019

183 24 8
                                    

[ ► ]

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

[ ► ]

Miré el reloj de mi celular; 2:56pm.

Él no llegaría.

¿Por qué querría verme después de lo que ocurrió en el bar? ¿Por qué querría verme después de ver la basura en la que me convertí?

Agaché la cabeza y comencé a llorar.

Me sorprendía el hecho de aún tener agua para derramar a través de mis ojos si parecía que siempre estaba llorando.

Por lo borroso de mis ojos, no vi cuando alguien se detuvo frente a mí.

— Hey... —su voz cortó mi llanto.

— Yoongi... —lo miré y él rascó su cabeza nervioso—. Perdón —solté—, perdóname... Sólo quería demostrarte que había cambiado, que no te iba a avergonzar si esta vez querías salir conmigo, que podía satisfacerte tanto como me lo pidieras, que ya no era tímido, lo..., lo siento.

— ¿Cambiaste por mí? —preguntó sin expresión en su rostro.

Asentí y sorbí por la nariz—. Tú sólo mereces lo mejor.

— Tú eres lo mejor —se agachó y quedó a la altura de mis piernas, donde apoyó sus codos para tomar mi cara entre sus frías manos que me provocaron un escalofrío por la diferencia de temperatura—. Siempre has sido lo mejor.

— Pero, ni siquiera me notaste cuando éramos más pequeños.

— Tú nunca te diste cuenta, pero estaba taaaan enamorado de ti.

— ¿Cómo es posible? Yo era obeso, tenías a tu alrededor a un montón de chicas con bonito cuerpo a pesar de nuestra edad.

— Las chicas nunca me interesaron —subió y bajó los hombros.

— Igual habían muchos chicos lindos que se juntaban contigo...

— Eran como mis hermanos —iba a hablar, pero él continuó—. Nunca me importó que fueras gordito, así me gustabas demasiado, demasiado tierno para mi corazón de puberto.

Reí—. ¿Y ahora te gusto? —me señalé.

— Me enamoré por completo de tu forma de ser, Jimin..., la antigua —sonrió—. Aunque tal vez..., en algún futuro..., podríamos hacer uso de tu nueva faceta en otras situaciones —me guiñó un ojo y me sonrojé—. De eso estoy hablando —pellizcó mis delgadas mejillas—. Tendremos que hacer algo con estos mofletitos, ¿qué te parece una pizza familiar para nosotros solos con orillas rellenas de queso?

Asentí con rapidez y me lancé a abrazarlo.

— Te amo —solté contento.

Me devolvió el abrazo—. Aceptaré tus "te amo" cuando empieces a amarte a ti mismo, ¿trato?

— Sí...

— No vuelvas a fingir, acéptate, se tú mismo y así me harás muy feliz.

Extendió su mano frente a mí y sin dudarlo, la tomé, no habían dobles intenciones, no había inseguridad, sólo felicidad.

— ¿Pizza? —preguntó.

— Pizza —respondí.

— Tal vez "pizza" sea nuestro "para siempre".

Reímos juntos y caminamos hacia la pizzería más cercana aún entre bromas.

SONS | YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora