba yo; sosteniendo sus manos tan delicadamente como si éstas fueran de cristal, como si con solo mi tacto fueran a quebrarse en miles de pedazos los cuales no pudiera volver a unir. Su mano era tan suave como la seda, y tan rellenita como un guante de boxeo, con deditos pequeños y tiernos; decorados con anillos que los hacían ver aún más pequeños de lo que eran, pero con todo y eso, para mi siempre serían perfectas, justo a la medida para estar unidas a las mías.

Sus ojos posados en los míos, tan profundamente que juraría que podría ver mi alma a través de mis pupilas, descender en lo más profundo de mi ser y descubrir secretos que definitivamente no quisiera sacar a la luz jamás.

Agradecía al cielo no ser ciego, sería una total lástima no poder apreciar el color de sus iris, tan dorada como el oro, y tan resplandeciente que no dudaba que pudiera opacar al deslumbrante sol.

Sus ojos deberían ser la octava maravilla del mundo.

Justo cuando sonreía y sus párpados se cerraban el color de sus pequeños ojos desaparecía, pero era incapaz de sentirme triste por perder su mirada de vista por culpa de sus párpados, en cambio me hacía feliz, su sonrisa era la culpable de esa acción, y también de que mi corazón quisiera salir por mi boca y tomarse unas largas vacaciones a venus.

El aura que desprendía Park Jimin podría hipnotizar a todos. Era alguien amable, respetuoso, sincero, cariñoso, tierno, gracioso, y realmente hermoso.

¿Quién no se enamoraría de Park Jimin? ¿quién sería capaz de rechazar a Park Jimin?

La respuesta es nadie. No hay, no existe tal persona.

Yo: Jeon Jungkook, siendo un completo tonto cuando se trata de estudios, un total ordinario con las personas, y un maleducado con la vida, había caído por una persona totalmente opuesta a mí, en todo. Jimin no se merecía a un estúpido sin futuro, no se merecía al rebelde de la clase. Pero es imposible olvidarme de él por más que sepa que es lo mejor.

No debería estar acariciando su mejilla con mi mano, no merecía tocar su piel de porcelana.

Yo era un sucio pecador, Jimin el ángel más puro del paraíso.

Aferré mis manos a su rostro sin poder contenerme, tratando de mantenerlo cerca de mí y poder apreciar más de su existencia, poder deleitarme de su belleza, de su encanto.

Mi mirada recorrió cada centímetro de su rostro, cada poro fue descubierto por mis ojos, cada línea, cada lunar fue contado en mi mente, fue inspeccionado y guardado en mi ser, recalcándolo para nunca olvidarlo.

La manera en que sus labios temblaban por el frío de la mañana; en la forma en que sus ojo se fijaban en los míos transmitiendo un sentimiento, algo que no podía descifrar, pero que mi mente quería creer era amor; en como su nariz se arrugaba al sorber; y el cómo apoyaba sus abultadas mejillas en mi tacto, necesitando el calor de mi palma. Es imposible que algo tan hermoso se pueda borrar de mi mente.

—¿Qué piensas, Kookie?

Su voz... Música para mis oídos, la melodía más perfecta del universo. No lo era el cantar de las aves, ni las nueve sinfonías que compuso Beethoven; era su voz, suave y dulce como el algodón de azúcar, irradiando cariño y duda.

Lucid Dream ➳ KookMin OS •☽•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora