Parte I: Picazón de nariz

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- ¿Cuándo podré salir?

- Aún tiene que esperar. Falta observar algunos detalles más.

- Detalles aquí, detalles acá - Su voz suave hizo sonar su irritación más aplacada - Ya han pasado dos semanas y aún no puedo salir de este laboratorio - El "rostro" permanentemente inexpresivo de Bensh parecía haber perdido el brillo al pronunciar estas palabras - Entiendo perfectamente que están siendo precavidos, pero creo que están exagerando.

- Usted mismo siempre lo ha dicho: "Es mejor prevenir que curar".

- Ajá.

Unerl Seet sonrió de una manera jovial, de tal forma que su cuerpo robusto fue opacado por su sonrisa decorada con mejillas coloridas. Bensh Kutalgen odiaba esa característica manera de reaccionar, en especial cuando hablaba algo serio.

- Vamos Bensh. Esta actuando como un niño. Este proyecto es mucho mas sorprendente que cualquier cosa que alguna vez hayamos imaginado en el pasado. No podemos tirar al basurero esto. Bueno, a lo que vinimos. ¿Como se siente hoy?

- Bien, como todos los días que ustedes me han visto. ¡Vamos Unerl! Ustedes saben perfectamente que estamos rellenando días para completar el mes. Cada minuto que pasa existe la posibilidad de que una mente brillante y avanzada en edad perezca. No podemos permitirnos el lujo de perder a los motores de nuestra sociedad científica - Movió su brazo para rascarse el lugar donde, para el, aún existía nariz, pero se refrenó a mitad de camino.

- Fue un error no refrenar esa costumbre que usted tiene mientras da semejante discurso. - su sonrisa aun no se desvanecía de su cara, como si la presencia de Bensh lo entretuviera - ¿Le costó mucho asimilar que ya no le picaría la nariz nunca más?

Acorralado, sabiendo a donde llevaría la conversación, Bensh Kutalgen se sumió en silencio.

- No es una pregunta retórica ni nada similar. Estoy esperando su respuesta.

- Siempre lo vi como algo molesto. Fue un alivio no tener que lidiar con eso.

- Pero aun así le costó creérselo. Usted mismo me contaba, después de las conferencias de Psicorobótica, que sentía como el auditorio se enfocaba mas como usted se rascaba la nariz que el discurso en si. Lo entiendo. Pero era parte de su vida, como parte de usted, por así decirlo. No lo hecha de menos, pero tampoco se ha acostumbrado.

- No sé porque me pregunta si usted mismo va a dar la respuesta.

- Quería que captase el por qué de esta parafernalia. Usted debería saber esto más que yo. 

Aun en una posición rígida y moviendo la "cabeza" de vez en cuando, Bensh estuvo en silencio unos segundos. Luego atinó a decir unas palabras:

- Lo sé. Estas dos semanas no han sido fáciles. Siempre me he considerado fuerte mentalmente, pensando que la fuerza de voluntad, hasta cierto punto, puede superar obstáculos gigantescos. Sin embargo, los instintos han sido una horrible molestia.

- Tal como lo teníamos previsto. - Dio media vuelta y se dirigío a la puerta - Pero recuerde que las ganancias siempre serán mayores que el sufrimiento temporal.

- La verdad es que decir temporal es algo arriesgado.

- Vendrán los de mantenimiento en una hora mas. Recuerde refrenar - Hizo énfasis en esta palabra - la costumbre del apretón de manos.

La puerta se cerró automáticamente y, nuevamente volvió el parcial silencio, solamente interrumpido por el aire acondicionado. A pesar de que la presencia de su colega lo hostigaba a veces, prefería eso antes que la soledad. Bensh era consciente de que, una vez solo, sus pensamientos le llenarían la cabeza. Era justamente eso lo que buscaban los científicos detrás del vidrio polarizado. Toda actividad neuronal-robótica (o simplemente neuronal algunos científicos) era valiosa. La privacidad de pensamientos pasó a ser irrelevante desde la aplicación del proyecto. Se levantó de la banca (cada vez que hacía esto, se preguntaba la razón por la cual se había sentado) y caminó de forma paralela a la forma de las paredes. A pesar que todo estaba adornado como el interior de una casa, el no se sentía como en una.  




Metal sin saborWhere stories live. Discover now