Capítulo 4

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Kara





Esa noche fue una de las más largas de mi vida. Durante horas he seguido a Ryder a través del bosque, tratando de volver sobre nuestros pasos y encontrar a su hermano, y yo estaba agotada para cuando el sol se levantó. Ni siquiera la espera de una de las cirugías maratonianas de mi madre para ayudar a su cuerpo acribillado por el cáncer hacía unos meses atrás había sido tan mentalmente agotadora.


-Ryder, hemos pasado este lugar cinco veces ya -dije, arrastrándome sobre un árbol caído-. Verónica no está aquí.


-Tiene que estar en alguna parte. -Ryder hizo a un lado una rama baja con tanta fuerza que se partió en dos y cayó al suelo.


-En algún otro lugar entonces. -Y si no lo encontraban pronto, tenía miedo de que Ryder fuera el único en romperse. Había logrado recuperar cierta apariencia de control después de que hubiéramos perdido a Winn y Jake pero sus ojos eran salvajes, sus músculos estaban rígidos, y gruñía todo lo que me decía. Cuando siquiera se decidía a hablar.


-Tal vez deberíamos quedarnos quietos en un solo lugar -dije-. Winn y Jake nos encontrarán.


Ryder sacudió la cabeza y se agachó para mirar detrás de una roca en la que no había ninguna posibilidad que los pudiera esconder a ambos.


-Verónica sabe que lo estoy buscando. Sabe que debe quedarse en un sitio, incluso si a ellos les resulta a más fácil encontrarnos a nosotros.


-¿Por qué? -dije, metiéndome un mechón de pelo que se había soltado detrás de la oreja. Habría dado casi cualquier cosa por una goma para el pelo, por no hablar de una ducha caliente y una cama blanda.


El me dirigió una extraña mirada que me hizo sentir como si midiera siete centímetros, y sin tomarse la molestia de contestarme, volvió de nuevo a su búsqueda. Resoplé. Bien. Otro secreto. No es como si los dioses ya tuvieran suficientes.


-Tal vez deberíamos volver a la cabaña -dije-. Probablemente nos están esperando...


-No lo hacen -dijo una voz cantarina detrás de mí, y yo salté. Ryder se giró rápidamente, concentrándose en algo -o alguien- por encima de mi hombro.


Me volví, y tan pronto como vi a la rubia apoyada contra un árbol, dejé escapar un suspiro de alivio. Finalmente, alguien que podría saber lo que estaba pasando.


-¿Ava? ¿Qué estás haciendo aquí?


Llevaba ropa de senderismo caqui y una camiseta sin mangas que dejaba ver sus curvas y su cabello rubio estaba recogido en una traza a la moda puesta sobre un hombro. Incluso había metido una flor en el extremo. Estúpido de mi parte esperar algo menos.


«Ayudarte, por supuesto».


Ryder enseñó los dientes. Al parecer, Jake y ella habían estado alejados de la civilización demasiado tiempo.


-Yo nunca aceptaría tu ayuda.


-No estaba hablando contigo -se burló Ava-. Kara, salgamos de aquí. Papá dijo que Lena está preocupada por ti.


Parpadeé. ¿Lena estaba preocupada?


-¿Por qué?


-Porque si hay uno de este par con el que perderse, no es Ryder. Se supone que debo llevarte de vuelta a Atenas.


-¿Lena está esperando? -dije, mi corazón latía con fuerza. Había estado segura de que no volvería a verla hasta septiembre, cuando se suponía que debía volver a Midvale, para tomar posesión de mi cargo como su Reina. Pero la idea de pasar el verano con Lena, o por lo menos a verla antes de eso, hizo que me doliera el pecho de la mejor manera posible. Después de toda la incertidumbre entre nosotras, el pensamiento de ella esperándome hizo que una delicada burbuja de esperanza se expandiera dentro de mí. Ella quería estar conmigo, sus estúpidos seis meses descansando de gobernar estaban condenados.

Aprendiz de Diosa - la cacería (2da Parte) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora