Neville estaba estirado en su cama durmiendo cuando se sobresaltó a causa de una pesadilla, un sueño que ya era recurrente desde hacía varias semanas. La noche era tranquila, no se escuchaba ningún ruido en el exterior. Tampoco en el piso de abajo, su abuela Augusta debía de haberse ido a dormir ya. Neville miró su reloj. Las agujas indicaban que eran las cuatro de la mañana, intentó dormirse de nuevo, pero su mente no se lo permitió. Cada vez que cerraba los ojos y vaciaba su mente, empezaban a venirle horribles imágenes espontáneas de la Batalla de Hogwarts. Sus compañeros caídos, el profesor Lupin, Fred... Volvió a abrir los ojos.
Aquellos recuerdos lo perseguían desde hacía semanas. Era incapaz de pegar ojo por las noches y a menudo por el día le venían pensamientos repentinos sobre las cosas que habían pasado y de aquellas que podrían haber ocurrido.
Pero ya era demasiado tarde, remover esos recuerdos solo le traía tristeza y una sensación de impotencia que le sumía en el desasosiego. Su abuela, Augusta Longbottom ya se había percatado de ello, y había intentado animarlo a su manera, recordándole que era un héroe y se que sentía muy orgullosa de él. Esto hizo sentir a Neville mucho mejor, pero no logró hacer desaparecer de su mente los recuerdos de aquel espantoso momento.
Incapaz de volver a dormirse, se levantó y se quedó sentado en su cama, la cual crujió un poco mientras este lo hacía. La verdad es que desde hacía unas pocas semanas Neville había perdido bastante peso debido a su completa pérdida de apetito, hecho que hizo que su abuela le obligara a comer aunque no quisiera. Aún así, su cara seguía siendo redonda y con dos buenas mejillas que había heredado de su madre.
Neville levantó la mirada y contempló con nostalgia la ventana de su habitación. En ese momento se acordó de aquella vez que su tío abuelo Algie lo había colgado boca abajo allí mismo cuando tenía apenas ocho años. A causa de un pequeño descuido lo dejó caer, pero gracias a las capacidades mágicas de Neville, no se estrelló contra el suelo, sino que empezó a rebotar por el jardín como una pelota de goma hasta llegar a la calle. Aquél era sin duda uno de los recuerdos tan aterradores como favoritos de Neville: el día que había descubierto que no era un simple squib y que poseía poderes mágicos.
Neville volvió a cerrar los ojos, intentando centrarse en ese recuerdo y no pensar en nada más. Pero otra vez volvieron a asaltarle imágenes de la Batalla de Hogwarts. Neville volvió a abrir los ojos y dirigió la mirada a su mesita de noche, donde estaba la Mimbulus Mimbletonia, una planta mágica con forma de órgano enfermo muy rara proveniente de Asiria, que también le había regalado Algie. Neville alargó el brazo para alcanzar la varita que descansaba al lado de la planta, en la mesita, y la sujetó con su mano izquierda. La miró detenidamente durante más de medio minuto. La habitación estaba completamente en silencio, solo se escuchaba la respiración profunda del propio Neville. Con la varita aún en su mano, alargó el otro brazo y abrió el primer cajón de su mesita de noche. Dentro, había varias recordadoras, ya que Neville las había ido perdiendo y encontrando al largo de los años, mientras que su abuela se las había seguido regalando. Agarró una y la levantó a la altura de sus ojos mientras la contemplaba como buscando algo en ella. De repente, el humo que había dentro de la esfera se tornó de un color rojizo. En la cara de Neville se dibujó con apenas ganas una sonrisa. Bajó la recordadora y dijo con nostalgia.
-El problema, es que no recuerdo lo que he olvidado.
Neville volvió a dejarla en la mesita de noche y cerró el cajón. Después de esto levantó la varita y la detuvo a un par de centímetros de su cabeza, apuntándose directamente a la sien. Cerró los ojos y con un voz suave pero clara dijo:
-Desmaius.
De la punta de su varita salió un resplandor de color rojo que le golpeó directamente. El cuerpo de Neville se desplomó sobre su cama haciendo crujir la madera del suelo. Su cara, ahora se presentaba completamente inexpresiva, como si se hubiese sumido en un profundo letargo. Sin sueños, pero también sin pesadillas que trajesen a la vida los mayores temores del joven Longbottom.

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Neville Longbottom
FantasíaHan pasado ya unos meses desde la batalla de Hogwarts pero las heridas aún siguen abiertas. Mientras sus antiguos compañeros luchan por atrapar a los mortífagos restantes, Neville deberá enfrentar su duelo y decidir que clase de mago quiere llegar a...