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Escritora: Samara García. Fb: www.facebook.com/samara.garcia.378 Twitter: SamG_Belieber.

— ¿Y qué pasa con eso?

—Encontraron un cadáver de una niña… en un río, debajo de un puente. Creen que puede… tomó aire…—Que puede ser Sofía.

— ¿Qué? Preguntó ___ con lágrimas en los ojos.

—No es seguro, pero tengo que ir a reconocer el cuerpo.

Ella cerró los ojos y Justin la abrasó con fuerza…—Es una broma ¿Verdad?

—Me encantaría que lo fuera princesa, pero tengo que ir, mientras más rápido mejor.

Ella asintió mientras se limpiaba las lágrimas. Lo vio salir apurado, se derrumbó en el mueble ¿Podía ser posible? Steve había sido capaz de asesinar a la niña porque ella no había accedido a sus órdenes, sintió que su corazón se rompía en mil pedazos, nunca había pensado tener una hija y ahora que la había perdido se sentía vacía. 

Caminó hacia la habitación de Sofía, sus lágrimas hacían que su vista estuviera empañada, ella era su hija, su pequeña cosita, y ahora había la posibilidad de que estuviera muerta, llevó ambas manos a su cara y rompió a llorar de manera desgarradora, nunca se lo iba a perdonar, ella misma había la había llevado a su muerte, no podía más, hace unos días le había estado pensando en la idea de suicidarse, y hasta ahora la idea no le había resultado tan atractiva, no podía mantener a Justin a su lado y que la vea languidecer por haber perdido a Sofía, no podía ser tan egoísta de amarrarlo a ella, tenía que dejarlo libre, para que el encontrara una mujer, y pobrecito de su Justin que ya había perdido a su mujer perfecta, ella había llegado a complicarle la vida, pero se alejaría de él, por ella. Por él.

Nunca se consideró particularmente una mujer débil pero habían cosas que se le salían dolorosamente de las manos, era demasiado cobarde para tomar un cuchillo para herirse, así que busco desesperadamente el sedante que Justin había comprado para ella. Lo vio en una gaveta, sin pensar se metió en la boca todo el paquete de pastillas.

Caminó hacia la cocina, empezó a buscar distraídamente en las gavetas, tenía que haber algo que no fuese tan doloroso, en la última gaveta había una navaja, la tomó y se encerró en el baño, se sentó en el frío suelo. —Perdóname Justin, perdóname amor.

Justin llegó a la casa al cabo de dos horas, sentía su corazón martillar fuerte pero al mismo tiempo un alivio incontrolable, no era la niña, era una lástima la muerte de ese bebé pero no era su Sofía, estaba algo feliz de comunicarle la noticia a ___. ¿Dónde estaría? 

Fue hacia su habitación, y no la encontró, algo iba mal, lo presentía, rebusco en todos los lugares de la casa, se sentó en la cama de la habitación de ella, y de repente enfocó su vista en el baño. — ¿___? ¿Estás ahí?

Silencio.

Sin pensarlo trató de abrir la puerta, para enterarse de que estaba cerrada con seguro. —¡____! Exclamó subiendo la voz. — ¡Abre la puerta! ¿Estás bien?

Silencio.

Fue a la cocina rápidamente y buscó el llavero, abrió la puerta del baño, al principio no vio nada, pero entonces cuando miró hacia un lado ahí estaba ella, su cuerpo había perdido todo el color, y había un pequeño charco de sangre rodeándola. Esa poca sangre no podía haber hecho que perdiera sus colores, a menos que haya consumido…. El sedante.

Un amor en tiempos de Guerra. (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora