¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
En la vida te pueden ocurrir infinidades de cosas. Pueden ser normales, algo que a cualquiera le puede pasar, o puede ser algo más extraño, pero ninguno era tan sobrenatural como lo que le había ocurrido a Yoongi aquel fatídico día. Y no, que la puerta de vuestra habitación se cierre de golpe no cuenta como algo sobrenatural.
Todo era tan... anormal, que en su debido momento no se lo podía creer. Claro, es que quién en su sano juicio se podría tragar esa situación. Nadie.
La primera reacción que tendría una persona normal sería gritar y tirarle cualquier cosa que estuviera a la alcance de la mano, pero aquellos objetos no servían de nada, atravesaban su cuerpo como si se tratara de puro aire.
—No te asustes tanto —le dijo ella.
Yoongi seguía mirándola boquiabierto.
—¿Acaso tengo algo en la cara? —palmeó su rostro en busca de algo que la hiciera parecer en ridículo, pero en realidad no había nada. Trató de verse en el espejo que estaba sobre el tocador, sin embargo ella no se reflejaba en el—. Ah, es verdad, que soy un fantasma.
—¡Se supone que has muerto! ¿Por qué demonios estás en mi habitación?
—Es que estoy muerta —respondió alzando ligeramente los hombros—. Y si estoy aquí es porque necesito que me ayudes en algunas cosas.
—¿Y por qué yo? ¿No puedes atormentar a otra persona? —le preguntó con tono de enfado.
—No, tienes que ser tú, eres la única persona que me puede ver.
—¿Y eso por qué? —volvió a preguntar con el mismo tono.
