Podríamos estar en una habitación llena de gente y mis ojos siempre se encontrarían con los suyos, solo para darme cuenta de que él ya me estaba mirando. Es como si tuviéramos nuestro propio lenguaje, sin ni siquiera hablar. Nadie más en el mundo conseguiría sentir lo que sentimos el uno por el otro, seguramente porque ni nosotros lo entendemos. Lo único que sé es que cuando él entra en la habitación en la que estoy todos mis miedos e inseguridades desaparecen, porque él es todo lo que necesito.
(Diremos que somos mejores amigos pero los dos sabemos que los mejores amigos no se miran de la misma manera que nosotros)