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Parecía que él estaba dándose por vencido y al fin cedía a mis besos, incluso daba leves apretones a mi trasero haciéndome suspirar, por lo que me atreví a ir más allá y deslicé mi mano por el frente de sus pantalones; con decisión bajé su cremallera para tener más contacto con su miembro y masajearlo.

Yoongi esta vez sí usó toda su fuerza, me separó y me miró apenado.

— No podemos hacer esto... —por fin habló.

Importándome muy poco sus palabras, volví a besarlo y para mi mala suerte, él volvió a alejarme.

— Enserio, Jimin, por favor, no...

Mi vista se nubló y las lágrimas comenzaron a recorrer mis mejillas.

— Jiminnie..., por favor, no llores...

— ¡No me llames así! —le empujé hacia la puerta— ¡Te odio! ¡Te odio demasiado! —empecé a golpear su pecho con mis manos hechas puño— ¡Cambié! ¿No lo ves? ¿Ni así puedo gustarte?

No lo dejé responder y abrí la puerta para sacarlo y al igual que la última vez que lo vi, terminé llorando en el baño.

Me miré en uno de los espejos y volví a molestarme, ¿por qué no podía gustarle? Era atractivo, tenía buen cuerpo, sabía bailar...

Con mi puño golpeé el espejo, rompiéndolo. Me apresuré a lavar con fuerza las pequeñas heridas que me había hecho aún sin dejar de llorar.

SONS | YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora