Apuesta

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Ninguno de los dos se llevaba particularmente mal cuando sus amigos no se encontraban alrededor, por lo que era bastante común que terminara invitando al español a su hogar a pasar el rato y quizás a jugar algún videojuego, tampoco era algo fuera de lo común que terminaran apostando tonterías pero esta vez las cosas había ido un poco más allá de lo comúnmente llegarían, cuando la apuesta fue "cumplir cualquier orden del ganador hasta que sus amigos regresasen", no espero que el español realmente cumpliese con la apuesta tras perder por lo que se sorprendió cuando el otro obedeció su orden de colocarse aquel collar de cuero (obviamente había renegado pero al final termino obedeciendo), quizás eso fue lo que le dio la pauta para permitiese ir un poco más allá de un simple collar. Sin duda el orgullo del español nunca había jugado más en su contra como en aquellos momentos y nunca había agradecido tanto el carácter que el otro poseía.

Ahora bien, él podría culpar perfectamente a Tord por su gusto por ciertos fetiches, si el noruego no le hubiese metido ideas en la cabeza probablemente el bondage estaría lejos de encontrarse entre sus gustos aunque no podía negar que secretamente le excitaba el dominio que le otorgaba someter a su pareja y que le encantaba mirar como las cuerdas se ajustaban con cada pequeño movimiento de su compañero restringiendo su movilidad, paso la lengua entre sus labios disfrutando de la vista que la piel morena y enrojecía de Eduardo le otorgaba.

Su mano se deslizo descuidadamente por el control en su mano y aumento la velocidad del juguete, el zumbido del vibrador fue opacado por el grito ahogado del español provocando que un escalofrió de placer recorriera su cuerpo ansioso y tuvo que emplear el poco autocontrol que aún le quedaba para evitar darse un poco de placer a sí mismo, si aquello continuaba de la misma forma seria la segunda vez que llegaría al clímax en media hora; en un principio había considerado amordazar al extranjero pero olvido la idea después de que el deseo de escucharle rogar por su pene paso por su cabeza, sin embargo hasta el momento de lo único que se encontraba seguro es que el otro solo le había recordado a su madre en medio de insultos que solo logro comprender parcialmente, tenía que reconocerlo, Eduardo tenía una fuerza de voluntad demasiado férrea para negarse a emitir el más mínimo sonido pero a diferencia del español su voluntad y paciencia se encontraba llegando a sus límites.

No podía evitar regodearse de su obra mientras se acercaba a la cama, las piernas de Eduardo se encontraban atadas y separadas impidiéndole buscar cualquier otra posición que no fuese la de mantenerse de rodillas o con el rostro contra las sabanas, obviamente se mantenía de rodillas en un esfuerzo por mantener su dignidad (o al menos la poca que sentía que le quedaba en aquella situación), mientras que sus brazos se mantenían perfectamente inmovilizados tras su espalda, hubiese deseado hacer algo más complejo que aquel sencillo amarre de brazos y muñecas, quizás algo que le permitiera enmarcar sus pectorales y que terminase en una serie de complejos nudos tras su espalda, eso hubiese hecho aún más gloriosa la visión frente a él pero el nerviosismo de su compañero y sus inquietos movimientos se lo habían impedido, tampoco era como si desease empujar al otro más allá de sus propios límites en su primera vez. Disminuyo la velocidad del juguete escuchando el gimoteo de alivio de su pareja solo para darle un momento de alivio antes de volver a restablecer la velocidad anterior provocándole un grito de sorpresa que muy apenas logro ahogar mientras que el vaivén desesperado de su cadera delataba su desesperación, si Eduardo deseaba llevarlo al límite de su autocontrol lo estaba logrando sin mucho esfuerzo.

Tiro del collar recibiendo un gemido ahogado de protesta por lo brusco y repentino del movimiento obligando al otro a perder su precario equilibrio haciendo que terminase apoyado contra su pecho.

-Voy...voy a... matarte –jadeo entrecortadamente Eduardo haciendo un esfuerzo sobrehumano en articular las palabras sin gemir.

-No tengo idea de lo que dices –ronroneo cerca del oído del otro, dejando que sus manos recorrieran los muslos del español y mordió su cuello recibiendo un lamentable grito de protesta–. ¿Quieres que lo saque? –pregunto calmadamente obteniendo un balbuceo inentendible pero suficientemente claro para ser interpretado como una afirmación, apago el juguete dándole un respiro al moreno sacando el aparato de su culo solo para dejarlo descuidadamente a un lado.

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